Aportaciones del maestro de la orden, Fr. Bruno Cadoré, durante su mandato
‘Los predicadores somos los amigos de Dios’
Fr. Bruno Cadoré finaliza los 9 años como maestro de la Orden. Son momentos para expresar un agradecimiento sincero y entrañable por su labor como Maestro. Muchos frailes podemos decir que su amor a la Orden deja huella entre nosotros. Este aprecio ha sido puesto de manifiesto en su forma sencilla, pero al mismo tiempo profunda, de hacer las cosas. También en su manera de acercarnos a santo Domingo y a su ideal de vida como creyente en la Palabra de Dios y como fiel comprometido en su modo de ‘abrazar’ al mundo y a sus principales desafíos.
El Maestro ‘de la amistad’
Durante estos años hemos oído en muchas ocasiones a Fr. Bruno hablar en sus cartas, conferencias, homilías, conversaciones, etc., sobre la ‘amistad de los predicadores con Dios’. Afirmaba con convicción que ‘los predicadores somos los amigos de Dios’. Esta manera de captar las cosas, su sensibilidad, nos estimula en nuestro modo de relacionarnos con Dios y con el mundo. La verdadera amistad genera vínculos más permanentes, más allá de afectos o desafectos, comprensiones o incomprensiones. La auténtica amistad nos educa en relaciones más profundas, orienta la mirada y refuerza un modo compasivo de acompañar con calidad humana especialmente a quién más sufre.
Durante estos años hemos afianzado como Orden, me atrevería a afirmar, nuestra amistad con Dios y con los hombres y mujeres de nuestro tiempo. Fr. Bruno ha sido el maestro de la ‘conversación amistosa’, comprometida con la escucha de los otros, especialmente de los más vulnerables.
La lógica de la predicación
Recuerdo a este respecto, el precioso esquema de vida fraterna que el Maestro desarrollaba en la última Asamblea de CIDALC cuando se disponía a desarrollar ‘la lógica dominicana de la predicación’. Condensaba esta lógica describiendo la acción de algunos verbos encadenados y relacionados entre sí. La lógica de la predicación, decía, consiste en conjugar adecuadamente estos cinco verbos: ESCUCHAR-CONVERSAR-FRATERNIZAR-PROCLAMAR-TRANSFORMAR.
Si la escucha no nos lleva a una conversación dialogal, a una interrelación comprometida por llegar a comprender los puntos de vista del otro y a buscar una palabra común en la que identificarse, no a partir de lo que cada uno piensa o siente, sino más bien a partir de la escucha mutua y del espacio común que ha de generar el encuentro, no logramos confraternizar del todo. En este caso, la proclamación de la Palabra se resiente y no logra transformar ni el corazón ni la mente.
Iniciar a los demás en la conversación con Dios
Este modo de comprender nuestra fidelidad a la predicación del Evangelio lo podemos deducir, añade Fr. Bruno, de la predicación de Jesús recogida en los textos evangélicos, especialmente en la parábola del sembrador. Los predicadores no somos los expertos que han de explicar todo. Más bien, nuestra misión, nuestro ejercicio de la predicación, su lógica, estará en introducir a los demás a la ‘conversación con Dios’ y esa conversación ha de ser una ‘conversación de amistad’.
La percepción de Fr. Bruno ha sido lúcida en este aspecto: la razón de ser de los predicadores no estará tanto en lo que saben, ni siquiera en lo que logren transmitir con acierto y persuasión. Su razón última estará más bien en este objetivo: lograr iniciar a los demás en la conversación con Dios y esta desde la amistad que lo divino y humano procuran.
Años de reestructuración
Fr. Bruno asume la responsabilidad de animar a la Orden con su elección en el Capítulo General de Roma 2010. En este Capítulo se programan cambios importantes, entre otros, la reestructuración organizativa de la Orden con la unión de algunas provincias, la erección de vicariatos generales a viceprovincias, las nuevas relaciones de los vicariatos provinciales con sus provincias respectivas, la desaparición de los vicariatos generales y regionales, etc. Estos cambios en las estructuras fueron motivados por la voluntad firme en la Orden de renovarse para favorecer más y mejor la predicación del Evangelio.
Renovación en la misión desde la colaboración en Familia Dominicana
Durante estos nueve años hemos celebrado 800 años de la confirmación de la Orden. Esta efeméride tan importante para la Familia Dominicana ha dejado huella en los predicadores. Con motivo de dicha celebración no solamente hemos mirado a nuestro pasado glorioso con gratitud, sino que también desde la tradición recibida nos hemos volcado en nuestro presente abriendo nuevos horizontes de futuro. La celebración jubilar nos ha ‘renovado de nuevo a la misión’. El maestro, Fr. Bruno, ha sido un motor junto con todos los miembros de la Familia Dominicana en este proceso de reestructuración.
La renovación de las comunidades contemplativas de las monjas, la sinergia y sintonía entre las religiosas dominicas de vida apostólica, el surgir de nuevas y numerosas fraternidades laicales de santo Domingo, el crecimiento de los sacerdotes miembros de las fraternidades sacerdotales, la vitalidad del Movimiento Juvenil Dominicano en algunas partes del mundo y el surgir de nuevos grupos apostólicos que se suman al ideal de Domingo ha despertado una mayor conciencia de familia y la urgencia de una mayor colaboración entre las diversas ramas de la Familia Dominica. Está convicción ha ido calando con más fuerza en los últimos capítulos generales y en el sentir común de la Orden.
El valor de la vida comunitaria y fraterna
El ‘propositum’ de la Orden para la vida común y el proyecto de vida comunitaria fue uno de las aportaciones más relevantes de estos años. Fr. Bruno muestra en sus reflexiones sobre la vida comunitaria la recuperación de uno de los valores más preciados de la Orden desde su constitución. La falta de calidad en la vida comunitaria afecta a todos los elementos sustanciales de nuestra obediencia como dominicos. Tanto es así que sin una vida en común adecuada a los principios que hemos profesado no es posible ejercer el ministerio dominicano de la predicación.
Fr. Jesús Díaz Sariego
Prior de la Provincia de Hispania