Las dominicas de Lerma celebran los 400 años de su presencia en Lerma
El sábado 21 de abril las dominicas de Lerma quisieron celebrar los cuatrocientos años de presencia en esa Villa con una Eucaristía de acción de gracias y una conferencia.
La Eucaristía fue presidida por el Arzobispo de Burgos, Excmo. Rvdmo. Sr. D. Francisco Gil Hellín y concelebrada por el Prior Provincial de la Provincia de España, frailes dominicos venidos de distintos lugares de la geografía española, el capellán del Monasterio y sacerdotes de la zona.
Tras la Eucaristía, el Dr. D. José Antonio Casillas, autor del Libro del monasterio de S. Blas "Una historia inmóvil", pronunció una conferencia sobre la llegada de las dominicas a la Villa Ducal.
Con posterioridad, las hermanas saludaron a los familiares, amigos y gente de la Villa que se acercaron a felicitar a la comunidad por la continuada presencia en Lerma.
La fundación del Convento de San Blas, para monjas de la Orden de Santo Domingo, se realiza en el paraje de “El Tovar”, en un altozano entre Cifuentes y Gárgoles de Arriba. Lo funda el infante don Juan Manuel, señor del territorio, y en 1344 se pone la primera piedra y se bendice. Desde entonces, lleva una vida activa hasta 1611 en que por petición de las monjas y favor del primer ministro de Felipe III, don Francisco Gómez de Sandoval y Rojas, se traslada la comunidad a Lerma.
Tras cuatrocientos años de historia, el convento sigue manteniendo una gran vitalidad. De hecho en las últimas semanas numerosos medios de comunicación se hicieron eco del éxito de sus Jornadas Monásticas que cuentan con lista de espera.
Estas Jornadas se vienen organizando desde hace un tiempo, y tienen lugar en unos pocos fines de semana al año. La dinámica de las Jornadas es muy sencilla, como explica sor Leticia, Maestra de Novicias del monasterio de san Blas: “Testimonios y oración. Ni catequesis ni charlas. Eso vendrá después, o no, en la medida de lo que suceda, pero para encontrarse con Cristo no son necesarias. Se trata de una evangelización vivencial, no teológica ni teórica, en la que cada una de nosotras damos testimonio de cómo hay Alguien que puede cambiar tu vida, si le dejas, igual que cambió la nuestra”. De este modo, si alguien se siente presionado ha de saber que “los jóvenes que vienen no tienen que hacer nada más que venir. El resto lo ponemos nosotras, porque la idea es compartir, anunciar el Kerigma de nuestra vida, que Cristo está vivo y se le podemos presentar”.
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