Vie
12
Feb
2010
Todo lo ha hecho bien; hace oír a los sordos y hablar a los mudos.

Primera lectura

Primera lectura: Primer Libro de los Reyes 11,29-32; 12,19

Sucedió entonces que Jeroboán salía de Jerusalén y se le presento el profeta Ajías de Siló cubierto con un manto nuevo. Estando los dos solos en campo abierto, tomó Ajías el manto nuevo que llevaba puesto, lo rasgó en doce jirones y dijo a Jeroboán:

«Toma diez jirones para ti, porque así dice el Señor, Dios de Israel: “Rasgaré el reino de manos de Salomón y te daré diez tribus. La otra tribu será para él, en atención a mi siervo David y a Jerusalén, la ciudad que me elegí entre todas las tribus de Israel”».

Así Israel se rebeló contra la casa de David, hasta el día hoy.

Salmo de hoy

Salmo 80,10.11ab.12-13.14-15 R/. Yo soy el Señor, Dios tuyo: escucha mi voz

No tendrás un dios extraño,
no aforarás un dios extranjero;
yo soy el Señor, Dios tuyo,
que te saqué de la tierra de Egipto. R.

Mi pueblo no escuchó mi voz,
Israel no quiso obedecer:
los entregué a su corazón obstinado,
para que anduviesen según sus antojos. R.

¡Ojalá me escuchase mi pueblo
y caminase Israel por mi camino!:
en un momento humillaría a sus enemigos
y volvería mi mano contra sus adversarios. R.

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Marcos 7,31-37

En aquel tiempo, dejando Jesús el territorio de Tiro, pasó por Sidón, camino del mar de Galilea, atravesando la Decápolis. Y le presentaron un sordo que, además, apenas podía hablar; y le piden que le imponga las manos.

Él, apartándolo de la gente a un lado, le metió los dedos en los oídos y con la saliva le tocó la lengua.

Y, mirando al cielo, suspiró y le dijo:
«Effetá» (esto es: «ábrete»).

Y al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y hablaba correctamente.

Él les mandó que no lo dijeran a nadie; pero, cuanto más se lo mandaba, con más insistencia lo proclamaban ellos.

Y en el colmo del asombro decían:
«Todo lo ha hecho bien; hace oír a los sordos y hablar a los mudos».

Reflexión del Evangelio de hoy

  • “En consideración a mi siervo David y a Jerusalén”

En la mentalidad del Antiguo Testamento, Dios intervenía directamente en todo. En las relaciones positivas de su pueblo, en la historia de la alianza, en las guerras, en las luchas internas de las tribus y, como vemos por la primera lectura de hoy, en la separación de las doce tribus quedando divididas las diez del Norte y las dos del Sur, manteniendo siempre a salvo la dinastía de David. También las relaciones políticas y conflictivas tenían una lectura teológica, donde Dios intervenía. Todo se explicaba desde la actuación de Dios.

  • “Al momento se le abrieron los oídos”

La intervención de Dios en el Nuevo Testamento es de otro estilo, más cercano y más comprensible para nosotros. Dios, fundamentalmente, se relaciona con nosotros a través de su Hijo Jesús. Se puede decir que los milagros que Jesús realiza tienen una doble finalidad. En primer lugar, siempre llevado de su amor hacia nosotros, busca curar nuestras dolencias y enfermedades, como hace con el sordo del evangelio de hoy. En segundo lugar, darnos entender que Él no sólo es hombre sino también Dios. En su mano tendida, no se queda, ni mucho menos en las dolencias y carencias físicas. Desea realizar un milagro, siempre más difícil que hacer oír a un sordo, el milagro de cambiarnos nuestro corazón, para que se asemeje al suyo y palpite en su misma onda. Para eso nos regala su luz, sus palabras, su verdad, su amor, su cuerpo, su sangre, su presencia entrañable continua…