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La Provincia de Hispania tiene que fundar la Orden

17 de marzo de 2016

Entrevista a fray Bruno Cadoré, maestro de la Orden de Predicadores, sobre el nacimiento de la Provincia Hispania

Entrevista realizada en Caleruega (Burgos) durante el primer capítulo provincial de la Provincia Hispania en el mes de enero de 2016. Fray Moisés Pérez Marcos entrevista a fray Bruno Cadoré.

 

Transcripción:

Buenos días fr. Bruno, bienvenido a Caleruega. ¿Qué significa para la Orden de Predicadores el nacimiento de una nueva Provincia?


El nacimiento de la Orden. Es como una analogía. Cuando una Provincia nueva nace, es como el nacimiento de la Orden: una nueva comunidad, una nueva misión, nuevas perspectivas de trabajo, de predicación. Es un signo de realismo porque parecía mejor tener una sola provincia en España que tres provincias. Pero las provincias prepararon este momento con mucha atención para que la nueva provincia no sea una adición de provincias sino para dar condiciones nuevas de escucha al mundo, escucha al país, a este país, escucha a los países de los vicariatos. Para ver como al día de hoy se podría predicar mejor, es decir, como se podría escuchar al mundo mejor, como se podría encontrar a la gente mejor, cómo se podría hacer una visitación del Evangelio en este mundo, dar el Evangelio como una buena noticia. Entonces se puede decir que es lo mismo que un nacimiento. Lacordaire decía que el maestro de formación, especialmente el de novicios, tiene la tarea de fundar la Orden cada día. Entonces la Provincia de Hispania tiene que fundar la Orden.


Y en esta búsqueda de nuevos caminos para hacer presente el Evangelio en la sociedad ¿qué otros retos, qué dificultades ves como Maestro de la Orden que tenemos como provincia? No solamente hacia dentro de la propia provincia sino en el contexto de la Orden.


La Provincia de Hispania, como algunas provincias de Europa, especialmente del oeste, tenemos que buscar los caminos para hablar con una población que no está en la cultura cristiana. Tiene la cultura cristiana como parte de su historia pero no la conoce. Hay que re-familiarizar la cultura, la palabra del Evangelio con las culturas modernas de estos países. Un camino, me parece, muy importante, podría ser ayudar a la gente a descubrir de nuevo que en el Evangelio hay propuestas de vida espiritual, para cada uno y para los grupos en la población. Es un desafío para mí. Descubrir que el Evangelio no es una doctrina, no es un libro para saber qué pensar o qué hacer, sino un libro para encontrar un amigo y dejar que este amigo nos ayude a descubrir de qué somos capaces, de qué tipo de vida integral somos capaces. Eso es más difícil en este momento porque parece que las religiones, al menos las instituciones religiosas, han perdido una credibilidad y hay que retomar nuevos caminos para decir que la Iglesia católica no es una institución antes de todo, sino un grupo de amigos de Dios que quieren presentar a su amigo, que es una persona que es Jesucristo, su historia, sus palabras, su manera de vivir.


Y así como nosotros tenemos que llevar esto que estás diciendo a la gente, tenemos que enseñarles que la Iglesia no es fundamentalmente una institución sino el medio por el cual ellos tienen una espiritualidad, conocen a ese amigo que es Jesús, también nosotros tenemos, de alguna manera, que volver a aprender eso, a vivir eso, y en este sentido el Jubileo de la Orden se plantea también como una renovación espiritual ¿cómo ve el Maestro de la Orden esa vivencia del Jubileo en la Orden? ¿Cómo se está viviendo el Jubileo en la Orden? ¿Verdaderamente como un proceso de conversión?


