Jul
Evangelio del día
“ Estas cosas se las has revelado a la gente sencilla ”
Primera lectura
Lectura del libro de Isaías 10, 5-7. 13-16
Esto dice el Señor:
«¡Ay Asiria, vara de mi ira!
¡Mi furor es bastón entre sus manos!
Lo envío contra una nación impía, lo mando contra el pueblo que provoca mi cólera, para saquearlo y despojarlo, para hollarlo como barro de las calles.
Pero él no lo entiende así, no es eso lo que piensa en su corazón, sino exterminar, aniquilar naciones numerosas.
Porque se decía: "Con la fuerza de mi mano lo he hecho, con mi saber, porque soy inteligente.
He borrado las fronteras de las naciones, he saqueado sus tesoros y, como un héroe, he destronado a sus señores.
Mi mano ha alcanzado a las riquezas de los pueblos, como si fueran un nido; corno quien recoge huevos abandonados, recogí toda su tierra.
Ninguno batió el ala, ninguno abrió el pico para piar".
¿Se enorgullece el hacha contra quien corta con ella?
¿Se gloría la sierra contra quien la mueve?
¡Como si el bastón moviera a quien lo sostiene, o la vara sostuviera a quien no es de madera!
Por eso, el Señor, Dios del universo, debilitará a los hombres vigorosos y bajo su esplendor encenderá un fuego abrasador».
Salmo de hoy
Salmo 93, 5-6. 7-8. 9-10. 14-15 R/. El Señor no rechaza a su pueblo.
Trituran, Señor, a tu pueblo,
oprimen a tu heredad;
asesinan a viudas y forasteros,
degüellan a los huérfanos. R/.
Y comentan: «Dios no lo ve,
el Dios de Jacob no se entera».
Enteraos, los más necios del pueblo,
ignorantes, ¿cuándo discurriréis? R/.
El que plantó el oído ¿no va a oír?
El que formó el ojo ¿no va a ver?
El que educa a los pueblos ¿no va a castigar?
El que instruye al hombre ¿no va a saber? R/.
Porque el Señor no rechaza a su pueblo,
ni abandona su heredad:
el juicio retornará a la justicia,
y la seguirán todos los rectos de corazón. R/.
Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Mateo 11, 25-27
En aquel tiempo, tomó la palabra Jesús y dijo:
«Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y se las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, así te ha parecido bien.
Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar».
Evangelio de hoy en audio
Reflexión del Evangelio de hoy
Una fiebre debajo del hígado, como incendio de fuego
Nos encontramos en el Antiguo Testamento, donde las causas segundas no existen. Es Dios quien dirige la historia de la humanidad y se le atribuye a él todo lo que ocurre, incluidas las acciones de los hombres y de los pueblos. Detrás siempre está Dios, aunque, a veces, con procedimientos que sus seguidores no acabamos de entender.
El pueblo judío, el pueblo de Dios ha sido deportado fuera de su patria a Asiria. El Rey Asur ha tenido mucho que ver en este desenlace. Pero no puede gloriarse de haber sido el protagonista de esta acción. Detrás siempre está Dios. Así nos lo explica Él mismo, a través del profeta Isaías, sirviéndose de una comparación bien sencilla: No puede ni el hacha, ni la sierra, ni el bastón… gloriarse de lo que han hecho, sino la mano que los maneja. Para recordárselo, “El Señor de los ejércitos meterá enfermedad en su gordura y debajo del hígado le encenderá una fiebre, como incendio de fuego”.
Estas cosas se las has revelado a la gente sencilla
Dios siempre es Dios y tiene su manera de actuar respecto a nosotros. Gracias a Jesús, sabemos, por ejemplo, que revela “estas cosas”, sus cosas y nuestras cosas, a la gente sencilla y no a los sabios y entendidos.
Pero el mismo Jesús, de alguna manera, amplía este horizonte de revelación divina. La mejor manera es acudir a Él que está dispuesto a revelarnos quién es su Padre y todos sus secretos y los secretos de nuestra vida. Estas palabras de Jesús entroncan con aquellas en las que afirma que Él es la luz del mundo y que quien acuda a Él no andará en tinieblas. Bien sabemos que Jesús, nuestro mejor revelador, nos pone en bandeja no las verdades de las matemáticas, de la física, de la biología, de las ciencias naturales… sino las verdades que nos ayudan a vivir con sentido y esperanza en nuestra etapa terrena, antes de desembocar en la felicidad total después de nuestra muerte. Nadie mejor que Él conoce los secretos de la vida humana.