La comunidad del Santo Cristo del Olivar de Madrid celebra el Jubileo de los 800 años de la muerte de Santo Domingo
Con una ceremonia presidida por Mons. José Cobo
En la fiesta de la Traslación de Santo Domingo, la comunidad dominicana del Santo Cristo del Olivar de Madrid ha celebrado el Jubileo de los 800 años de la muerte de Santo Domingo.
Con una nutrida presencia de la Familia Dominicana -frailes, laicos y hermanas de las distintas congregaciones con presencia en Madrid- y de la comunidad parroquial, los dominicos del Santo Cristo del Olivar han celebrado en el Jubileo de los 800 años de la muerte de Santo Domingo, la fiesta de la Traslación de Santo Domingo. Lo han hecho con una charla sobre los Modos de orar y una solemne eucaristía presidida por Monseñor José Cobo, obispo auxiliar de Madrid, en el recuerdo del Dies Natalis del fundador de la Orden de Predicadores, santo Domingo de Guzmán.
Fray Julián de Cos OP, profesor de Teología Espiritual en la Facultad de Teología de San Esteban de Salamanca, comenzó los actos del día con una charla sobre los odos de orar de Santo Domingo, las nueve formas en las que Nuestro Padre oraba con todo su cuerpo dentro de la espiritualidad más propia del siglo XII y XIII, y de las que dejaron constancia los frailes que conocieron de su honda experiencia de Dios.
Tras la charla monseñor José Cobo, obispo auxiliar de Madrid, presidió la solemne eucaristía. En su homilía señaló la importancia que la predicación y la construcción de modelos de relación y convivencia, basados en la enseñanza del evangelio, en el contexto actual que vivimos, tienen. Una importancia y una urgencia de grandes paralelos a las que santo Domingo vivió, y cómo su figura y su respuesta en su tiempo es un modelo para el hoy. En medio de una sociedad en la que la desigualdad, la polarización ideológica, la renuncia a la verdad, y la compasión entendida de modo exclusivamente emocional, encaminan las relaciones al egoísmo y a la exclusión de los que sufren, la predicación de la gracia, de la compasión y de la verdad, la predicación del evangelio de Jesucristo, tienen una urgencia capital. Como Domingo de Guzmán hace ocho siglos ya entendió.
Una celebración cargada de sentido, de familia, de esperanza y de verdadero sentido dominicano.