Jun
Evangelio del día
“ A los santificados en Cristo llamados a ser Santos ”
Primera lectura
Comienzo de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios 1, 1-7
Pablo, apóstol de Cristo Jesús por voluntad de Dios, y Timoteo, el hermano, a la Iglesia de Dios que está en Corinto, con todos los santos que residen en Acaya: gracia a vosotros y paz de parte de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.
¡Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de las misericordias y Dios de todo consuelo, que nos consuela en cualquier tribulación nuestra hasta el punto de poder consolar nosotros a los demás en cualquier lucha, mediante el consuelo con que nosotros mismos somos consolados por Dios!
Porque lo mismo que abundan en nosotros los sufrimientos de Cristo, abunda también nuestro consuelo gracias a Cristo.
De hecho si pasamos tribulaciones, es para vuestro consuelo y salvación; si somos consolados, es para vuestro consuelo que os da la capacidad de aguantar los mismos sufrimientos que padecemos nosotros.
Nuestra esperanza respecto de vosotros es firme, pues sabemos si compartís los sufrimientos, también compartiéris el consuelo.
Salmo de hoy
Salmo 33,2-3.4-5.6-7.8-9 R/. Gustad y ved qué bueno es el Señor
Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloria en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren. R.
Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió,
me libró de todas mis ansias. R.
Contempladlo, y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
El afligido invocó al Señor,
él lo escucha y lo salva de sus angustias. R.
El ángel del Señor acampa en torno a quienes lo temen
y los protege.
Gustad y ved qué bueno es el Señor,
dichoso el que se acoge a él. R.
Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Mateo 5,1-12
En aquel tiempo, al ver Jesús el gentío, subió al monte, se sentó, y se acercaron sus discípulos; y, abriendo su boca les enseñaba diciendo:
«Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos.
Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán la tierra.
Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos serán saciados.
Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos.
Bienaventurados vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier moco por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo, que de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros».
Reflexión del Evangelio de hoy
“A los santificados en Cristo llamados a ser Santos”
Al escribir esta carta, Pablo, se presenta como apóstol de Cristo, título que considera su mayor gloria, la que sus enemigos pretenden quitarle. La carta, dirigida a la Iglesia de Dios en Corinto, comienza con esta hermosa dirección: “A los santificados en Cristo, llamados a ser santos, con todos los que siguen a Cristo. Dando gracias a Dios Padre de nuestro Señor Jesucristo, porque de Él nos viene la gracia y la fuerza que recibimos, para que nosotros podamos fortalecer a nuestros hermanos en la lucha”.
Todo ello es gracia recibida por los sufrimientos de Cristo, si unimos nuestros sacrificios a los de Cristo, rebosa de gozo nuestro ánimo.
Pablo no tiene miedo: “Si nos toca luchar recibiremos el aliento de Cristo”; también nosotros somos alentados en la lucha.
El apóstol conoce bien a los Corintios, por eso mantiene la esperanza de que, aunque les toque sufrir, lo harán con gran ánimo, unidos a Cristo.
La lección es también para nosotros, aprendamos a vivir unidos a Cristo, alegres, aun en medio de las tristezas, con la esperanza de que nunca nos faltará el aliento y la fuerza que necesitamos, para vencer en los momentos difíciles de nuestra vida.
“Subió a la montaña, se sentó y comenzó a hablar”
En el Sermón de la Montaña, Jesús, expone el Espíritu del Evangelio del Reino. Las Bienaventuranzas, en la escala de valores de nuestro tiempo, podemos considerarlas como una paradoja pero, como afirma Benedicto XVI en su libro de “Jesús”, expresan la situación del creyente en el mundo: “Sólo viviendo una auténtica vida cristiana, es decir, dejándonos habitar por Cristo, podemos comprender la misma vida de Cristo”. Benedicto XVI continúa: “Las bienaventuranzas son el retrato de Cristo, su biografía”.
Jesús se hizo pobre para enriquecernos a todos, siendo poderoso se hizo manso y humilde, consoló a los que lloraban, fue misericordioso con todos, en especial con los pecadores, por anunciar el Reino y defender la justicia., fue perseguido, fue el verdadero artífice de la Paz.
Sólo abriendo nuestro corazón para que Cristo entre en él y nos guíe, seremos capaces de entender y vivir este espíritu de las Bienaventuranzas, seremos felices, aunque para el mundo sean signo de contradicción, sólo siguiendo a Cristo y a la luz de su Cruz, podremos entender, un poco, la grandeza y profundidad del Sermón de las Bienaventuranzas.