Vigilia de Pentecostés de la Familia Dominicana de Madrid
Bajo el lema "Convocados por el Espíritu", se reunió en oración en la Parroquia del Olivar el pasado 10 de Mayo

Era la segunda vez que la Familia Dominicana de Madrid se reunía para orar y escuchar juntos la voz del Espíritu. En esta ocasión, impulsada por el nuevo equipo de la PJV, la Vigilia de Pentecostés también fue preparada, animada y celebrada en familia. De nuevo teníamos algo que compartir: la comunión en el carisma dominicano, poner a disposición de los demás los propios y diversos dones, la apertura al mundo en la predicación…
¿Cómo podíamos expresar esto en un lenguaje común? Eligiendo el lenguaje de la liturgia. La oración ensancha nuestros horizontes y nos compromete. Sobre todo a cultivar dos actitudes importantes: escucha y fidelidad. En nuestros orígenes está la acción del Espíritu Santo que hizo de nosotros comunidades contemplativas, predicadoras, compasivas e itinerantes. De la fidelidad a este Espíritu dependerá nuestro futuro.
El testimonio de un fraile (Monseñor José Raúl Vera, obispo de Saltillo –México-); una hermana dominica (Dominga Garro, misionera dominica del Rosario) y un laico dominico (Beato Pier Giorgio Frassati) centraron nuestra atención en lo esencial. Después el evangelio nos recordó la paz y el perdón como don y tarea tanto en la misión como en las relaciones fraternas. Poco después escuchamos el paso del Espíritu por las vidas de sor Marina, Antonio y Marion. Una joven japonesa que se encuentra con Cristo y la Iglesia católica; un joven profesor de universidad que retoma la vida de fe abandonada años atrás; una joven laica de la parroquia marcada por la reciente pérdida de su madre. De lo concreto dimos un salto a lo universal con la oración de intercesión centrada en los cinco continentes de nuestro mundo y abierta a la participación espontánea; mientras se proyectaban algunas imágenes y cantábamos, sobre el altar se encendieron cinco fuegos junto al icono de Pentecostés. Recordamos la necesidad de soluciones y esperanza para tantos lugares, Madrid, Myanmar, Líbano, Iraq, Palestina… Por último recitamos a una sola voz una oración de acción de gracias que pudimos llevar a nuestras casas como recuerdo y envío.
Después de la oración tuvimos ocasión de compartir amistad y un refresco en los salones parroquiales. Como cada vez que realizamos algo con espíritu familiar y dominicano, nos podemos preguntar. ¿Qué mas seremos capaces de alumbrar juntos?