Ago
Evangelio del día
“ ¿Cuántas veces lo tengo que perdonar? ¿Hasta siete veces? ”
Primera lectura
Lectura del libro de Josué, 3,7-10a. 11. 13-17.
En aquellos días, el Señor dijo a Josué:
«Hoy mismo voy a empezar a engrandecerte ante todo Israel, para que vean que estoy contigo como estuve con Moisés. Tú dales esta orden a los sacerdotes portadores del Arca de la Alianza: “En cuando lleguéis a tocar el agua de la orilla de Jordán, deteneos en el Jordán”».
Josué dijo a los hijos de Israel:
«Acercaos aquí a escuchar las palabras del Señor, vuestro Dios».
Y añadió:
Así conoceréis que el Dios vivo está en medio de vosotros y que va a expulsar ante vosotros a los cananeos. Mirad, el Arca de la Alianza del Dueño de toda la tierra va a pasar el Jordán delante de vosotros.
Y cuando las plantas de los pies de los sacerdotes que llevan el Arca del Señor, Dueño de toda la tierra, pisen el agua del Jordán, la corriente de agua del Jordán que viene de arriba quedará cortada y se detendrá formando como un embalse».
Cuando la gente levantó el campamento para pasar el Jordán, los sacerdotes que llevaban el Arca de la Alianza caminaron delante de la gente.
En cuanto los portadores del Arca de la Alianza llegaron al Jordán y los sacerdotes que la portaban mojaron los pies en el agua de la orilla (el Jordán baja crecido hasta los bordes todo el tiempo de la siega), el agua que venía de arriba se detuvo y formó como un embalse que llegaba muy lejos, hasta Adán, un pueblo cerca de Sartán, y el agua que bajaba hacia el mar de la Arabá, el mar de la Sal, quedó cortado del todo.
La gente pasó el río frente a Jericó. Los sacerdotes que llevaban el Arca de la Alianza del Señor estaban quietos en el cauce seco, firmes en medio del Jordán, mientras todo Israel iba pasando por el cauce seco, hasta que acabaron de pasar todos.
Salmo de hoy
Salmo 113A,1-2.3-4.5-6 R/. Aleluya
Cuando Israel salió de Egipto,
los hijos de Jacob de un pueblo balbuciente,
Judá fue su santuario,
Israel fue su dominio. R.
El mar, al verlos, huyó,
el Jordán se echó atrás;
los montes saltaron como carneros;
las colinas, como corderos. R.
¿Qué te pasa, mar, que huyes,
a ti, Jordán, que te echas atrás?
¿Y a vosotros, montes, que saltáis como carneros;
colinas, que saltáis como corderos? R.
Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Mateo 18, 21-19, 1
En aquel tiempo, acercándose Pedro a Jesús le preguntó:
«Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces tengo que perdonarlo? ¿Hasta siete veces?».
Jesús le contesta:
«No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. Por esto, se parece el reino de los cielos a un rey que quiso ajustar las cuentas con sus criados. Al empezar a ajustarlas, le presentaron uno que debía diez mil talentos. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él con su mujer y sus hijos y todas sus posesiones, y que pagara así.
El criado, arrojándose a sus pies, le suplicaba diciendo:
"Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré todo".
Se compadeció el señor de aquel criado y lo dejó marchar, perdonándole la deuda. Pero, al salir, el criado aquel encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, agarrándolo, lo estrangulaba, diciendo:
"Págame lo que me debes".
El compañero, arrojándose a sus pies, le rogaba, diciendo:
"Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré".
Pero él se negó y fue y lo metió en la cárcel hasta que pagara lo que debía.
Sus compañeros, al ver lo ocurrido, quedaron consternados y fueron a contarle a su señor todo lo sucedido. Entonces el señor lo llamó y le dijo:
"¡Siervo malvado! Toda aquella deuda te la perdoné porque me lo rogaste. ¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?".
Y el señor, indignado, lo entregó a los verdugos hasta que pagara toda la deuda.
Lo mismo hará con vosotros mi Padre celestial, si cada cual no perdona de corazón a su hermano».
Cuando acabó Jesús estos discursos, partió de Galilea y vino a la región de Judea, al otro lado del Jordán.
Reflexión del Evangelio de hoy
Atentos a las mediaciones
En Pueblo de Israel camina hacia la tierra prometida. El camino es largo y duro. Josué, el sucesor de Moisés experimenta que el Señor está con él en su papel difícil de dirigir al pueblo y éste debe saberlo.
Josué, está atento a todo lo que Dios le pide. Transmite a los israelitas las palabras de Dios, para que conozcan que un Dios vivo está en medio de ellos, y decide, siguiendo las indicaciones del Señor, que el Arca de la Alianza pase delante de ellos.
Hoy también, el Señor habla y actúa a través de mediaciones. A nuestro alrededor hay personas que, abiertas al querer de Dios, nos hablan con sus vidas de que “un Dios vivo está en medio de nosotros”.El Arca de la Alianza, Dios, es quien va delante y ellos le descubren presente en los más pequeños, en los más pobres, en los más crucificados, porque Dios está en ellos.
Pedro hace a Jesús una pregunta generosa
“Si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces le tengo que perdonar? ¿hasta siete veces?
Pedro ha escuchado a Jesús en sus parábolas, presentar la gran misericordia de Dios; le ha visto disculpar y perdonar muchas veces y…él también quiere hacerlo, pero,…¿cuántas veces?
No suponemos que Jesús fuera especialista en números, y mucho menos calculador en lo relacionado con el amor y el perdón. La respuesta de Jesús es clara, no deja lugar a dudas: Hay que perdonar siempre.
Con seguridad todos hemos experimentado la paz y el gozo de ser perdonados y, por otra parte, también conocemos la dificultad que supone reconocerte pecador y pedir perdón.
El perdón de Dios nos llega a través de la reconciliación con los hermanos. La falta de perdón para con quien nos ha ofendido, pone límite a la misericordia de Dios para con nosotros. Quien no perdona no tiene capacidad para recibir perdón.
En la parábola vemos que ni el rey, ni el siervo, ni sus compañeros, escucharon la llamada del perdón.
Vivir informados por la misericordia es difícil, pero qué necesario es que en nuestra sociedad y en nuestra Iglesia se multipliquen las personas dispuestas a renunciar a toda contabilidad de perdón y a tener gestos de gratuidad y de amor.
La síntesis de la parábola está en el Padre Nuestro. El texto de Mateo es una invitación a ser signos creíbles del amor y de la ternura de Dios y a ser profetas que hagan presente su bondad.