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Universidad y búsqueda de sentido

9 de abril de 2016

El sábado continuó el congreso “Alma Mater” con conferencias a cargo de fr. Sixto Castro, fr. José Antonio E. Aureada y doña Raquel Emilia Rodríguez y una serie de comunicaciones.

Continúa el congreso “Alma Mater” con dos conferencias y una serie de comunicaciones. Por la mañana, tuvo lugar la excelente intervención del profesor de estética de la Universidad de Valladolid, Fr. Sixto Castro Rodríguez, O.P, con el título “La universidad, la creación de sentido: Artes e historia”. Donde partiendo de la importancia del estudio en la Orden y su vinculación con la Universidad, centrándose en Santo Tomás de Aquino quiso desarrollar uno de los conceptos estructuradores de la universidad en la época moderna (Bildung) y vincularlo con con la cuestión del sentido.

La Orden de Predicadores se ha vinculado desde su nacimiento con el mundo universitario, Santo Domingo envió a los frailes a las universidades para que pudieran comprender su propia época. Un mundo medieval es más diverso que nuestra modernidad, donde se había recuperado el mundo griego desde las interpretaciones de la filosofía árabe, creyendo que se podía conocer la realidad mediante la razón, que es lo propio del hombre y lo que le asemeja a Dios. Es en la universidad donde se pone a funcionar esa razón, con formas de argumentar como quaestio disputata, donde, bajo la presidencia de un maestro, se examinaban argumentos opuestos, basados en la razón y en la autoridad, respecto a un problema teórico dado. De entre estas destacan las quodlibetales, en las que cualquiera, podía proponerle el tema al maestro, bien un tema de actualidad tanto de filosofía como de teología. Se solía poner todo sobre el tapete, incluso los temas más complejos y difíciles, incluso temas que podían ser polémicos y con una libertad académica sorprendente, como la existencia de Dios, la Trinidad, el poder del papado, etc. Este modo de pensar el mundo y plantearse la existencia tuvo un carácter fundamentar para la Orden y en este contexto se desarrolló la Summa teológica de Tomás de Aquino, quizá la obra más importante del medievo, tiene esa estructura comentada. Comentaba el Aquinate que había que escuchar a todo el mundo, sea quien sea y escuchar sus razones. Por otro camino discurrió el primer gran pensador moderno, Descartes comentando que no es necesario escuchar a nadie, más que a uno mismo, sólo es necesaria la introspección subjetiva para acceder a verdades claras y distintas de las que no se pueda dudar.

En sus quodlibetales, Santo Tomás se plantea infinidad de cosas, si es grave mentir de palabra o de obra, si es lícito celebrar la fiesta de la concepción de Nuestra Señora, si Dios puede pecar si quiere, si alguien debe dejar la predicación porque se lo pida un príncipe secular, si los condenados en el infierno se alegran de las penas de sus enemigos a los que ven ser castigados con ellos, etc. Preguntas que quizá sólo interesan a pensadores y teólogos, pero el hecho que se plantearan estas preguntas demuestra que el mundo universitario no estaba condicionado por los intereses de mercado y de la empresa. En Oxford hace poco tiempo, el conferenciante asistió a un debate, en el que estaban Richard Swinburne, Brian Leftow y otros eminentes filósofos, sobre el libre albedrío de los ángeles. Posiblemente hoy nadie pagaría por estudiar ese tipo de cosas y en España ciertos temas ni siquiera se pueden plantear. Santo Tomás destacaba la importancia del estudio, argumentando es sus quodlibetales, que éste es lo más importante, lo ha vivido, incluso acudirá a la autoridad de la Escritura. En las universidades, como así lo hacía Santo Tomás, se disputaba no para eliminar el error, sino para instruir a los oyentes para que sean introducidos en el entendimiento de la verdad hacia la que tienden y así es necesario que la raíz de la verdad se apoye en la investigación de las razones y se haga saber de qué modo es verdad lo que se dice. Esta forma de pensar la función en la universidad es propia de ese mundo armónico, racional, comprensible, donde la presencia de Dios, era el garante de sentido, algo que no se pone en duda.

Para el mundo moderno y asociado a la educación y la cultura es importante el concepto modelo Humboldtiano de universidad: la Bildung. Tiene un origen medieval, introducido por el maestro Eckhart con un significado teológico, tiene que ver con la superación del extrañamiento, con la búsqueda de la unidad de lo particular en lo general, con la comunicación del hombre con su origen. Para el maestro Eckhart es “el aprendizaje de la serenidad”, por el que el hombre se hace semejante a Dios, en el que Dios dirige el proceso. En el siglo XIX, irá adquiriendo el significado de lo que constituye a una persona cultivada y la habilidad de la mente para recomponer en un todo que no existía previamente. En el proceso de secularización del pensamiento en el mundo moderno, la subjetividad toma el puesto de Dios como gestora de la Bildung. Con estos cambios, también lo va hacer la universidad, creando un sentido, un sustrato para que el individuo que se autodetermine y sea el donador de sentido.

