La canonización de la beata Margarita de Città di Castello es inminente
El Maestro de la Orden ha anunciado la aprobación del Papa para la canonización de Margarita, una laica ciega y con discapacidad reconocida como mística y por sus obras.
El Maestro de la Orden, fray Gerard Francisco Timoner III, O.P., acaba de anunciar la inminente canonización (canonización equipolente) de nuestra hermana Margarita de Citta di Castello.
A petición de la Orden de Predicadores, de fieles laicos, de religiosos y religiosas de todo el mundo, y de cardenales y obispos, el Papa Francisco ha aprobado con fecha del 24 de abril la canonización equipolente de la Beata Margarita. Es necesario reconocer el trabajo de la Postulación de la Orden que ha trabajado con gran dedicación y diligencia para llegar a la canonización de nuestra hermana.
El 24 de abril de 2021, el Santo Padre Francisco recibió en audiencia al Prefecto de la Congregación de las Causas de los Santos. Durante la audiencia, el Sumo Pontífice confirmó las conclusiones de la Congregación, y decidió extender a la Iglesia universal el culto a la beata Margarita de Città di Castello, de la Tercera Orden de los Frailes Predicadores; nacida hacia 1287 en Metola (Italia) y fallecida en Città di Castello (Italia) el 13 de abril de 1320, inscribiéndola en el Catálogo de los Santos (canonización equivalente).
¿Quién fue Margarita de Città di Castello?
La historia de la nueva santa es desgarradora y conmovedora a la vez: nació ciega, tenía la columna vertebral deformada, un brazo malformado, una pierna más corta que la otra, se mantuvo oculta de las miradas indiscretas durante toda su infancia y más tarde fue abandonada por sus padres.
Fue adoptada por una familia devota y cariñosa y se convirtió en terciaria dominicana (mantellata). Aunque en un primer momento ella nos podría parecer la más necesitada de obras de misericordia corporales, fue la beata Margarita quién realizó inspiradoras obras de misericordia corporales: cuidó a los enfermos, consoló a los moribundos y visitó a los presos. La beata Margarita era ciega, pero veía la bondad en las personas.
Margarita de Città di Castello llevó una vida sencilla y oculta, entre su celda doméstica y la iglesia, una vida hecha sólo de penitencia y oración, de atención a los desafortunados y de una esforzada y humilde caridad diaria, aparentemente desprovista de acontecimientos importantes. Pero nos muestra, en toda su esencialidad y claridad, una verdad original del cristianismo, pues invirtiendo los roles, ella eligió a los pobres, a los pequeños, no a los grandes del mundo.
¿Qué hizo Santa Margarita?
Margarita (Margherita della Metola 1287-1320) fue una gran mística, en la línea de aquellas extraordinarias figuras femeninas que en el siglo XIV, un período de terrible crisis en la historia de la Iglesia y de Europa, supieron ser “verdaderos sacerdotes de sus ciudades”, en el sacrificio y la ofrenda total de sí mismas.
Estas mujeres de penitencia asumieron el mismo papel que Cristo para conseguir la salvación de las almas. La suya fue una obra limitada a gestos humildes, pero sumamente significativa en cuanto a lo que significa el compromiso cristiano en la historia, que no se apoya en el poder y en el dinero, sino que se realiza en el socorro a los que sufren. Ella forma parte de las mujeres que supieron amar y conservar intacta la propia libertad espiritual y la esperanza.
Margarita todavía consigue hablar al corazón de miles de hombres y mujeres, porque han reconocido en ella a una hermana
Ubertino da Casale, el gran mestro espiritual franciscano, lo comprendió y escribió que Margarita había sido para él mucho más maestra que muchos doctos teólogos y especulativos. En un momento de grave crisis espiritual, la pequeña virgen de Città di Castello lo había iluminado y sostenido, dándole fuerzas para continuar su obra.
Una veneración global
La relevancia de la fama de santidad y el vigor del culto a Margarita no deben atribuirse a una especie de descubrimiento artificial o de recuperación arqueológica de una beata medieval, sino a una manifestación del Espíritu de Dios que actúa en la historia y que misteriosamente, y a menudo de forma invisible, hace subir la masa de la humanidad con la levadura de su sorprendente dinamismo.
La fama de santidad y el culto a la Beata Margarita nunca se extinguió, y si hasta el siglo XIX se limitó principalmente a Italia y dentro de la Orden Predicadores, más tarde gracias a los frailes y religiosas de la Familia Dominicana.
La veneración de la Beata Margarita como santa mujer de Dios estuvo circunscrita a Italia, y centrada sobre todo en Umbría y en las Marcas en Italia, y dentro de la Orden Dominicana hasta el siglo XIX. Gracias a los miembros de la familia dominicana que promovieron su ejemplo, se extendió a todo el mundo de forma inesperada, y llegó a ser conocida y venerada no sólo, sino también en los Estados Unidos de América y en Filipinas.
Más información en la sección de la web de la Orden sobre Santa Margarita de Città di Castello.