Personas en movimiento: de la hostilidad a la hospitalidad
Se han reunido unas 50 personas para participar en el encuentro de formación de Acción Verapaz, sobre las migraciones.
Del 23 al 25 de junio se reunieron en Salamanca unas 50 personas para participar en el XIII encuentro de formación de la ONG de los dominicos Acción Verapaz, centrado en el tema de las migraciones.
La ponencia marco del sábado por la mañana, que impartió Miguel Gonzáles Martín, coordinador del Servicio Jesuita de Migrantes y director de la Fundación Ignacio Ellacuría, presentó, de manera clara y pedagógica, un cuadro completo de los problemas que sufren las personas que llegan hasta nosotros, huyendo de situaciones inhumanas.
La movilidad es una característica del ser humano, presente a lo largo de la historia
Según Miguel Gonzáles la movilidad es una característica del ser humano, presente a lo largo de la historia. Unas veces la movilidad es voluntaria, motivada por la curiosidad, el deseo de cambio de aires, por afán de aventura… El turismo masivo de nuestro tiempo es el mejor símbolo. Pero otras veces es involuntaria, forzada por el hambre o la violencia, como principales causas, por la necesidad de huir de contextos poco propicios, para una vida humana digna.
Miguel explicó también que la hostilidad como actitud se centra en quienes se mueven de manera forzosa, va contra los pobres, que son vistos como extraños en el país receptor; y ellos mismos se ven como expulsados, desterrados y viven la situación en el nuevo país como un exilio. El símbolo que expresa este rechazo, son las barreras, los muros de todo tipo, físicos, mentales y emocionales, que levantamos frete a ellos, para que no entren; y, cuando lo consiguen, les echamos.
La alternativa, humana y cristiana, no puede ser otra más que la hospitalidad
La alternativa, humana y cristiana, no puede ser otra más que la hospitalidad, que busca la transformación del huésped y del anfitrión, haciéndole pasar del rechazo a la acogida. La hospitalidad provoca un dinamismo expansivo, que sigue estos pasos: el que llega pasa de extraño a huésped, a prójimo, a vecino y, finalmente, a ciudadano, es decir a una nueva relación entre quien recibe y el que llega basada en la igualdad y la simetría: todos tenemos los mismos derechos y los mismos deberes.
De las dos experiencias de la tarde, la primera fue la de la organización ACCEM Salamanca (Entidad especializada en el trabajo vinculado al derecho de asilo), presentada por Teresa Moreira, trabajadora social del Programa de Acogida Temporal a Solicitantes de Protección Internacional, y Luis Ávalos, abogado de ACCEM Salamanca. Descubrió el trabajo que hacen para resolver los múltiples problemas de todo tipo, que afectan a las personas inmigrantes y refugiadas, que llegan a Salamanca y están en situación irregular. Fue de especial interés la información que ofrecieron sobre los aspectos jurídicos que rodean a estas situaciones.
La segunda experiencia la ofreció Margarita Corrionero, miembro de la Asamblea de Migrantes de Salamanca, una organización de creación más reciente, menos estructurada y compuesta por personas sensibilizadas por el problema y que trabajan a pie de calle en acciones de sensibilización y denuncia, a la vez que de ayuda a las necesidades y problemas concretos de las personas refugiadas.
La tercera experiencia la expuso, en la mañana del domingo, Mª Jesús Alario, médica y socia de Acción Verapaz. Fue un testimonio impactante sobre cómo llegó ella a sensibilizarse y preocuparse por el problema, lo que le llevaría a estudiar el origen, sobre todo del exilio de tantos sirios, y a ir, en su período de vacaciones, a ofrecer sus servicios profesionales como médica al campo refugiados de Termópilas, en Grecia, acompañada de su compañero y sus dos hijos gemelos, de 13 años.
Ante la cruda realidad que los participantes fueron descubriendo durante el encuentro era comprensible que los sentimientos fuesen de: vergüenza, indignación, impotencia… Fue lo que expresó en una frase la propia Mª Jesús, resumiendo lo que había hecho en el campo: “pan para hoy y hambre para mañana”. Pero venciendo la apatía e indiferencia y uniendo pequeños esfuerzos para derribar muros y tender puentes, quizá la frase podría ser: “pan para hoy y esperanza para mañana”.