Ropajes de siete siglos
El monasterio de las Dominicas exhibe junto al sepulcro de la hija de Alfonso X El Sabio la camisa, la saya y el tocado con el que fue enterrada la infanta en 1275.
El Monasterio de las Madres Dominicas de Caleruega exhibe desde ayer el ajuar funerario con el que fue enterrada hace 700 años la infanta Leonor de Castilla, una de las hijas de Alfonso X El Sabio. Se trata de un conjunto textil de un incalculable valor histórico hallado hace dos años cuando se abrió el sepulcro del medievo en el que han reposado los restos de la infanta. Ahora puede verse en el monasterio tras un importante trabajo de restauración enmarcado en un proyecto cultural para el que la Junta invirtió 75.000 euros.
El director de Patrimonio Cultural de la Junta, Enrique Saiz, acompañado por la alcaldesa de Caleruega, Lidia Arribas, y la madre superiora de la congregación, sor Margarita, además de los responsables del Archivo Histórico de Simancas, presentaron ayer en el cenobio el resultado de este trabajo «que permite conocer en detalle la vestimenta con la que la joven Leonor fue enterrada en el siglo XIII» explicó Sáiz. En declaraciones recogidas por Ical, añadió que se trata de un ajuar funerario «que ha sido conservado pese a los avatares del tiempo, y que da cuenta del modo en el que los nobles de la época vestían». Entre ellos la infanta, cuya mortaja fue una camisa «de un lino muy fino», una saya de algodón y seda acordonada acompañada de un tocado que daba cuenta de su importancia social.
Esta muestra es parte del proyecto de recuperación y restauración del sepulcro de la infanta doña Leonor, en el Real Monasterio de Santo Domingo de Caleruega, que desde 2013 viene desarrollando la Consejería de Cultura y Turismo, en el Centro de Conservación y Restauración de Bienes Culturales de Simancas.
Cabe recordar que el Monasterio de las Madres Dominicas de Caleruega se fundó en 1266 por orden expresa de Alfonso X El Sabio como da cuenta el citado ‘Privilegio de Alfonso X’ para que los restos de su hija estuvieran en tierras castellanas. Así lo atestiguan tres documentos de la época que también pueden verse en la sala dedicada a la infanta.
«Un libro de historia a la vista de todos los turistas» que durante este año se acercan hasta la localidad ribereña con motivo del 800 aniversario de la fundación del monasterio. Así lo remarcó Sáiz, quien destacó que «se trata de poner en valor un patrimonio cultural que ejemplifica muy bien lo que es el patrimonio moderno», comentó. «Porque no solo hablamos de un personaje importante para la historia de Castilla sino que nos habla de la muerte de una persona joven que fallece junto a su padre, y que por deseo de éste es enterrada aquí», añadió.
Custodiado durante siete siglos por las madres dominicas, los restos de la infanta Leonor estuvieron durante años en clausura. Hace dos años, el sepulcro fue objeto de un esmerado trabajo arqueológico que permitió mejorar su estado de conservación. Asimismo, fue el momento en el que se abrió el mismo y se descubrieron los restos de la hija del monarca castellano para descubrir que Leonor de Castilla era una mujer de 1,70 centímetros de altura -algo poco habitual en la época medieval-, al tiempo que se vieron los ropajes con los que fue amortajada.
Una de las restauradoras, Teresa Valladares, resaltó «el valor de la camisa de lino, elaborada en base a un tejido que hoy no encontraríamos, y que también da cuenta de la forma del cuerpo de la hija del monarca». Explicó que la saya o vestido de gala con la que fue enterrada «es una prenda muy lujosa elaborada en seda y algodón adornada con piel de conejo, un vestido largo acorde a la estatura de la infanta Leonor que destacó en la época por ser una mujer esbelta y bella, como inmortalizaron algunos pintores de la época».
Los expertos explicaron que las telas se encontraban en un estado de conservación desigual y deficiente, y del ajuar se pudieron recuperar varias prendas con las que fue enterrada en 1275: una saya encordada, que ejemplifica a la perfección la vestimenta femenina del siglo XIII, restos de la camisa interior y pequeños fragmentos del tocado o velo que cubría su cabeza.
Las piezas presentaban evidentes signos de alteración, de deshidratación y acidificación de las fibras, con la pérdida material en casi la totalidad de la parte inferior de la saya, mientras que de la camisa sólo quedaban algunas fibras. Los estudios han contribuido a entender la modificación de su aspecto y plantear unos procesos en base a un criterio arqueológico supeditado a los resultados obtenidos.
Un sepulcro medieval
El Monasterio de las Madres Dominicas de Caleruega fue fundado por Alfonso X el Sabio, transformando en iglesia y monasterio la casa solariega de los Guzmanes, casa donde nació Santo Domingo. Coincidiendo con el primer centenario del nacimiento del santo llevó allí a las monjas de San Esteban de Gormaz, en 1270. Ya en 1275, la infanta Leonor muere mientras acompañaba a su padre, Alfonso X, a su encuentro con el Papa Gregorio X. El rey ordena que sea enterrada e el Real Monasterio de Santo Domingo, depositándose el cadáver en el cenobio meses después, en un sepulcro exento que de haberse conservado estaría entre los más destacados exponentes de la funeraria castellana del siglo XIII.
Debido a la magnitud de los daños, se desmanteló en 1933 conservándose en nuestros días, sólo un fragmento del cuartelado, los tres leones del basamento y la momia junto a lo que queda de su indumentaria funeraria. Gracias a estos restos, y a la recuperación material e histórica de su origen, se sitúa a Leonor en el lugar que le corresponde en la historia del origen monasterio y la orden, al que tanto los hermanos dominicos como las hermanas otorgan gran importancia.
Son muchas las voces que piden que el Rey Felipe VI acuda a Caleruega con su primogénita, la infanta Leonor, para conocer la historia de la infanta con la que comparte nombre y parentesco. Petición oficial a la Casa Real que aún no se ha efectuado, pero no se descarta.
Fuentes: El Correo de Burgos y Junta de Castilla y León