A mí me gusta mucho una línea principal de este año que es la propuesta de cada uno de los miembros de la Orden y de la Familia Dominicana, y de todos los amigos de la Orden, la propuesta de Lectio Divina. Una propuesta que dice que cada día se puede escuchar como si fuera de nuevo la Palabra de Dios. Escuchar a Él que viene para hablar con nosotros, y viene a escucharnos. Es interesante porque el programa de Lectio Divina está hecho por hermanos, hermanas, laicos, de Europa, de América Latina, de África, de todas partes. La Orden podría durante este año escuchar a sus miembros, a todos sus miembros, las experiencias de cada uno, y descubrir cómo cada uno se ha encontrado a este amigo, cómo habla de Él y hace la propuesta de encontrarse con Él porque la renovación del Jubileo es descubrir que sí, que conocemos a Jesucristo, pero tenemos que descubrirlo mejor. Para hacer esto tenemos que escuchar a los otros hermanos y hermanas de la Orden y con ellos escuchar al mundo. En esta escucha, me parece, nunca podemos olvidar que en este mundo hay personas, pueblos que no se escuchan habitualmente, que están olvidados. Y me gustaría que la Orden, tomase tiempo y medios para escuchar a los que habitualmente no son escuchados.


La Iglesia está viviendo un año jubilar de la misericordia. Hay quien dice que los dominicos llevamos esto de la misericordia en nuestro ADN porque ya desde los comienzos el propio Santo Domingo, tenía entre sus muchas características espirituales el de ser un hombre misericordioso ¿cómo se vive esta misericordia dentro de la Orden en el año del Jubileo de la misericordia?


Es un signo de la Providencia que el año del Jubileo de la Orden y el de la misericordia coincidan. Se dice que la Orden de Santo Domingo es la Orden de los predicadores de la gracia de la misericordia, es decir, del don de Dios que desde su misericordia, desde su amor a la humanidad, se puede nacer una vez más, nacer de nuevo. La gracia de Dios, la gracia que la Orden predica desde el inicio, con Santo Domingo, es decir, que con el Evangelio cada día es posible nacer de nuevo. Es posible no pensar que el pasado, las faltas, las dificultades, los obstáculos van a dibujar el futuro. El futuro es de Dios y este futuro tenemos que acogerlo de nuevo. Esa es la gracia de la misericordia. Más que recibir una misericordia como un objeto que podría ayudarnos a olvidar las faltas, que sí lo es, pero más que esto es una gracia de renacimiento, una gracia para entender que Dios nos llama a una historia con Él que es una historia nueva, una historia de libertad, una historia de caridad, una historia en la cual cada uno de nosotros podría ser realmente, integralmente, el que Dios quería crear de nuevo.


Y ya para terminar ¿qué le dirías, brevemente, a los frailes más mayores y más jóvenes de la nueva Provincia que ahora nace?


A los más ancianos, antes de todo, gracias por su predicación todos estos años. Y hay que acoger la creatividad de los jóvenes, acogerla sin temor. Van a hacer una predicación nueva, no la conocemos, pero vienen a la Orden con su historia, con su creatividad, también con sus dificultades imagino, con sus culturas también. Hay que acoger esta creatividad. Hay que acoger a los nuevos hermanos, no como nuevos miembros que van a aumentar el número de hermanos, sino como una Palabra de Dios que dice: aquí están los nuevos, que vienen con sus culturas, con su manera de entender el Evangelio. Hay que escucharlos.


A los jóvenes querría decirles: gracias por venir y también hay que recibir la historia de las tres provincias que hoy hacen una sola. Hay que recibir esta historia porque es la historia de cómo la gracia de Dios hizo a estas provincias predicar, lo que hizo a esas provincias dar el Evangelio al mundo. De esta historia hay que recibir una enseñanza, una tradición. Y también decir a los jóvenes que la Orden necesita todo lo que traen con ellos cuando ingresan a la Orden. Es importante no dejar nada: su formación, sus estudios, su cultura, su historia familiar… Todo eso la Orden lo necesita para recibir el mundo al cual la Orden es enviada a predicar.


Muy bien fr. Bruno, muchas gracias por tu tiempo y por tus palabras. Gracias.