Nuevos sacerdotes dominicos paraguayos
El tres de febrero fueron ordenados presbíteros fray Leoncio Vallejo Benitez y fray Edgar A. Toledo Ledezma, frailes dominicos de la Provincia de Aragón, asignados al Vicariato de América del Sur
Nos llega la siguiente noticia firmada por fray Rafael Colomé, sobre la ordenación sacerdotal de fray Leoncio Vallejo Benitez y fray Edgar A. Toledo Ledezma, que tuvo lugar el pasado día 3 de febrero en Paraguay:
Además de los frailes de Paraguay, estuvo acompañando a los hermanos en este día fray Esteban Pérez Delgado OP, Prior provincial, quien había ya compartido con nosotros el encuentro del Vicariato dedicado este año a la celebración del centenario de la restauración de la Provincia de Aragón y los 75 años de presencia en Uruguay. Justamente, en representación de los hermanos de este país, estuvieron fray Fernando Solá y fray Cristino Vera, quienes junto con fray Cirilo Morel, representaron a cada comunidad del Vicariato.
Un día hermoso. Sin demasiado calor. Los familiares de ambos ordenandos había llegado el día anterior desde Ciudad del Este y Villarica. Fray Antoni Miró y los feligreses de la parroquia “Nuestra Señora del Rosario” de San Roque González, se encargaron de hospedarlos en el pueblo y cuidaron todos y cada uno de los detalles de la celebración y posterior fiesta de una manera admirable y perfecta. Sinceramente, es para felicitarlos y agradecerles todo el trabajo y atenciones que tuvieron con todo el mundo para que todo saliera perfecto, como sucedió. ¡Muchas gracias!
Temprano salimos los frailes desde Asunción en varios autos. Un colectivo de la parroquia de “La Crucecita”, otro del “Bañado Tacumbú”, varios de los lugares de los ordenandos y toda la Familia Dominicana del Paraguay: hermanas dominicas del Santísimo Sacramento, de la Anunciata, de Montails, de la Presentación, de Fátima, y los miembros de las fraternidades laicales del Paraguay. También vinieron amigos de los ordenandos de Argentina. “Invadimos” S. Roque González.
La eucaristía de ordenación fue presidida por el obispo de la Diócesis de Carapeguá, Mons. Juaquín Robledo. Comenzó la ceremonia a las 9:00 hs de la mañana. El templo parroquial estaba abarrotado de gente. El coro de la parroquia acompañó con cantos en guaraní y castellano y una monitora en guaraní iba introduciendo cada parte de la celebración. Fray Rubén fue el maestro de ceremonias, acompañado por fray Cirilo. La hermana de fray Leoncio leyó la primera lectura en guaraní y el hermano de fray Edgar la segunda en castellano. Mons. Robledo en la homilia explicó el sentido de la celebración y resaltó el valor del ministerio presbiteral al servicio del Pueblo de Dios.
A continuación se procedió al rito de ordenación. Los papás de ambos acercaron los ornamentos sacerdotales y fray Jorge y fray Cristino, pusieron la estola y la casulla a fray Leoncio, mientras que fray Fernando y fray Gabriel lo hicieron con fray Edgar. Una vez ordenados, rodeados de todos los frailes y de varios sacerdotes de la diócesis y amigos, concelebraron la primera eucaristía. Al final los neo-presbíteros compartieron unas emotivas palabras a todos los presentes.
Entorno a las 11:00 hs había terminado la celebración. En el predio del patio de la parroquia, protegidos del calor por la sombra de los árboles, habían preparado unas mesas para la fiesta posterior. Todos los presentes fueron invitados. Eramos más de cuatrocientos. La escuela de danza de la parroquia ejecutó varios bailes típicos del Paraguay, hubo dos coros que con sus cantos animaron la velada. Una fiesta fraterna y de compartir la alegría por la ordenación sacerdotal de los hermanos. A media tarde nos fuimos retirando todos, menos fray Leoncio y fray Edgar que fueron a celebrar su “primera misa” a dos comunidades del lugar que festejaban a su patrón, San Blas.
Ese mismo día continuaban con la “primera misa” en La Crucita, (Asunción) el Bañado y a lo largo de la semana en sus respectivos pueblos. Demos gracias a Dios por el don de la vocación de estos hermanos nuestros y sigamos acompañándoles con nuestra oración para que vivan con generosidad y plenitud el ministerio sacerdotal en el que han sido consagrados.