Siguiendo los pasos de Santo Domingo de Guzmán en la Predicaminata+
Emula el recorrido que hizo Santo Domingo de Madrid a Segovia, donde fundó el primer convento de frailes dominicos de España
Con motivo del VIII Centenario de la llegada de Santo Domingo a Segovia, la Fraternidad Laical de Atocha organizó la peregrinación “Predicaminata+” para emular el recorrido que hizo Santo Domingo de Madrid a Segovia, donde fundó el primer convento de frailes dominicos de España: el convento de Santa Cruz la Real.
La mañana del 6 de diciembre, 6 atrevidos e ilusionados predicaminantes partieron de la estación de metro de Montecarmelo, Madrid, en dirección a Manzanares el Real, final de esta primera etapa. Comenzaron encomendándose a Santo Domingo para que transcurriera el camino sin ningún percance. Anduvieron por los campos madrileños gran parte de la mañana, con muy buen tiempo y hasta incluso calor, haciendo alguna que otra parada para recargar pilas. La jornada fue larga y cuanto más andában el entusiasmo y la solidaridad entre ellos iba creciendo.
Tras una larga jornada llegaron a Manzanares el Real ya anochecido y el cansancio se hacía notar sobre todo en los pies, lo que no impidió una cena fraternal en el hostal donde se alojaron, un bonito lugar en la Pedriza. En total Recorrieron 40 kilómetros.
A la mañana siguiente partieron de la Pedriza con una mañana esplendida y un paisaje de la sierra madrileña que bien merecía la pena inmortalizar. Al pie de la montaña compartieron oración antes de partir, esta vez fue la “parábola de los gansos” que fue aplicada durante el camino, pues los más fuertes tiraban de los más débiles, no solo tiraban, sino que se preocupaban de que nadie se quedara atrás, y entre ánimos, risas, momentos de reflexión, montañas y riachuelos, llegaron al final de la segunda etapa, Cercedilla y otros 23 kilómetros. Allí se unió otro atrevido predicaminante recibido con gran alegría.
Ésta última etapa, Cercedilla–Segovia, es la que habitualmente se hace todos los años el último fin de semana de Mayo. Fue la más dura debido a su largo recorrido de 35 kilómetros por la sierra madrileña incluyendo el puerto de la Fuenfría. Los kilómetros se acumulaban en nuestros pies, pero la ilusión no cedía, todo lo contrario, las vivencias iban aumentando, así como reflexiones, voluntad, finalidad y propósitos.
Llegaron a Segovia ya anochecido, con la alegría del logro y con la tradicional fotografía al pié del acueducto.
Del acueducto se trasladaron al convento de Santo Domingo el Real, donde la comunidad de Hermanas Dominicas que durante todo el camino estuvieron acompañando su camino a través de mensajes por WhatsApp de ánimo y cariño, les prepararon una suculenta cena.
La mañana del domingo rezaron Laudes y Tercia con las hermanas y a continuación un buen desayuno en un ambiente acogedor que permitió compartir experiencias y anécdotas del camino. Disfrutaron del ambiente fraternal por la alegría de haber culminado este reto de sentirse identificado con el espíritu misionero de Santo Domingo y predicar, ponerse en camino, salir de donde uno está para ir en busca de los demás a llevarles la Palabra de Dios.
A continuación bajaron a La Cueva de Santo Domingo, donde les esperaba el Padre Lastra, también predicaminante en otras ocasiones, para celebrar la Eucaristía. Destacó en su homilía la indicación que hizo sobre el saber utilizar en cada momento de la vida la sabiduría que Dios nos concede y aplicarla tanto en nuestro transcurrir cotidiano como en la montaña. También estuvieron algunos miembros de la Fraternidad de Atocha y Segovia.
Tras la Eucaristía como conclusión de la peregrinación, se realizó una comida de Fraternidad en un restaurante segoviano, para luego dirigirse con las mochilas al hombro a coger el tren en dirección a Madrid.
Ha sido una experiencia inolvidable, que valía la pena para celebrar este VIII Centenario de la llegada de Santo Domingo a Segovia y que no hubiera sido posible sin la ilusión, el compañerismo, la fraternidad y por supuesto las queridas hermanas del convento de Santo Domingo de Segovia que les animaron durante todo el trayecto.
Todos estos días les han hecho reflexionar sobre el comportamiento humano, lo fáciles que son las cosas cuando se comparten y lo feliz que te puedes sentir compartiendo sentimientos, recibiendo apoyo y ánimos por parte de otros hermanos/as. Por que la meta que se persigue no es ser el más fuerte, ni el más valiente, sino la entrega y el compromiso con todos los que te rodean.