El dominico Antonio Praena recibe en Jaén el prestigioso Premio Andalucía de la Crítica
Por su obra poética “Historia de un alma”, un libro moral compuesto de retazos inmorales presentados sin juicio
El pasado jueves 17 de mayo el fraile dominico Antonio Praena recibió el XXIV Premio Andalucía de la Crítica por su libro de poesía “Historia de un alma”. Durante el acto, que tuvo lugar en el antiguo hospital San Juan de Dios de Jaén, también fueron galardonados Emilio Lara, en la modalidad de narrativa; Alejandro Pedregosa en la de relato, y Jorge Villalobos, en la de ópera prima.
“Historia de un alma” que ya recibió el XXVII premio de Poesía Jaime Gil de Biedma, fue seleccionado por el jurado de la Asociación Andaluza de Escritores y Críticos Literarios por entender que alumbrado por San Juan de la Cruz, aspiración a la que ansían los escasos poetas neomísticos, Praena consigue construir un discurso lírico impecable, pleno de sonoridad y contrastes, mezcla bien fraguada de fondo y forma. En esta intensidad no desdeña los temas más oscuros: la prostitución, el proxenetismo, las drogas. En su lenguaje, siempre equilibrado, se combinan los más álgidos recursos léxicos con el argot de la calle. Su capacidad para mezclar la tradición con la posmodernidad es ciertamente admirable (“Carpe noctem” o “Recriminación de Manrique”). Heterodoxo y hasta subversivo, en “Historia de un alma” se refleja la realidad de una sociedad acuciada por la carencia de ilusiones, ideales y creencias, lo que se contrarresta con la egolatría, el sexo, la evasión, el lujo o la ausencia absoluta de conciencia. Estamos ante la radiografía descarnada de una sociedad que renuncia a la verdad, la bondad y la belleza para investirse de hipocresía, materialidad y negligencia.
Emocionado, Praena pronunció el siguiente discurso de agradecimiento tras recoger el galardón:
Corre el año 1978. Estamos en un pueblo de la provincia de Granada, un pueblo entre cerros cuyo nombre es Purullena. Muchas de sus gentes viven en cuevas, cuevas pobres excavadas en la arcilla de los cerros. Es el año 78 y hay esperanza. Cambios que parecen dar sentido a un tramo de nuestro tiempo y nuestra historia. Los caminos están abiertos.
Se encuentra en construcción el nuevo grupo escolar. Mientras tanto, este curso la clase se ha instalado en un bajo. Pueden verse los ladrillos sin revestimiento y el cemento que los une. Mapas ajados en las paredes. Un cuadro en blanco y negro de la Virgen María. Las ventanas son de hierro pintado con un minio naranja que no ha logrado protegerlo de la humedad. Hay niños de distintos cursos en la misma clase.
La maestra -Consuelo Íñigo Valdenebro, la señorita Chelo, que es de Valencia- ha escrito algo en la pizarra. Sólo un niño lo ha leído de seguido y ha respondido: “es un poema”. Tiene cinco años y la maestra lo ha premiado con uno de los juguetes usados que ella misma recoge entre sus familiares para premiar a sus alumnos. No importa lo que fuera aquel juguete, porque el verdadero premio será el resto de la tarde, una larga tarde de mayo jugando en un patio encalado, limpio, con petunias. El mundo, ese mundo pequeño, tenía sentido porque había amor, futuro y asombro.
Cuarenta años después, acompañado de su familia, aquel niño -es mayo también y azul la tarde - recoge un premio de la mano de los críticos y escritores andaluces por un libro duro, extraño y desagradable que se introduce en el mundo de la abundancia, un mundo al que, sin embargo, se le ha caído el horizonte del sentido y del asombro. Muchas gracias desde el corazón de aquel niño.