Toma de hábito dominicana
El pasado jueves, 1 de noviembre, en el convento Santo Tomás de Sevilla, han tomado el hábito dominicano fray Juan Manuel Martínez Corral, Fray Francisco Pérez De Pieri, Fray Salvador Nguema Nguema Nchama (de Guinea Ecuatorial) y Fray Nixon Díaz Arias (de R. Dominicana).
Un año más hemos celebrado la toma de hábito de los novicios de este año 2012-13, de las Provincias de la Península Ibérica y algunos de sus vicariatos. Son cuatro los novicios: fray Juan Manuel Martínez Corral (Prov. Bética), Fray Francisco Pérez De Pieri (Prov. de Aragón), Fray Salvador Nguema Nguema Nchama, de Guinea Ecuatorial, y Fray Nixon Díaz Arias, de R. Dominicana (Prov. de España).
La celebración, que tuvo lugar el día 1 de noviembre festividad de Todos los Santos, en el noviciado de la Orden en España, Convento de Santo Tomás de Sevilla, y presidida por el presidente de turno de la JIP, Fray Pedro Juan Alonso, Vicario de la Prov. del Rosario. Fue concelebrada por el provincial de la Prov. de España, Fray Javier Carballo, el provincial de la Prov. de Aragón, Fray Esteban Pérez, el provincial de la Prov. de Portugal, Fray José Nunes, el provincial de la Prov. de Bética, Fray Miguel de Burgos, frailes de la comunidad de Santo Tomás y de otras comunidades dominicanas.
Esta ceremonia es la manifestación externa de algo que en ellos comenzó los primeros días de septiembre, con la intimación para el inicio del noviciado, año de prueba para ser fraile dominico. Esta breve y antigua ceremonia de la vestición del hábito dominicano, ya del principio de la Orden con nuestro Fundador, convierte al novicio en hijo de Santo Domingo de Guzmán, y supone un abandono “del hombre viejo”, para llegar a ser fraile “como una vida que empieza…”
Al vestirles con el hábito blanco y negro dominicano, se desea que el novicio haga realidad lo manifestado en sus palabras: progresar en la nueva vida con “la misericordia de Dios y la de sus hermanos dominicos”. Siempre con la ayuda del Espíritu, que es invocado con el himno “Veni creator”. Después reciben el abrazo de sus hermanos como signo de acogida en la Orden de Predicadores. Estuvieron acompañados por frailes, familia y amigos.