La Orden de Predicadores inaugura el año jubilar con motivo del VI Centenario de la muerte de San Vicente Ferrer
Celebración en la basílica de san Vicente Ferrer de Valencia
El pasado lunes, en la festividad de san Vicente Ferrer —patrón de la comunidad valenciana— en un ambiente festivo, los frailes del Real convento de Predicadores celebraron en la basílica de san Vicente Ferrer (uno de los 14 templos jubilares) la inauguración del año jubilar vicentino, con motivo del VI Centenario de su muerte. El año jubilar fue concedido por la Santa Sede a petición de D. Antonio Cañizares Llovera, Cardenal Arzobispo de Valencia con el objetivo de dar a conocer la personalidad y la obra del Santo, así como sus aportaciones en el campo del pensamiento y la recomposición de la iglesia y de la sociedad en Valencia, en España y en Europa.
La comunidad del Real convento de Predicadores, acompañada por tres frailes del convento de San Vicente Ferrer, en directrices marcadas por el Cardenal, de dar a conocer a este gran santo valenciano, iniciaron la celebración de inauguración en el jardín de la basílica tras una monición de ambientación hecha por fr. Martin Gelabert. Acto seguido, fr. José Ramón López, quien presidía la celebración, desde el jardín, en procesión hacia el interior de la basílica, arropado por los frailes y los asistentes a la misa de inauguración, abrió la puerta principal de la basílica — que hasta entonces permanecía cerrada — como símbolo de apertura del año jubilar vicentino en dicho templo.
Después del gesto simbólico, y tras finalizar el canto de entrada — dirigida por el grupo de frailes cantores, que se encargaron de deleitar a la asamblea con unos cantos muy dominicanos —, se procedió a la lectura del decreto del Cardenal Arzobispo por el que declaraba en la diócesis de Valencia un año jubilar.
En la celebración asistieron jóvenes del Movimiento Juvenil Dominicano; miembros de Fraternidades Laicales, que colaboraron tanto en la primera y segunda lectura en valenciano, como en la oración de los fieles, que se intercalaba en español y en valenciano, para dar así a la celebración un “toque valenciano”. Asistieron, así mismo a esta celebración, algunos representantes de los distintos altares de san Vicente Ferrer.
Renovar e impulsar nuestra vida creyente
Durante la homilía, fr. Vicente Botella, inicio su predicación señalando que, durante este año jubilar, san Vicente quiere ser la ocasión para renovar e impulsar nuestra vida creyente.
Para el desarrollo de la homilía, el fraile predicador se centró en tres aspectos convergentes que nacen de la vocación predicadora del Santo, es decir de su vocación dominicana:
En el primer aspecto: La dedicación a la misión predicadora, fr. Vicente señaló que sin misión la fe no existe; que la misión supone siempre ponerse en camino para llevar la Buena Noticia. San Vicente Ferrer lo entendió así. La predicación itinerante, sobre todo los 20 años finales de su vida son un claro ejemplo —añadió—.
El jubileo vicentino nos recuerda que hemos de ponernos las pilas, ser misioneros (predicadores); entender la vida como un puente entre Dios y los hombres por medio de la Buena Noticia; y ser palabra de dialogo que conduzca a la paz —volvió a indicar fr. Vicente—
En el segundo aspecto: La predicación adaptada a su contexto, explicó Botella que san Vicente, como gran predicador supo cómo portar el mensaje. Es decir, saber adaptar la palabra al auditorio. Lo que implica en Vicente (en el predicador) una gran capacidad de escucha; de ponerse en el lugar del otro. Y esos recursos solo son posibles con la sensibilidad del contemplativo, con el estudio y con el contacto con la realidad, añadió.
El último aspecto fue: Predicación acreditada de la palabra. En este punto indicó Vicente Botella que no hay fe sin anuncio, un anuncio adaptado, comprensible, adecuado. Pero este anuncio —subrayó— ha de ponerse en valor; ser acreditado, como la palabra de Vicente Ferrer, que tiene gran autoridad: se la reconoce en conflictos políticos, sociales, morales, eclesiales.
Señaló, así mismo que en la predicación de Vicente, esta autoridad se hace presente en dos hechos:
En la cantidad de penitentes conversos que le acompañaban en sus campañas de predicación, y en los milagros que realiza.
Y para concluir la homilía, subrayó Botella que quizá nosotros no hacemos milagros, pero sí podemos acreditar nuestra predicación con coherencia de vida. E invitó así mismo a los fieles presentes a unirse al jubileo vicentino.
En este ambiente familiar y dominicano; sencillo, pero solemne transcurrió la celebración.
Finalmente, después de los ritos de despedida, y tras anunciar a los presentes que el 20 de abril, los frailes estudiantes organizarán una oración juvenil en la basílica, en ocasión al año jubilar, fr. Francisco Rodríguez Fassio invitó a los fieles presentes en la celebración a besar la reliquia de san Vicente Ferrer — que consiste en un alba del Santo — como signo de veneración a este gran Santo Dominico que ha dejado huella profunda en la historia y en la vida valenciana.
Con este gesto, acompañado del canto del magníficat dominicano como música de fondo, finalizó la misa de inauguración del año vicentino.
Fr. Jesús Nguema Ndong Bindang