El convento de dominicos de El Vedat (Valencia) se convierte durante cuatro días en una caravana incesante de bondad
Recogieron mantas, ropa de abrigo y sacos de dormir para la entidad ‘Amigos de la calle’
"Estuve con frío y me abrigasteis". Esta podría ser una buena adaptación o un añadido a las obras de misericordia que el mismo Jesucristo plantea a los suyos. El clamor del frío de la calle no pudo pasar desapercibido a quienes acaban de vivir una Navidad diferente, pero más solidaria que nunca. Sólo bastó un escueto mensaje: "la organización Amigos de la calle necesita con urgencia mantas, sacos de dormir y ropa de abrigo". Entonces se reenvió dicha petición, como un eco de auxilio nacido en una realidad cada vez más cruda y silenciosa. Por tanto, como si de una nueva frontera de predicación se tratase, se trasladó dicha necesidad a los más allegados de las celebraciones dominicales del convento de los dominicos. Jamás se pudo imaginar una ola de solidaridad tan inmensa. Entidades, asociaciones de vecinos, empresas pero, sobre todo, mucha gente sensible, generosa, aportando su granito de arena.
Seguir creyendo que esta pandemia también saca ese lado de empatía
El convento de dominicos de El Vedat (Valencia) se convirtió durante cuatro días en una caravana incesante de bondad a manos llenas. El atrio del templo fue un depósito de misericordia. Cuatro furgonetas repletas de razones, para seguir creyendo que esta pandemia también saca ese lado de empatía, que cada uno lleva y sólo necesita verdad y transparencia.
Luego vinieron los agradecimientos de Amigos de la calle; la reseña en Paraula, la revista de noticias de la Diócesis... pero lo más hermoso y lo que queda son las fotos de las mantas, los sacos de dormir y la ropa de abrigo, repartida por esos rincones de Valencia, donde nuestros Cristos viven a la intemperie de la noche.
La misericordia, sigue siendo el motor de nuestra existencia
Filomena dejó tras de sí algún banco vacío para siempre, nombres anónimos para muchos pero, con una huella imborrable en el corazón de ese grupo de ángeles nocturnos, que siembran luz en el rostro de las personas sin hogar. Esos mismos ángeles que tienen la generosidad de involucrar en su sueño a otros, escribiendo escuetos mensajes. Tal vez, Filomena nunca pensó que en los Dominicos de El Vedat la misericordia, sigue siendo el motor de nuestra existencia.