Profesiones solemnes en la Basílica San Vicente Ferrer de Valencia
El 14 de septiembre profesaron en manos del Prior Provincial, Fr. Antonio Rafael Medialdea Villalba y Fr. Carlos Antonio Ávila Martínez
El pasado sábado 14 de septiembre, fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, emitieron su profesión solemne en manos de Fr. Jesús Díaz Sariego, prior provincial de la provincia de Hispania, Fr. Antonio Rafael Medialdea Villalba y Fr. Carlos Antonio Ávila Martínez. Aparte de la comunidad del Real Convento de Predicadores, asistieron a dicha celebración frailes de las demás comunidades de Valencia, así como Torrente y Córdoba. Estuvieron presentes familiares y amigos, así como distintos miembros de la Familia Dominicana: laicos, hermanas de vida activa y miembros del Movimiento Juvenil Dominicano. También los acompañaron sacerdotes de la diócesis de Valencia, además de la parroquia San Miguel Arcángel de Guadix (Granada). Los cantos estuvieron a cargo de la camerata conventual del estudiantado.
Fr. Jesús, quien presidió la eucaristía, durante la homilía remarcó en dicha fiesta de la Santa Cruz la importancia del cuerpo y de poseerse a uno mismo, como elementos fundamentales de su consagración. Asimismo, la humildad de Cristo y su amor incondicional al ser humano en la cruz serviría como ejemplo a los profesos para «servir a los demás, siendo el pan de los que sufren».
Al final de la celebración eucarística, Fr. Antonio Rafael (Toño), en nombre de ambos, expresó su sincero y profundo agradecimiento por todo lo vivido durante su anterior período de preparación como fraile predicador. Aprovechó para transmitir su gratitud a sus familias, amigos, compañeros, sacerdotes, hermanos de la comunidad y miembros de la Familia Dominicana, que los han acompañado durante estos años de formación. También hizo mención de los distintos ámbitos en los que ambos han colaborado durante su etapa en Valencia: Centro Ecuménico Interconfesional de Valencia (CEIV) y el Centro Padre Congar. Fr. Toño agradeció especialmente a los jóvenes, provenientes de los apostolados en los que ha estado colaborando, tanto su cariño como su presencia en un día tan señalado.
Al final de la tarde, todos pudieron disfrutar de un ágape, con el que dieron término a la celebración de una jornada igual de memorable que entrañable. Los recién profesos saben que además pueden contar con las oraciones y buenos deseos de todas aquellas personas que no pudieron asistir a la ceremonia, y así también desean agradecérselo.