Jun
Evangelio del día
“ ¿Qué hará el dueño de la viña? ”
Primera lectura
Lectura del libro de Tobías 1,3;2,1b-8:
Yo, Tobit, he practicado la verdad y la justicia toda mi vida; he dado muchas limosnas a mis parientes y compatriotas que vinieron cautivos conmigo a Nínive, la tierra de los asirios.
En nuestra santa fiesta de Pentecostés, es decir, la fiesta de las Semanas, me prepararon un banquete, y me senté dispuesto a comer. Me prepararon la mesa y vi suculentos manjares. Entonces dije a mi hijo Tobías:
«Hijo, sal y si, entre nuestros hermanos deportados de Nínive, encuentras algún pobre que se acuerde de Dios con todo corazón, tráelo para que coma con nosotros. Hijo mío, esperaré hasta que vuelvas».
Tobías salió en busca de algún pobre de nuestro pueblo, pero al regreso me dijo:
«¡Padre!».
Respondí:
«Aquí estoy, hijo mío».
Él contesto:
«Padre, han asesinado a uno de los nuestros y su cuerpo yace en la plaza del mercado. Acaba de ser estrangulado».
Me levanté sin haber probado la comida, tomé el cadáver de la plaza y lo dejé en un cobertizo para enterrarlo cuando se pusiera el sol. Entré de nuevo, me lavé y comí con amargura, recordando las palabras del profeta Amós contra Betel:
«Vuestras fiestas se convertirán en luto y todos vuestros cantos en lamentaciones».
No pude reprimir las lágrimas.
Cuando se puso el sol, fui a cavar una fosa y lo enterré el cadáver.
Los vecinos se burlaban de mí diciendo:
«Este no escarmienta. Tuvo que escapar cuando lo buscaban para matarlo por enterrar muertos y vuelve a la tarea».
Salmo de hoy
Salmo 111,1-2.3-4.5-6 R/. Dichoso quien teme al Señor
Dichoso quien teme al Señor
y ama de corazón sus mandatos.
Su linaje será poderoso en la tierra,
la descendencia del justo será bendita. R/.
En su casa habrá riquezas y abundancia,
su caridad dura por siempre.
En las tinieblas brilla como una luz
el que es justo, clemente y compasivo. R/.
Dichoso el que se apiada y presta,
y administra rectamente sus asuntos,
porque jamás vacilará.
El recuerdo del justo será perpetuo. R/.
Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Marcos 12,1-12
En aquel tiempo, Jesús se puso a hablar en parábolas a los sumos sacerdotes, a los escribas y a los ancianos:
«Un hombre plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó un lagar, construyó una torre, la arrendó a unos labradores y se marchó lejos. A su tiempo, envió un criado a los labradores, para percibir su tanto del fruto de la viña. Ellos lo agarraron, lo azotaron y lo despidieron con las manos vacías. Les envió de nuevo otro criado; a este lo descalabraron e insultaron. Envió a otro y lo mataron; y a otros muchos, a los que azotaron o los mataron.
Le quedaba uno, su hijo amado. Y lo envió el último, pensando: “Respetarán a mi hijo”. Pero los labradores se dijeron:
“Este es el heredero. Venga, lo matamos, y será nuestra la herencia”.
Y, agarrándolo, lo mataron y lo arrojaron fuera de la viña.
¿Qué hará el dueño de la viña? Vendrá, hará perecer a los labradores y arrendará la viña a otros.
¿No habéis leído aquel texto de la Escritura: “La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente”?».
Intentaron echarle mano, porque comprendieron que había dicho la parábola por ellos; pero temieron a la gente, y, dejándolo allí, se marcharon.
Reflexión del Evangelio de hoy
Tobías temía a Dios más que al rey
La primera lectura nos indica quién era Tobías, “el que temía a Dios más que al rey”. Todo su comportamiento se rige por querer agradar más a Dios y todos sus mandatos que al rey y todas sus prescripciones. Estamos en la fiesta del Señor, en la fiesta del Pentecostés judío, que siendo una fiesta de carácter agrícola, en el judaísmo tardío, se convirtió en la fiesta de la Ley, y se celebraba cincuenta días después de la salida de Egipto. Tobías quiso celebrar con solemnidad esta fiesta del Señor, con una buena comida invitando a hombres piadosos de su tribu. Pero para Tobías la comida quedó interrumpida con la noticia de que un israelita había sido estrangulado y su cadáver había sido tirado en la plaza. Tobías impulsado por su Dios a quien temía, a quien amaba, el que le pedía no abandonar ese cadáver en la plaza… dejó el banquete, fue a recogerlo a escondidas y lo dio sepultara, jugándose su vida porque las autoridades civiles no permitían hacer tal cosa.
Los creyentes en Dios de todos los tiempos han seguido el camino de Tobías. Podemos recordar las palabras de Pedro y Juan, cuando las autoridades de entonces les prohibieron hablar de Jesús: “Juzgar si es justo ante Dios obedeceros a vosotros más que a Él; porque nosotros no podemos dejar de hablar lo que hemos visto y oído”.
Este es el heredero. Venga, lo matamos, y será nuestra la herencia
Nos dicen los exégetas, los estudiosos en este caso de los evangelios, que para entender bien las palabras de Jesús es necesario saber a quién se las dirige. La parábola del evangelio de hoy se la dirige a “los sumos sacerdotes, a los letrados y a los senadores”, es decir, a personas relevantes de la religión judía, que no aceptaban a Jesús, que no eran capaces de ver a Jesús, como lo que verdaderamente era, el Hijo de Dios que venía a arrojar toneladas de luz a nuestra existencia y a demostrarnos su desbordante amor.
Esta parábola, bien clara en sus términos que no necesitan gran explicación, se la dirige, seguro que con dolor, a estos eminentes judíos, porque rechazan el sublime regalo que les ofrece. “Ellos intentaron echarle mano”, intentaron que no siguiese difundieron su buena noticia, pero Jesús no les va a hacer caso. No se va a callar, quiere dejar bien claro el tesoro de su buena noticia, la que va a alegrar la vida de muchos millones de personas humanas. Si por difundir su evangelio, luz para los hombres de buena voluntad, le clavan en una cruz, no se va a echar atrás, no se va a callar… y los cristianos de todos los tiempos se lo agradecemos de corazón, nos ha alegrado la vida para siempre.
San Justino nació en Samaria en el año 100. Dejó la filosofía al encuentro con Cristo y su evangelio. El resto de su vida lo dedicó a propagar y defender la verdad cristiana que había descubierto. Escribió varias obras en defensa del cristianismo. Murió mártir en tiempos de Marco Aurelio en el 165.