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Reflexión del Maestro de la Orden sobre la Cuaresma

2 de marzo de 2009

Como es tradición, el Papa Benedicto XVI dio inicio solemne a la Cuaresma con una Celebración Eucarística y la imposición de la ceniza en la Basílica de Santa Sabina.

Entrevistado en Radio Vaticano, el Maestro de la Orden, Fray Carlos Azpiroz OP, se refirió al mensaje del Papa para esta Cuaresma catalogándolo como “hermoso”, al tiempo que profundizó sobre el sentido del ayuno.

Tras aludir a la centralidad que el alimento y el ayuno tienen en la revelación de la Biblia, del Antiguo Testamento y el Evangelio, Fray Carlos reivindicó al ayuno como un elemento de preparación del espíritu, a través del cuerpo, para algo superior. “El ayuno cuaresmal asume esta realidad natural, pero con un intencionalidad sobrenatural”, destacó el Maestro de la Orden. “Se asumen las cosas naturales con una inspiración y finalidad diversa, no autoreferencial”  porque, “el sentido del ayuno es por Dios y también para sacrificarme por los hermanos, para poder ofrecer aquello de lo que yo me privo en bien de los demás”, precisó.

El miércoles de ceniza Benedicto XVI presidió una asamblea de oración en forma de “Estación” romana, en la Basílica de Santa Sabina, en el Aventino. La celebración comenzó en la Iglesia de San Anselmo, donde tuvo lugar el momento de oración,  seguido por  la procesión penitencial hacia la Basílica de Santa Sabina. Fray Carlos destacó, en Radio Vaticano, la importancia de la tradición de la visita del Papa a la Basílica de Santa Sabina al inicio de la Cuaresma, así como la alegría y el sentimiento de fiesta que, pese al clima cuaresmal, genera en los dominicos.

Comentó que el inicio solemne de la Cuaresma por parte del Papa con una Celebración Eucarística  y la imposición de las cenizas en la Basílica de Santa Sabina  es una tradición muy antigua, interrumpida en algún momento, pero luego retomada por el Beato Juan XXIII. Recordó que la Basílica fue ofrecida por el Papa Honorio III a Santo Domingo y sus primeros frailes en al año 1220.  Esta bella y antigua Basílica había sido consagrada por el Papa Celestino I entre los años 422 y 432. Fray Carlos señaló como “paradójico y simpático” que, desde su consagración, hasta que fue ofrecida a Santo Domingo, transcurrieron 788 años, los mismos años que pasaron desde que fue entregada a la Orden hasta el 2009.

El Maestro confesó que pese al clima de sobriedad y de silencio que impone la Cuaresma, la visita a la casa de los dominicos del Vicario de Cristo o, como lo llamaba Santa Catalina de Siena, “dulce Cristo en la tierra”, es un motivo de fiesta, “es imposible evitarlo”.

 

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