Superioras generales dominicas se reúnen para abordar los abusos en la Iglesia
Una jornada de formación e información enfocada en la prevención y acompañamiento de las víctimas
El pasado 10 de octubre, en Casa Hispania, se llevó a cabo un significativo encuentro de formación e información en el que participaron las superioras generales de diversas congregaciones dominicanas, junto con otras hermanas, para reflexionar sobre la problemática de los abusos sexuales, de poder y de conciencia. Este evento, que se extendió desde las 9:00 hasta las 20:30 horas, representó una jornada intensa y de profundo impacto para todas las hermanas. Con este Encuentro, han demostrado así su compromiso colectivo frente a esta urgente temática que afecta tanto a la sociedad como a la Iglesia.
La jornada fue dirigida por Dña. Mª José Díez Alonso, delegada Episcopal de Protección de Menores y Acompañamiento a las Víctimas de Abusos en la Diócesis de Astorga, y miembro del Servicio de Coordinación y Asesoramiento a Oficinas de Atención a Víctimas de la CEE. Su experiencia y sensibilidad permitieron una reflexión profunda y bien fundamentada en torno a los factores que rodean a los abusos y a las medidas de prevención y protección necesarias para enfrentar de manera efectiva, este problema.
En su exposición, la Sra. Díez Alonso abordó los "Factores de Riesgo" que facilitan la vulnerabilidad de ciertos menores, detallando aspectos relacionados con la víctima, como el género, la edad, y el estado cognitivo y emocional. También exploró las características de la familia, incluyendo situaciones como la falta de una tutela adecuada y estructura familiar, así como los factores sociales y culturales, como la pobreza, los conflictos bélicos, los trabajos forzosos, la prostitución y otros contextos adversos.
Además, la ponente abordó "Tres Niveles en los Factores de Protección”, que pueden reducir significativamente la vulnerabilidad frente a situaciones de abuso. En primer lugar, expuso los factores relacionados con los niños, los factores relacionados con los padres, los factores a nivel de comunidad educativa o parroquial, destacando un entorno comunitario positivo, y de vida estable.
Díez Alonso, explicó detalladamente cómo actuar ante un conocimiento de un abuso, enfatizando la importancia de mostrar sensibilidad y atender las necesidades inmediatas del menor, sin posponer el momento que éste ha elegido para hablar. Subrayó la relevancia de realizar una escucha activa, brindando apoyo y transmitiendo confianza, además de ayudar al niño o adolescente a normalizar sus emociones negativas, en un entorno de acogida.
Asimismo, resaltó las responsabilidades del acompañante. En estos casos, es quien debe mantener siempre una actitud de sinceridad, evitando promesas o afirmaciones imprecisas. Se le pide, además, que documente de forma objetiva y detallada todo lo observado y escuchado, y que informe de inmediato a la familia, o a los Servicios Sociales, según corresponda. Además, señaló la importancia de ofrecer asesoramiento jurídico, apoyo psicológico y acompañamiento espiritual al menor, dentro de un marco de escucha y acogida, de modo que éste cuente con un entorno seguro y confiable. Para iniciar este proceso de apoyo, subrayó la necesidad de contar con el consentimiento expreso de la familia, garantizando siempre la transparencia y el respeto en cada paso.
Después, se trató el tema de los abusos en el contexto de la Iglesia católica, centrándose en el abuso sexual a menores y adultos, lo cual genera en las víctimas sentimientos profundos de miedo, culpa y vergüenza. La reflexión incluyó también el abuso de poder, que impacta la percepción, el pensamiento y el comportamiento de las personas afectadas, a través de un uso distorsionado de la autoridad. También discutieron sobre el abuso de conciencia, donde se manipulan los valores religiosos y la autoridad religiosa, generando una influencia que puede llegar a limitar el desarrollo y la libertad de quienes están en esa situación.
Mª José enfatizó que ciertas personas presentan un “mayor riesgo de victimización”, especialmente aquellos con capacidades limitadas para resistirse o revelar el abuso, como las personas con discapacidades físicas o psíquicas, sean menores o adultos, o aquellos que carecen de afecto y cuidado en el entorno familiar o comunitario. En estos casos, se presentan secuelas profundas en la víctima, tales como efectos traumáticos que incluyen una pérdida de equilibrio emocional, estrés, angustia, y una inversión significativa de energía psicológica en adaptarse a este contexto adverso, en lugar de poder concentrarse en su propio desarrollo evolutivo. Este proceso genera un “síndrome adaptativo”, en el cual la persona abusada puede ver reducida su capacidad crítica, y no poder asumir ciertas responsabilidades personales.
Se abordó también lo específico del abuso de conciencia en el contexto religioso católico, un tipo de abuso especialmente doloroso y complejo, ya que en él se involucra el nombre y la Voluntad de Dios. Este tipo de abuso hiere profundamente la percepción de la persona sobre lo sagrado, afectando su relación con Dios y su fe. En estos casos, el abusador utiliza frecuentemente la “Voluntad de Dios”, en combinación con las estructuras de la autoridad eclesiástica, aprovechándose de la relación jerárquica, la dirección espiritual, la confesión sacramental, la obediencia religiosa, los ejemplos de santos y figuras sagradas. Estas herramientas se convierten en medios de control y manipulación de la conciencia, afectando, tanto a menores como a adultos que buscan guía y apoyo en la Iglesia.
Este tipo de abuso de conciencia, por tanto, no se limita a los actos de poder visible, sino que puede surgir de un mal uso del poder de gobierno en la Iglesia, ya sea desde la autoridad religiosa o el poder espiritual que ciertos directores espirituales detentan. Cuando estos abusos de conciencia se entrelazan con el abuso de poder, se crea una situación que erosiona la autonomía de la persona y su capacidad crítica, dejando cicatrices profundas y duraderas en su vida espiritual y psicológica.
Mª José, explicó, las heridas del abuso desde el enfoque antropológico, diciendo que la violencia provoca una desintegración en las facultades de la persona, que quedan a la deriva y su libertad limitada, además desfigura y redefine la forma de percibir y juzgar la realidad.
Agregaba que, desde un enfoque clínico, las heridas del abuso, provoca traumas, y traumas complejos, como alteración de la regulación del afecto, de la conciencia, de la autopercepción, problema en la relación con los otros, somatización y la pérdida de la fe, entrando un sentido de desesperanza y desesperación.
Asimismo, se abordó, el compromiso y las acciones necesarias para acompañar a las víctimas en su proceso de sanación y justicia.
Por último, se plantearon temas esenciales sobre la formación de las religiosas, haciendo hincapié en la importancia de seleccionar adecuadamente a las formadoras y en el tipo de formación que debe impartirse a las nuevas generaciones de religiosas.
La jornada resultó muy provechosa, proporcionando a las Superioras Mayores una comprensión más amplia y enriquecida sobre estos temas.
Hna. Marcela Zamora, MDR
Secretaria de Familia Dominicana