La Facultad de Teología San Esteban homenajea al Prof. Juan Manuel Almarza
El pasado 20 de octubre la Facultad de Teología San Esteban homenajeó al Prof. Juan Manuel Almarza Meñica, Vicepresidente de la misma Facultad, con motivo de sus 70 años.
El Acto Académico previsto para esta ocasión estuvo presidido por el Vicecanciller, Fray Javier Carballo Fernández, O.P., y tuvo lugar en el Aula Magna de la Facultad a las 20 horas. Dio comienzo con unas palabras del Presidente de la Facultad, quien hizo una breve presentación del homenajeado, recordando su formación intelectual y su itinerario como profesor, que tuvo su inicio en el año 1974 en el Instituto Superior de Valladolid, impartiendo la materia de Metafísica; así como su intuición para detectar los problemas candentes de actualidad y su gran creatividad. Concluyó su intervención dando lectura a algunos párrafos del correo electrónico que con este motivo envió el Prof. Jesús Espeja, O.P., en el que destaca en Juan Manuel Almarza la actitud de búsqueda y de diálogo, su afán por discernir lo verdaderamente humano que va emergiendo en la historia; su dosis de utopía y su atención a los signos de los tiempos; y afirma su convicción de que su persona y su trayectoria pueden ser una referencia saludable para las nuevas generaciones de pensadores cristianos y, por supuesto, de teólogos.
A continuación tuvo lugar la lección del propio homenajeado, que la tituló: «Desde de que somos palabra en diálogo y podemos oírnos los unos a los otros. Itinerario personal». El título está inspirado en el poeta alemán Friedrich Hölderlin. El ponente comenzó expresando su emoción y gratitud por las muestras sinceras de cariño y estima recibidas en este día.
Luego habló de su itinerario intelectual como un camino realizado esencialmente en su interior, pero siempre en diálogo. Se reconoció afortunado por haber tenido muchos maestros y muchos compañeros de camino. Unos le acompañaron unos pocos pasos; otros han hecho con él gran parte de ese viaje. Recordó a este propósito lo que significa la lectura de un libro: «Es, ante todo, oír hablar directamente, a mi oído, a Aristóteles, a Tomás de Aquino, a Heidegger, con quienes puedo dialogar sobre los problemas que veo y que me preocupan, yendo más allá del horizonte limitado con que la historia nos presenta a sus grandes personajes». Afirmó haber tenido con muchos autores o sus libros diálogos apasionantes. Por eso –subrayó– el estudio nunca ha sido para él un sufrimiento, como el que sugiere el nombre de «disciplinas» que damos a los distintos temas de estudio. En el estudio se te abre el horizonte, y adquiere vida todo lo que en el se muestra. Por eso en su larga labor docente siempre mantuvo como principio pedagógico que «la misión de un pedagogo es abrir horizontes».
Recordó también cómo en sus años de estudiante en teología, después del concilio Vaticano II, el tema central que concitó todo su esfuerzo entonces, tanto en teología como en filosofía, era el de la historicidad. Su tesina en teología versó precisamente sobre él; y aunque entonces no comprendía todo su alcance, sabía por sus consecuencias que era un concepto muy importante. Curiosamente es un concepto que Heidegger descubre en san Pablo con raíces estrictamente cristianas.
Confesó que una de sus claves pedagógicas había sido siempre explicar las cosas de la manera más sencilla posible. Aquí radica precisamente su admiración por los grandes maestros.
Durante todo su largo tiempo de docencia en Valencia reconoció haber enseñado fundamentalmente dos cosas: en sus clases de historia de la filosofía del renacimiento y moderna, enseñaba que las ideas no llueven como los paracaidistas, sino que surgen de un contexto vital; y, por consiguiente, es absurda una formación en ideas sin saber cómo y por qué surgen.
Siempre procuró no estar alejado de la vida. Por eso durante los 28 años de su vida intelectual se apoyó siempre en estos tres ámbitos de experiencia vital y práctica:
1) El mundo de los artistas de Valladolid, con quienes tuvo un trato frecuente y cercano;
2) el mundo del compromiso político mediante toda una red de relaciones personales de los que luego serían los primeros dirigentes de nuestra democracia.
3) Y finalmente el mundo del Voluntariado social, una experiencia inolvidable que me permitió un contacto simultáneo con el mundo de la marginación y el mundo universitario.
Después de recordar numerosos detalles de su itinerario personal, concluyó dando gracias a todos los que le acompañaron en él, y a todos los presentes en el Aula, de modo especial a sus familiares, por este cálido homenaje.
A continuación cerró el Acto del Vicecanciller de la Facultad, Fray Javier Carballo Fernández. O.P., con una entrañable intervención de la que recordó otras muchas actividades del Prof. Juan Manuel Almarza, y le marcó un importante reto para su futuro: realizar una síntesis de todo su rico bagaje intelectual.
Al acto asistieron unas 150 personas: alumnos de la Facultad y de sus distintas extensiones (Escuela de Teología, Academia de Santo Tomás de Aquino, etc.). A continuación tuvieron oportunidad de continuar conversando en torno a un vino de honor.
La Facultad vivió una jornada de alegría y fraternidad.
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