Fr. Bernardo Sastre OP recibe el orden presbiteral de manos del Arzobispo de Valladolid
Junto al dominico, el carmelita Fr. David Augusto Sosa Herrera fue ordenado diácono
El sábado 22 de junio por la mañana, el arzobispo de Valladolid y presidente de la Conferencia Episcopal Española, monseñor Luis Argüello, ordenó al dominico Fr. Bernardo Sastre Zamora y al carmelita Fr. David Augusto Sosa Herrera, como presbítero y diácono, respectivamente. La celebración tuvo lugar en el la Iglesia Conventual de San Esteban, Salamanca.
D. Luis Argüello estuvo acompañado por los provinciales Fr. Jesús Díaz Sariego (dominico) y Fr. Salvador Villota (carmelita). En el presbiterio hubo un gran número de sacerdotes concelebrantes, además de ministros al servicio de la liturgia, procedentes de ambos carismas. Entre los sacerdotes había tanto religiosos como diocesanos, procedentes de la misma Salamanca, así como Madrid, Valencia, Sevilla, Zaragoza, Valladolid y otros tantos lugares.
Del elenco de colaboradores de la ceremonia, destaca el ceremoniero Fr. Kurt Mizzi, OCarm., quien se encargó de coordinar las acciones litúrgicas, amén de un grupo de acólitos, formado por frailes dominicos y carmelitas. El amplio coro también era intercarismático: contaba (y cantaba) con frailes y laicos de parte de Fr. David y de Fr. Bernardo.
Entre los fieles estaban presentes familiares y amigos, provenientes de diversos lugares pastorales, no solamente relacionados con la orden carmelitana y dominicana. Diversas familias religiosas y diocesanas de Salamanca se congregaron para celebrar en conjunto esta jornada de bendición para nuestros nuevos ministros de Iglesia.
La ceremonia fue numerosamente seguida por familliares, amigos y miembros de las dos familias religiosas de forma online, a través del canal de Facebook del convento de San Esteban.
En su homilía, monseñor Luis Argüello se dirigió a los nuevos diáconos y presbíteros, destacando la importancia del Espíritu Santo en la formación de sus corazones y la llamada a vivir en comunión y santidad. Argüello subrayó que la ordenación es una "humilde mediación sacramental" que permite la presencia de Cristo a través de los ministros ordenados. Señaló que el ministerio diaconal se basa en el servicio, recordando la importancia de representar a Cristo siervo, especialmente a través de la ayuda a los empobrecidos y la proclamación del Evangelio.
En su homilía, Argüello recordó la función del diaconado en la historia de la Iglesia, nacida de la necesidad y el servicio, y cómo este papel simboliza la servicialidad de Cristo. Al abordar la ordenación sacerdotal, enfatizó que aunque los nuevos presbíteros siguen siendo diáconos, ahora representan a Cristo como cabeza, pastor y esposo de su pueblo. Destacó la relevancia de las funciones sacramentales: la predicación, la santificación y el acompañamiento pastoral, todas orientadas a la edificación del pueblo de Dios.
Argüello mencionó que el ministerio ordenado no solo sirve al pueblo de Dios, sino que también es un medio para la propia santificación del clero, a través de la relación especial con el Evangelio y la Eucaristía. Recordó a los nuevos sacerdotes que deben conformar sus vidas al misterio de la cruz, imitando lo que conmemoran y realizando lo que practican.
El Arzobispo también hizo referencia a la importancia de la santidad para la evangelización, recordando un diálogo con el Papa Francisco, quien enfatizó que "evangelizan los santos". Además, mencionó el proceso de beatificación de fray Pablo María, un carmelita cuyo ejemplo de vida y entrega es un modelo a seguir.
Argüello destacó la larga trayectoria de las familias religiosas a las que pertenecen, carmelitas y dominicos, y los animó a ser fieles a su vocación y carisma. Concluyó su homilía invitando a los nuevos diáconos y presbíteros a contribuir a la santidad de la Iglesia, a anunciar el Evangelio y a vivir en esperanza y fe, ayudando a construir una comunidad que viva en comunión y servicio sacerdotal, reflejando la verdad, la bondad y la belleza de Dios.
Esta ordenación marca un momento significativo para los nuevos ministros, subrayando su rol en la misión de la Iglesia y la necesidad de su entrega y servicio constante, siempre guiados por el Espíritu Santo y en comunión con la comunidad cristiana.
Al final de la celebración Fr. Bernardo y Fr. David pronunciaron unas emotivas palabras de acción de gracias. Fray Bernardo agradeció profundamente a Dios, reconociendo la responsabilidad de su nuevo ministerio y pidiendo fortaleza. Expresó su gratitud a Mons. Luis Argüello, a los provinciales dominicos y carmelitas, a su comunidad de San Esteban, a sus compañeros sacerdotes y a su familia, especialmente a su madre fallecida. Destacó la importancia del servicio y la comunión. Por su parte, fray David, en un discurso breve, agradeció a Dios por su llamada y a la Virgen María por su guía. También expresó gratitud al Arzobispo, a los provinciales, a su familia, especialmente a su madre, y a la comunidad dominicana de Salamanca. Pidió oraciones para servir con amor, siguiendo el ejemplo de Cristo.