Pascua y fe en la Sierra de Albarracín
El centro de las reflexiones de este año fue el de la fe. De modo que vivimos el significado de cada día de la Semana Santa partiendo desde este punto de vista y profundizando en lo que nos podía aportar a nosotros como jóvenes.
Éramos unos cuarenta y estábamos repartidos en cuatro comunidades en cada uno de los pueblos: Albarracín, Terriente, Gea de Albarracín y Tramacastilla. Así, cada grupo, tras compartir la reflexión de la mañana juntos en Albarracín, celebraba el Triduo Pascual en la parroquia de cada pueblo. En cada comunidad-pueblo éramos unas 10 personas y contábamos con un sacerdote.
Otro vínculo fuerte en estos días son las monjas dominicas de Albarracín, que son las encargadas de acogernos y enviarnos a la misión durante estos días y cuando acabamos. Sin ellas, sin su oración ni su presencia, sería más difícil y son un puntal imprescindible de la Pascua Rural. No deja de sorprendernos su cariño y lo que se preocupan por todos nosotros.
Vicente Botella nos recordó que lo que nos había reunido allí a jóvenes y mayores era la figura de Jesús. Y esto me hizo pensar. Porque es cierto que, difícilmente, por cualquier otro interés o afición, nos habríamos acabado juntando un grupo como aquel de personas. Que era la figura de Jesús (y evidentemente, en lo que se derivaba: la fe, las celebraciones...) lo que nos mantenía unidos y daba sentido a nuestra presencia. Esta también fue la premisa desde la que partieron las personas encargadas de preparar las reflexiones de cada mañana.
Raquel Amat, Cristina Expósito y Raquel Andres nos ayudaron a profundizar en el sentido del Jueves Santo, sobre todo en la última cena y el lavatorio como gestos de entrega, de servicio, símbolos de ese cambio de mundo, el Reino, en el que el amor es el motor de cambio. Empezaron por hacernos conscientes de lo compleja y difícil de interpretar que es la realidad y como a pesar de la mucha información, es frecuente que percibamos más lo negativo que lo positivo.
Continuaron ofreciendo una perspectiva de la sociedad de la época de Jesús y como Jesús aparece en ese contexto y rompe con su mensaje con muchas de las cosas establecidas en la época. Desentrañando su mensaje y su vida llegaron a la conclusión de que hay que tener vida, para poder darla y ello implica que tenemos que cultivarnos interiormente, cuidar nuestra fe. Este es un cambio que será beneficioso para todos y que no podemos esperar a que se produzca por sí solo, tenemos que mojarnos, que implicarnos en ello.
Bajo el provocador título de El "suicidio" de Jesús el viernes Santi Vedrí y Teresa Hernández nos explicaron el conflicto que supuso Jesús para los poderes de su tiempo, tanto para el político, como para el religioso y de ahí que fuera ejecutado violentamente, puesto que vieron en peligro su poder. Vimos que Jesús entra en conflicto por defender la dignidad de los últimos, de los despreciados por la sociedad de aquel momento, por anunciarles el Reino. Se puso de manifiesto que Jesús es consciente de lo que le puede pasar, que no es un suicida. El confía en el Padre y mantiene su coherencia y voluntad de servicio hasta el final.
El Sábado Santo la reflexión se centró en el proceso que vivió la comunidad de los apóstoles desde la muerte de Jesús hasta que experimentaron la resurrección. Abordamos sus diferentes sensaciones durante este proceso: miedo, tristeza, esperanza. Y las hicimos nuestras actualizándolas a nuestro día a día. Fue una experiencia vivida no sólo desde la reflexión, sino también desde los sentidos y los sentimientos, que Dioni Yañez y Paco Tolmo supieron recrear con gran acierto.
Fueron muchas las vivencias que pasaron durante estos días. Lo cierto es que todos los compañeros que compartíamos cada comunidad acabamos congeniando mucho, seguro que más que las expectativas que teníamos al inicio. A menudo pasa que uno no valora bastante lo que puede llegar a vivir o compartir con las personas que tiene a su lado. Igualmente fue la relación con la gente de los pueblos, sobre todo partiendo de que lo que nos une es la fe.