60 jóvenes dominicos celebran la Semana Santa en Caleruega
Bajo el lema: “Sentid. Ved. Creed” los jóvenes del MJD, junto a algunos laicos y familias, viven y comparten el Triduo Pascual en pueblos de Burgos
Bajo el lema: Sentid. Ved. Creed. los jóvenes del Movimiento Juvenil Dominicano de España, junto a algunos laicos y familias, han celebrado y compartido el Triduo Pascual en pueblos de alrededor de Caleruega, a saber, Doña Santos, Santa María del Mercadillo, Quintanarraya y Ciruelos de Cervera.
A través de las formaciones impartidas por diferentes personas vinculadas al MJD, los jóvenes han podido profundizar en el sentido transcendental y humano de estos días de la Semana Santa. Unidos a los sentimientos de Pedro y Judas pudieron sentir en primera persona lo que significaba acompañar la angustia y el miedo de Jesús en Getsemaní, o el rechazo de Pedro a que Jesús le lavara los pies (con un taller impartido por Laura Fernández, secretaria del MJD). Contemplando la cruz, y el dolor, pudieron ver que el dolor pasa, que tiene un sentido, y que de él nace la vida nueva (con un taller impartido por Ángela Gómez, del grupo Igande Berri). Y en el silencio del Sábado Santo, en el desierto más profundo, pudieron creer en la promesa de Dios, pues es en el vacío y en la soledad donde la fe realmente se asienta, y donde permanecer cobra más sentido que nunca (con un taller impartido por Fr. Félix Hernández, O.P., asistente religioso del MJD).
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Poder acompañar a las familias de los pueblos de la provincia burgalesa en los días del Triduo supone un motivo de alegría tanto para las personas residentes de los pueblos, como para los jóvenes, que tras las formaciones recibidas partían hacia sus pueblos de referencia para preparar en comunidad la celebración de los oficios de Semana Santa. Acompañando con cantos, moniciones y símbolos, llegaba la alegría de la Pascua a esas comunidades de la España vaciada.
Fr. Félix Hernández, Fr. Vicente Niño y Fr. Cecilio Molina de la Provincia de Hispania, junto a Fr. David Orique de Estados Unidos, acompañaron a los jóvenes en las diferentes comunidades. Los laicos y las familias celebraron los oficios junto a las hermanas contemplativas y los frailes de Caleruega.
Toda una experiencia de fe, de compartir, de crecer personalmente, de vivir en comunidad. Dios ha hecho sus obras, y al igual que a los discípulos en el monte Tabor, ahora los jóvenes son enviados de vuelta a sus casas, para que allí a donde vayan sean capaces de llevar esa sonrisa de Cristo, de resucitado. Una sonrisa que es percibida con la mera presencia, porque sobran las palabras cuando Cristo ha resucitado.
Feliz Pascua de Resurrección.
Pablo Añorbe.