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Misa de envío a la misión

10 de junio de 2014

El pasado domingo 8 de junio en misa de 12:00 en la parroquía de Jesús Obrero (c/ Castillo de Uclés 26, Simancas, Madrid), se celebró la misa de envío a los voluntarios de Selvas Amazónicas.

Misa de envío a la misión

Este año se envía a 9 personas que llevan todo el año preparándose para ir a la misión. Una de ellas ya se encuentra en la selva peruana, en la misión de Kirigueti, donde convivirá con sus gentes los próximos 2 o 3 años. Otras 7 se disponen a marchar próximamente a Perú, a las misiones de Koribeni, Kirigueti y Shintuya, y 1 última irá a finales de año a República Dominicana.

Detrás de estas 9 personas hay muchas otras que también nos sentimos enviadas a la misión con ellos. Personas que por diversos motivos este año no podemos ir a otro país de misión pero que tenemos claro la importancia de vivir una vida en misión, aquí, allí o donde se nos llame. Personas que hemos compartido los encuentros misioneros con ellas y que sentimos que una parte de nosotros marcha a esas tierras lejanas. Entre todos hemos ido construyendo a lo largo de los encuentros misioneros un grupo que nos ayuda a crecer como personas y a seguir profundizando en la búsqueda de nuestra misión en la vida.

Todos tenemos claro que nos encantaría estar allí, en la misión, donde se oye tan fácil la voz de Dios y donde se recupera la inocencia de la vuelta al origen, cuando nos liberamos del rol de “lo que tiene que ser” y de lo que “se debe hacer”. Ves, sientes, descubres y tus ojos adquieren una riqueza nueva, te vuelves más pequeño, y todas las teorías se vuelven ridículas ante unos pies descalzos y la única necesidad de ser hermanos. Aprendes que la vida pesa más allí donde la compartas, donde escuches, donde sonrías,… Porque no somos nadie y podemos ser mucho si somos hermanos.

Las experiencias de misión ponen nombre y apellidos a muchas historias. Ya no puedes seguir indiferente porque les has conocido y los quieres. En definitiva, nunca serás el mismo. La misión se queda dentro, en lo profundo de cada uno.

Y vivirlo con los misioneros es una buena manera de sentir que la esperanza está en medio de las personas que creemos. Son las manos, los pies y el corazón de muchos de nosotros que deseamos un mundo diferente. Un mundo donde la gente buena haga un poquito más de ruido.

Más información: Selvas Amazónicas