Jue
11
Jul
2019
Recibirá cien veces más y heredará la vida eterna

Primera lectura

Lectura del libro de los Proverbios 2, 1-9

Hijo mío, si aceptas mis palabras,
si quieres conservar mis consejos,
si prestas oído a la sabiduría
y abres tu mente a la prudencia;
si haces venir a la inteligencia
y llamas junto a ti a la prudencia;
si la procuras igual que el dinero
y la buscas lo mismo que un tesoro,
comprenderás lo que es temer al Señor
y alcanzarás el conocimiento de Dios.

Porque el Señor concede sabiduría,
de su boca brotan saber e inteligencia;
atesora acierto para el hombre recto,
es escudo para el de conducta intachable;
custodia la senda del honrado,
guarda el camino de sus fieles.

Entonces podrás comprender
justicia, derecho y rectitud,
el camino que lleva a la felicidad.

Salmo de hoy

Salmo 33, 2-11 R/. Bendigo al Señor en todo momento

Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloria en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren. R/.

Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió,
me libró de todas mis ansias. R/.

Contempladlo, y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
El afligido invocó al Señor,
él lo escuchó y lo salvó de sus angustias. R/.

El ángel del Señor acampa en torno
a quienes lo temen y los protege.
Gustad y ved qué bueno es el Señor,
dichoso el que se acoge a él. R/.

Todos sus santos, temed al Señor,
porque nada les falta a los que lo temen;
los ricos empobrecen y pasan hambre,
los que buscan al Señor no carecen de nada. R/.

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Mateo 19, 27-29

En aquel tiempo, dijo Pedro a Jesús:
«Ya ves, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido; ¿qué nos va a tocar?».

Jesús les dijo:
«En verdad os digo: cuando llegue la renovación y el Hijo del hombre se siente en el trono de su gloria, también vosotros, los que me habéis seguido, os sentaréis en doce tronos para juzgar a las doce tribus de Israel.

Todo el que por mí deja casa, hermanos o hermanas, padre o madre, hijos o tierras, recibirá cien veces más y heredará la vida eterna».

Reflexión del Evangelio de hoy

Celebramos hoy a san Benito, figura clave para el monaquismo occidental al inicio del siglo VI. Concretó el compendio de su Regla en el lema “Ora et labora” que recuperó para la ascética cristiana la articulación que se da en el Evangelio entre la contemplación y la acción. El papa Pablo VI lo declaró en 1964 patrono principal de Europa.

Elogio de la prudencia

La primera lectura rememora a san Benito en la virtud de la prudencia, con palabras que el libro de los Proverbios pone en boca del maestro de sabiduría. Indican que el camino hacia la prudencia lo integran: aceptar las palabras de Dios, conservar sus consejos, prestar oído a la sensatez, invocar a la inteligencia, buscarla como un tesoro… Y la meta: «comprenderás lo que es temer al Señor y alcanzarás el conocimiento de Dios». Solo con los hilos que trenzan la virtud de la prudencia alcanzaremos la contemplación (Ora).

Pero no es nuestra iniciativa, esfuerzo y cualidades lo que hace que alcancemos la meta. También es parte de la prudencia comprender que es de Dios de quien proceden la sensatez y la inteligencia; es Él quien da el acierto y protege como escudo a quienes se conducen rectamente; Él es el custodio de esa rectitud. Si dejamos la iniciativa a Dios «podrás comprender justicia, derecho y rectitud, el camino que lleva a la felicidad» y entenderemos cuáles son las obras buenas en las que emplearnos (Labora).

No solo la vida monástica y la vida consagrada están llamados a la contemplación y el conocimiento de Dios, a actuar con justicia y derecho. Todos los cristianos tienen una buena referencia en la vida monástica de san Benito. De hecho, es creciente el interés de los laicos por la oración, la lectura orante de la Biblia, la justicia, la solidaridad, el aprecio por los bienes más importantes en el seguimiento de Cristo. Todos debemos mantener una actitud de discernimiento sobre lo que es recto, justo y adecuado.

La recompensa de los prudentes

El desprendimiento a que nos llama el texto del evangelio escogido para esta fiesta complementa muy bien a la prudencia.

Dejar todo y poner la confianza en Jesús tenía, para Pedro, un buen mérito. Con razón, porque acababa de presenciar cómo Jesús le pedía eso a un joven rico que no se atrevió a dar el paso. A ese propósito Jesús les comentó la dificultad de que un rico entre en el reino de Dios, aunque para Dios todo es posible.

Es entonces cuando Pedro asegura y pregunta: «Nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido; ¿qué nos va a tocar?». La respuesta de Jesús apunta al final de los tiempos, pero no se desliga del presente. Llegará el momento en que «los que me habéis seguido» tendrán el poder de regir a todo Israel. Y quien haya dejado algo por él, «recibirá cien veces más y heredará la vida eterna».

El pasaje evangélico del joven rico ha inspirado formas radicales de seguimiento de Jesús: la monacal de Benito, el estilo pobre de Francisco de Asís, y ha inspirado en la Iglesia la idea de los “consejos evangélicos”. Estos no son de obligado cumplimiento para todos. Sin embargo, impedir que los bienes materiales se conviertan en un obstáculo para el seguimiento de Jesús no es opcional para un cristiano.

Por esa razón, la promesa de Jesús de la plenitud de la vida (eterna), anticipada ya en la vida presente, se amplía a todos los que se han desprendido y le han seguido, a todos los creyentes, y lo hace en proporción inimaginable.

Nadie tiene asegurado el puesto en el reino de Dios, pero todos estamos llamados a conducir nuestras vidas con prudencia y a seguir a Jesús dejando lo que sea necesario, en la confianza de que Dios es siempre sorprendente al respondernos ¿qué nos va a tocar?