Pero en nuestra contemporaneidad, se han dejado de lado las preguntas por el sentido, dominada por el paradigma cartesiano de res extensa, parece más una pseudopregunta agazapada en la filosofía o la religión, siendo muy poco verificable. Al individuo postmoderno parece que le preocupa poco la cuestión de sentido, tiene creencias pero no tiene fe. Tiene la cabeza llena de contenidos epistémicos que encajan dentro de ciertos paradigmas, dominando el paradigma naturalista a saber que solo la ciencia proporciona conocimiento verdadero y que no hay más entes que los que la ciencia determina que existen, lo que supone, entre otras cosas, homogeneizar lo real.

En esta realidad moderna, parece que Dios no es un tema que preocupe a la filosofía o al pensamiento, quedando reducido a un tema teológico, o científico, un ente entre los entes, una gran máquina, un Hacedor del mundo que después se retira. Así deja de ser transcendente y quedará encerrado en los conceptos y en el lenguaje. La ciencia se vuelve apologética del deísmo, donde lo natural y lo sobrenatural tienden a confundirse, en el que Dios acabará siendo innecesario. En esa disputa entre razón y revelación, para salvar la religión, Schleiermacher la reduce a un sentimiento, ya no es razonable. En la actualidad Jean Grondin, el discípulo de Gadamer, defiende que el sentido no se fundamenta, sino se siente, no es algo que se juzga desde fuera, sino que se capta en la experiencia estética. Hegel quiere mantener la religión dentro de la razón, pero con él la religión acaba disolviéndose en la razón, suscitando el rechazo de Kierkegaard y las consiguientes críticas marxistas y nietzscheanas. Desde aquí la pregunta por el sentido, sea religioso o no, tiene que estar dentro de los parámetros de la razón. Pero pensadores modernos como Hösle, defienden que el concepto de razón no se reduzca al que defiende la ciencia, es más básico y tendría cabida el carácter racional tanto de la filosofía como del cristianismo. Todo este debate se gesta en las cátedras universitarias de nuestra universidad, con lo que en el mundo contemporáneo no puede cerrarse la pregunta por el sentido y analizar si los argumentos que vinculan el sentido de la vida a la existencia de Dios presentan una condición necesaria como suficiente o no.

Independientemente de cómo se planté la cuestión, vida universitaria se deja describir en los términos que San Agustín emplea para hablar de la recuperación tras una pérdida, habla del retorno de la alegría tras el duelo, compartir la risa, leer juntos, discernir sin odios, enseñarnos mutuamente, etc. El mundo contemporáneo ha dejado de lado la idea de comunidad frente al individuo, pero hay experiencias vitales que sólo se adquieren en comunidad, dependemos unos de otros, es necesario el diálogo y compartir los saberes. Debemos comprender la universidad como espacio común, como Alma mater, donde no sólo se capacite para el saber, sino para el espíritu, para la contemplación. La universidad, de hoy, una vez alcanzada la excelencia técnica, su tarea es convertirse en lo que fue, “regresar al futuro”, para volverse una institución virtuosa. Si la universidad logra dar forma, como hizo con los primeros frailes que envió Santo Domingo, que configuró a la Orden durante los 800 años, es porque ha cumplido la función que los hermanos más ilustres que nos precedieron pensaron para ella mientras vivían en ella.

Por la tarde se desarrollaron dos conferencias, Fr. José Antonio E. Aureada desarrolló “Las Universidades y la creación de universalidad: Universidades de oriente”, se centró en la creación de la Universidad de Santo Tomás de Manila, muy vinculada a la Universidad de Salamanca y sobre todo a frailes procedentes del convento de San Esteban. Se tomaron de la Universidad de Salamanca los estatutos, la forma de gobierno, las facultades, los privilegios y tradiciones, en esto tuvieron un papel protagonista una serie de frailes del convento de San Esteban de Salamanca, como Fr. Juan Cobo, Fr. Francisco Blancas de San José, Fr. Tomás de Zumárraga, o el primer obispo de Filipinas, Fr. Domingo Salazar. Después de tantos años y no sin dificultades por los avatares históricos, hoy la Universidad de Santo Tomás de Manila es una de las cuatro mejores universidades del país con más de 40.000 estudiantes.

La última conferencia de la tarde de doña Raquel Emilia Rodríguez Rodríguez, Catedrática de Bioquímica y Biología Molecular, Directora del Instituto Interuniversitario de Neurociencias de Castilla y León. Doña Raquel, muy vinculada a la institución dominicana, disertó sobre “Universidad y Orden de Predicadores: lugar de encuentro en la búsqueda de la verdad”. Realizó un recorrido analizando la universidad como “Alma mater”, centrada en una comunidad de estudio de profesores y alumnos, cuya misión en base a la razón era educar al hombre y familiarizarse con el conocimiento. Realizó un recorrido por la universidad en sus orígenes, haciendo un recorrido por sus funciones más importantes, para llegar a la universidad actual donde es necesario combinar la docencia con la investigación. La investigación contribuye de manera decisiva al incremento de conocimientos, también a la calidad de la docencia y de la propia universidad. En otro apartado de su recorrido, analizó el concepto de verdad y el carisma del estudio propio de la Orden de Predicadores, paralela al nacimiento de universidades y al papel jugado por los dominicos en creación de universidades en América y Asia. Esa búsqueda sincera de la verdad es lo propio también de la universidad en nuestro mundo actual.

 

José Antonio Mateos

Del área socioreligiosa de SALAMANCArtv AL DÍA