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Vinculaciones de los mártires de Nembra (Asturias) con la familia de Santo Domingo

14 de octubre de 2016

El sábado 8 de octubre de 2016 fueron beatificados en la catedral de Oviedo los llamados “Mártires de Nembra”, con fuertes vinculaciones con la Familia Dominicana

El sábado 8 de octubre de 2016 fueron beatificados en la catedral de Oviedo los llamados “Mártires de Nembra”. En nombre del Papa Francisco actuó el Cardenal Angelo Amato, Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos. En la celebración estuvieron presentes el Prior Provincial fr. Jesús Díaz Sariego, el socio del provincial fr. Francisco R. Fassio, el secretario de la Postulación fr. Llewellyn Muscat, fr, José Antonio Lobo, nieto de uno de los mártires, y frailes de la comunidad de Oviedo.

El Actor de la causa —un grupo de familiares y amigos, entre los que destaca el sacerdote D. Ángel Garralda— determinó confiarla a la Postulación General de la Orden (1992). Obtenido el “nihil obstat” para proceder a un proceso diocesano en Oviedo (1997), el Arzobispo Don Gabino Díaz Merchán abrió el proceso el 15 de junio de 1997. La fase diocesana se cerró el 12 de septiembre de 2000, La “Positio” editada se entregó en 2007. Encabeza la causa Don Jenaro Fueyo Castañón, que transcurrió 37 años al frente de la parroquia de Nembra. Con él y en la iglesia parroquial fueron terriblemente martirizados sus feligreses, de profesión mineros, Segundo Alonso González e Isidro Fernández Cordero. Aunque apresado también y encarcelado con los tres en la sala de la Adoración Nocturna, fue martirizado fuera de la población Antonio González Alonso.

Punto de referencia en la vida religiosa de los cuatro Mártires fue la devota capilla dedicada a Santo Domingo hasta el día de hoy en el pueblo. El Beato Jenaro (1864-1936), encaminó hacia la Orden Dominicana a numerosos jóvenes de ambos sexos pertenecientes a su parroquia. Una de ellas es la Beata Otilia Alonso, Dominica de la Anunciata, muerta por la defensa de su fe en la montaña barcelonesa del Tibidabo a los 19 años de edad. El Beato Segundo Alonso (1888-1936) contó con dos hermanos dominicos misioneros en Vietnam. Un hijo suyo, llamado Alberto, fue Claretiano. Otro, Fray Arturo Alonso Lobo, catedrático muchos años de Derecho canónico en Salamanca y eficiente promotor de la causa de canonización del Padre Arintero, fue dominico. Lo son también dos de sus nietos, fr. José Antonio y fr. Rufino Lobo Alonso.

El Beato Isidro Fernández (1893-1936) fue hermano del dominico fr. Maximiliano Fernández Cordero y, a la vez, tío del renombrado catedrático de Sagrada Escritura fr. Maximiliano García Cordero. De su matrimonio con Celsa García nació fr. Silverio Fernández, ejemplar misionero en el Vicariato de Puerto Maldonado (Perú). Sus hijas María Ángeles y María Luisa fueron religiosas, Dominica de la Anunciata, la primera, y del Santo Ángel, la segunda.

El Beato Antonio González (1912-1936), a quien dieron muerte a los 24 años, puede decirse que vivió de por vida el carisma dominicano. Tuvo dos hermanos misioneros en la entonces denominada Provincia del Santísimo Rosario de Filipinas. Su hermana Mª Severina fue fiel seguidora de San Francisco Coll. Aun más, el propio Beato Antonio profesó en la Orden en el convento de Santo Tomás de Ávila en 1928 aunque, afectado por la enfermedad de la tuberculosis, obtuvo dispensa de votos y se reintegró a la familia en 1932, con el ferviente anhelo de recobrar la salud y retornar al convento. Mientras tanto, comenzó en Oviedo la carrera de magisterio. Entre estos estudios y un intenso apostolado andaba cuando fue apresado y largamente torturado en la iglesia de Nembra. Al fin lo martirizaron y tiraron a un pozo, con la lengua seccionada por negarse reiteradamente a blasfemar, en el Alto de Santo Emiliano, entre Sama de Langreo y Mieres.

De nuestros “Mártires de Nembra” escribió un conmovedor relato el sabio escriturista fr. Alberto Colunga Cueto y lo publicó en la revista “La Vida Sobrenatural”, julio-diciembre de 1939. En el proceso diocesano testificaron, entre otros, la H. Jesusa González González y fr. Ricardo Álvarez Lobo, ambos de la Orden dominicana.