Los restos mortales de Mons. José María García Graín, trasladados a la catedral de Puerto Maldonado
El dominico fue el cuarto obispo vicario de Puerto Maldonado
El domingo 28 de mayo de 2023, solemnidad de Pentecostés, fueron trasladados los restos mortales del dominico Monseñor José María García Graín, 4° obispo vicario de Puerto Maldonado, a la Catedral de Puerto Maldonado.
Monseñor García Graín, había nacido el 24 de agosto de 1883 en el pueblo asturiano de Parlero (España). Con 44 años bien cumplidos, en 1927, dejó la vida académica y pedagógica que ejercía en España para incorporarse como misionero activo en las misiones que los dominicos realizan en la región amazónica del suroriente peruano en las cuencas de los ríos Madre de Dios y Urubamba entre diferentes grupos nativos, comunidades ribereñas, pueblos andinos, colonos y migrantes.
A pesar de tener una precaria salud, era un hombre tenaz, trabajador y sensible. Vivió como misionero de avanzada en la misión de Koribeni entre los nativos machiguengas, fue profesor en varios centros educativos de Cusco y Lima y sirvió como animador de comunidades de frailes dominicos en diferentes conventos de Perú. Ejerció su autoridad con tino y caridad.
Fue consagrado, en Lima, obispo de Alabanda y vicario apostólico de Puerto Maldonado el 22 de mayo de 1949 tras la inesperada y trágica muerte de su predecesor, Monseñor Enrique Álvarez. Su lema episcopal: La caridad de Cristo nos apremia resume su inquietud y ardor misionero al tiempo que resalta su sensibilidad social hacia los más pobres y desfavorecidos.
Entre sus aportes y logros en su ejercicio episcopal se destacan: la erección de las misiones de Sepahua y Timpía, el traslado de las misiones de Koribeni y Shintuya, la creación de Radio Madre de Dios en 1957, la creación del 'Grupo Móvil' educativo, hoy la RESSOP, y la aprobación de la Asociación de Misioneros Seglares de Puerto Maldonado, MISEMA. El 7 de febrero de 1958 recibió del entonces presidente del Perú, Manuel Prado, la condecoración de la Orden "Al mérito por servicios distinguidos", en reconocimiento a su fecunda labor apostólica y social en el territorio nacional.
El 27 de mayo de 1959 murió tan santamente como había vivido, dando gracias a Dios y a la Virgen del Rosario, por todos los beneficios que había recibido, en la clínica Stella Maris de Lima. Fue un verdadero hombre de Dios y, ante todo, un gran apóstol misionero. ¡Descansa en Paz!