La Universidad Católica, puente entre la Iglesia y la Sociedad
El Congreso de los dominicos sobre “La Universidad ayer y hoy” finaliza en la Pontificia con la intervención del Archivero Vaticano Mons. Jean-Louis Bruguès O.P.
La primera conferencia de la mañana se tituló “La universidad y su responsabilidad en la investigación”, impartida por Dña. Luisa María Botella, Doctora en Biología, especialista en genética e investigadora del CSIC. En ella explicó su experiencia en la investigación en enfermedades raras y sus dificultades, quedando los investigadores al margen de la publicación en las más importantes revistas del mundo, así como la indiferencia de las farmacéuticas en este tipo de enfermedades, poco rentables para ellas.
La Doctora se centró en una de esas enfermedades “Telangiectasia hemorrágica y hereditaria”, también conocida como Síndrome de Osler-Weber-Rendu, trastorno genético que conduce a la formación anormal de los vasos sanguíneos en la piel, las mucosas, y a menudo en órganos tales como los pulmones, el hígado y el cerebro. La enfermedad afecta a unas 8.000 personas en España, muy poco investigada y siendo tratada en el Hospital Sierrallana/Valdecilla buscando información en hospitales de Estados Unidos punteros en el tratamiento. Ante la falta de inversiones en investigación, a pesar de los buenos resultados en España, el desinterés de las farmacéuticas, los pacientes han creado una red de ayuda a través de su asociación HHT.
La asociación se apoya en tres pilares, los pacientes afectados, los médicos y los investigadores que han podido seguir con sus investigaciones y recuperar personal gracias a que lo ha realizado la propia asociación. Se ha podido seguir investigando en dos medicamentos con muy buenos resultados que pueden ayudar en la enfermedad, a pesar que no se van a comercializar. La investigación en este tipo de enfermedades tiene problemas ya que la administración no invierte en I+D+I, la falta de recursos humanos tienen que ser cubiertos con los pacientes y su asociación y la falta de interés de las farmacéuticas que miden los medicamentos al compás de la rentabilidad económica. Pero subrayaba algunos aspectos positivos como la ilusión de los investigadores que les mueve la vocación y no las posibles ganancias dinerarias y la creación de estas redes entre los propios pacientes que les hacen concebir una gran esperanza.
A continuación intervino Dña. Cristina de la Cruz Ayuso. Directora del master “Ética para la construcción social”, Vicedecana de investigación y Doctorado de la universidad de Deusto. Su conferencia se centró en “La universidad y su responsabilidad en la empresa”. Para pensar la universidad con otros agentes y el lugar social de la misma, empezó distinguiendo tres modelos de universidad: Tecnocrático, humanista y liberadora y trasformadora. El primer modelo es el que se está imponiendo con fuerza, es la que forma a las élites para el modelo capitalista, tiene unas fuertes relaciones con la empresa y mercantiliza el conocimiento. La segunda, forma a las élites políticas e intelectuales del país entroncando con el saber ilustrado y clásico, quiere formar para ejercer la ciudadanía. La tercera, quiere formar a humanistas y profesionales para que promocionen a los grupos más desfavorecidos, tienen fuertes compromisos con la democracia, la libertad, la igualdad y su función es la promoción de la justicia social. La pregunta es si la universidad crea una sociedad justa o simplemente agentes productivos, tal vez en un tercer nivel, cuando la universidad presta servicios, se escaba del bien público y se mercantiliza, no tanto en el nivel de la demanda y en el ámbito de la excelencia, con los doctorados y postdoctorados. Es necesario que en la universidad no sólo la docencia, también la investigación, para el desarrollo del conocimiento y la economía. En España, la universidad tiene poca relación con la empresa y la industria, además éstas no invierten mucho en investigación, ya que predomina la mediana y pequeña empresa con poca inversión en tecnología. También la demanda de la empresa a la universidad es muy baja, al igual que la colaboración en innovación, acentuada con la crisis. El número de investigadores por empresa disminuye, a pesar que hay programas de la administración que favorecen la contratación, pero se está reduciendo también las inversiones por parte del Estado. Según estas relaciones que tenga la universidad con la empresa, se construirá un modelo que favorezca la justicia o bien la mercantilización del saber, en esto tiene un papel fundamental la administración pública.
El Congreso finalizó con la excelente intervención de Mons. Jean-Louis Bruguès o.p, arzobispo emérito de Angers, archivero y bibliotecario de la Biblioteca Vaticana. Ha sido catedrático de teología moral fundamental en la Universidad de Friburgo, miembro de Comisión Teológica Internacional desde 1986 hasta 2002 y miembro de la Academia de Ciencias Morales y Políticas de Francia. Su exposición se centró en “La Iglesia, ¿creadora de cultura-puente entre las naciones?. Comentó que ocupa el cargo que siempre quiso para sí Benedicto XVI, bibliotecario del Vaticano, donde no sólo se conserva la memoria de la Iglesia, también del humanismo de Occidente. El diseño de la propia biblioteca es signo de esta realidad, a la derecha se pueden ver los Concilios de la Iglesia, a la izquierda la biblioteca en sí, en diálogo la fe y la razón humana. Esta biblioteca se formó en 1450 por el Papa Nicolás V, enviando delegados a los lugares más remotos buscando los mejores libros. Quería recopilar lo mejor del humanismo y al servicio de la humanidad, con 54 kilómetros de estanterías, no sólo hay libros de teología, abundan los de ciencias, astronomía, arte, lo propio de la cultura, disponibles para investigadores del mundo entero. En la Iglesia existe un verdadero amor al libro, es como un jardín que se lleva en el bolsillo. A pesar de la era digital, el libro no está condenado a desaparecer, tiene olor propio y el alma del que lo escribió y de los lectores que lo vivieron. Con la lectura el espíritu crece. Mons. Jean-Louis Bruguès se centró en un segundo lugar en la importancia de la universidad Católica que son unas 1.300 en el mundo, es un espacio privilegiado para la evangelización. En muchos lugares, como en América Latina, las universidades Católicas se encuentran entre las mejores del continente. Cada universidad Católica está llamada a ser puente entre la Iglesia y la sociedad, debe ser una ventana abierta de lo universal del saber, abierta a todos los jóvenes y al servicio de todos. La fe ha de ser ofrecida aquello que lo pidan en su libertad de conciencia, con lo que necesita una pastoral y un lugar para reunirse y celebrar. Es prioritaria la teología, motor espiritual pero es importante la antropología y la ética cristiana. No es sólo un lugar donde ir a clase, sino un espacio para vivir. Por último se centró en los libros de piedra, en los conventos que han acompañado a la universidad, subrayando San Esteban o el convento de los Jacobinos de Toulouse. Lugares de estudio y de celebración de la palabra de Dios, de liturgia, todo ello queda simbolizado en sus espacios, iglesia, capilla, claustro, queriendo representar el cielo sobre la tierra como forma poética con la imagen y el espacio. El fraile que busca a Dios, lo encuera en los diferentes espacios del claustro diseñado como un jardín de la resurrección, en el centro la fuente, cristalina, la sala capitulares donde representa la vida en fraternidad. No es raro que en esa prioridad del amor al hermano simbolizado en las salas capitulares, naciera el derecho de gentes, el derecho internacional en frailes como Francisco de Vitoria y Antón de Montesino como servicio a los más necesitados.
Juan Antonio Mateos
Área socioreligiosa de SALAMANCArtv AL DÍA