El Nuncio apostólico preside la solemnidad de Nuestra Señora de Atocha
Este año la imagen de Nuestra Señora de Atocha no pudo salir por las calles del barrio en la tradicional procesión
Con el himno a Nuestra Señora de Atocha se iniciaba la celebración de su solemnidad, en una Basílica bellamente adornada con reposteros con los escudos reales y las nuevas balconeras que la Cofradía encargó este año.
Presidía la celebración el Nuncio de Su Santidad, monseñor Bernardito Auza, que acogió con ilusión la invitación a poder compartir ese día con los hermanos dominicos. Con el Nuncio concelebraron Fr. Jesús Díaz Sariego, prior provincial de la Provincia de Hispania; Fr. Iván Calvo, prior del Convento de Ntra. Sra. de Atocha; D. Juan Pedro Gutiérrez, vicario episcopal de la Vicaría IV de Madrid, y Fr. José Antonio Álvarez, director espiritual de la Archicofradía. Entre los asistentes se encontraba el concejal de Distrito del Retiro, Santiago Saura, la Junta Directiva y cofrades de Ntra. Sra. de Atocha y representantes de varias cofradías de Madrid, además de los fieles que pudieron estar presentes en una iglesia con su aforo reducido a causa de la situación que estamos viviendo. La comunidad de dominicos asistía a la celebración desde la tribuna, también por las medidas sanitarias. La celebración pudo emitirse en directo a través de YouTube.
En su homilía, el Nuncio comenzó transmitiendo, de parte del papa Francisco, un afectuoso saludo a los presentes, así como el cariño y cercanía del Santo Padre en estos momentos difíciles, teniendo presente a todos los que han sufrido por esta enfermedad, y con un recuerdo del anterior párroco, Fr. Francisco Pujante, fallecido por coronavirus.
Fijándose en la imagen de María que preside la Basílica de Atocha, destacó en primer lugar la manzana que lleva en la mano, “el fruto que no tomó”, que la identifica como nueva Eva; después a su Hijo Jesucristo, que sostiene sobre sus piernas y que nos muestra como “carne de su carne, el fruto que nos introduce en él, en el Paraíso, en la vida”. Por último, destacó las letras griegas, la “T” (tau) y dos “OO” (omicrón), inscritas en la talla, en las que los expertos han leído “Theotócos”, “Madre de Dios”.
La más íntima y unida a Él
Centrándose después en la primera lectura, donde la Iglesia contempla la elección de María para la maternidad divina, el Nuncio se refería a María como la más excelsa entre todas las criaturas, la más íntima y unida a Él: “De la Maternidad Divina depende para María toda la plenitud de la gracia de la que está llena, y es la causa de todos sus privilegios antecedentes (su inmaculada concepción y virginidad)- y consecuentes (virginidad perpetua y gloriosa asunción a los cielos). La maternidad divina es un don que Dios concede a María en razón de su amor de predilección. Ella es la bendita entre todas las mujeres”.
Del Evangelio, monseñor Auza explicó cómo Jesucristo desvela donde está el secreto de la incomparable belleza de su Madre y su gran dignidad, y la razón por la unión entre ambos, María y Cristo, que se da en el corazón: por haber escuchado la Palabra de Dios y cumplirla, haciendo la voluntad del Padre. Y citando a San Agustín destacó la importancia de María, no solo como madre sino, incluso más, como discípula: “Más dicha le aporta el haber sido discípula de Cristo que el haber sido su madre. Por eso era bienaventurada, pues concibió a Cristo antes en su mente que en su seno”.
Compartir el corazón de Dios a ejemplo de María
Recordó de nuevo al papa Francisco quien con frecuencia habla de una “Iglesia en salida”, y para esto también María nos ayuda porque para “salir” necesitamos tener corazón, y la clave para poder tenerlo es “compartir el corazón de Dios a ejemplo de María”.
Ante de terminar su homilía, el Nuncio hizo una petición a Ntra. Sra. de Atocha por todos los gobernantes y, por la vinculación de esta advocación con la Familia Real, “en particular por Su Majestad el Rey y su familia, para que puedan llevar a cabo su grave responsabilidad por el bien común”.
Monseñor Auza finalizaba su homilía con una oración: “Acoge, Madre del cielo, nuestras súplicas y, movida por la bondad que atesora tu materno corazón, intercede ante tu Hijo Jesucristo para que trascurra nuestro tiempo en la deseada tranquilidad, y formemos una sola familia en la paz permaneciendo unidos en el amor fraterno”.
Fr. José A. Álvarez, como director espiritual de la Archicofradía, dio las gracias a todos los que habían hecho posible la celebración de la novena y fiesta, en especial a la Archicofradía del Rosario de Ntra. Sra.de Atocha. Debido a la situación excepcional que estamos viviendo, este año la imagen de Nuestra Señora de Atocha no pudo salir por las calles del barrio en la tradicional procesión, pero la celebración terminó como siempre: con el canto de la Salve y los vivas a la Virgen, Madrid y España de Fr. Miguel.