Oct
Evangelio del día
“ ¡Dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen! ”
Primera lectura
Lectura del primer libro de las Crónicas 15, 3-4. 15-16; 16, 1-2
En aquellos días, David congregó en Jerusalén a todo Israel, para subir el Arca del Señor al lugar que le había preparado. Reunió también a los hijos de Aarón y a los levitas.
Luego los levitas levantaron el Arca de Dios tal como había mandado Moisés por orden del Señor: apoyando los varales sobre sus hombros.
David mandó a los jefes de los levitas emplazar a los cantores de sus familias con instrumentos musicales - arpas, cítaras y platillos - para que los hiciesen resonar, alzando la voz con júbilo.
Llevaron el Arca de Dios y la colocaron en el centro de la tienda que David le había preparado. Ofrecieron holocaustos y sacrificios de comunión de Dios. Cuando David acabó de ofrecerlos, bendijo al pueblo en nombre del Señor.
Salmo de hoy
Salmo 26, 1. 3. 4. 5 R/. El Señor me ha coronado, sobre la columna me ha exaltado
El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién temeré?
El Señor es la defensa de mi vida,
¿quién me hará temblar? R/.
Si un ejército acampa contra mí,
mi corazón no tiembla;
si me declaran la guerra,
me siento tranquilo. R/.
Una cosa pido al Señor, eso buscaré:
habitar en la casa del Señor por los días de mi vida;
gozar de la dulzura del Señor,
contemplando su templo. R/.
El me protegerá en su tienda
el día del peligro;
me esconderá en lo escondido de su morada,
me alzará sobre la roca. R/.
Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Lucas 11, 27-28
En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba a la gente, una mujer de entre el gentío levantando la voz, le dijo:
«Bienaventurado el vientre que te llevó y los pechos que te criaron».
Pero él dijo:
«Mejor, bienaventurados los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen».
Reflexión del Evangelio de hoy
Leyenda y tradición de la Virgen del Pilar
Es una muy antigua, venerada y tierna tradición, según la cual la Santísima Virgen se apareció al apóstol Santiago, a orillas del Ebro, en Zaragoza. Según esa misma tradición, Santiago se encontraba en aquel momento abatido y un tanto cansado y desilusionado, por no encontrar la respuesta deseada en los evangelizados. María se da cuenta y le conforta y anima a proseguir el camino emprendido de evangelización; y le mandó construir un templo, al principio algo tan sencillo como una ermita, que, con el correr de los siglos, se convierte en la Basílica inmensa y grandiosa que podemos contemplar hoy.
María se apareció y, luego, desapareció otra vez; pero quedó el “pilar”, como un hito, dejado allí por ella, para recordar a todos entonces, y a partir de entonces, lo que pocos años antes había dicho en las Bodas de Caná: “Haced lo que él os diga”. Esto es lo que sienten tantísimos peregrinos y devotos que acuden ante su imagen, para encontrarse al través de ella, con su Madre. Y no sólo devotos de España, sino de todas las naciones de Hispanoamérica que la veneran con una devoción que no desdice nada de la nuestra.
Y cuando, deseándolo, no se puede acudir, existe la costumbre de pedir a quien sí tiene esa suerte, una “Salve” o “una Ave-María”, por él o ella y en su nombre, sabedores de que nosotros nos despistamos con frecuencia, pero María cumple siempre.
Significado cristiano de la Virgen del Pilar
Significa o, al menos, debe significar, lo que dice con toda claridad y belleza la Oración Colecta que rezamos al comienzo de la misa: Dirigiéndose a Dios todopoderoso, la Iglesia pide hoy, por intercesión de la Virgen del Pilar:
Fortaleza en la fe
Seguridad en la esperanza
Constancia en el amor
No se puede decir de forma más bella y compendiada lo que debe significar la Virgen del Pilar para sus devotos. Porque está muy bien que sigamos acudiendo a sus santuarios a hablar con María, a contarle pormenorizadamente las novedades de nuestra vida. Pero, nunca debemos olvidar guardar, al final, silencio para que hable ella. Si así lo hacemos y caemos en la cuenta de lo que la Virgen fue y sigue siendo en la vida de la Iglesia y en la nuestra propia, acabaremos nosotros también haciendo las tres peticiones que hoy nos ha propuesto la misma Iglesia.
Fe, esa elección personal e intransferible por la que nos hemos embarcado en la misma aventura que vivió María, y que hoy necesita, quizá como nunca, de una gran fortaleza. Esperanza, como generadora de paz, que nos hace superar el desánimo inevitable que los acontecimientos propios o próximos nos producen. Y la constancia en el amor, que envuelto en compasión y misericordia, es el mejor, y, quizá, más urgente regalo que podemos ofrecer al mundo en general y a cuantos contacten con nosotros en particular.
Nosotros, los que inmerecidamente, atendemos algún Santuario, ¿estamos contentos con la respuesta que damos a los que entran por sus puertas?
La puerta del Santuario se compone de acogida, respeto y atención personal y sacerdotal. ¿Nos aprobará Aquélla en cuyo nombre nos movemos?