Oct
Evangelio del día
“ Ni de uno solo se olvida Dios ”
Primera lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (4,1-8)
Hermanos:
¿Qué diremos que obtuvo Abrahán, nuestro padre según la carne?
Si Abrahán fue justificado en virtud de las obras, tiene un timbre de gloria, pero no delante de Dios; pues, ¿qué dice la Escritura?
«Abrahán creyó a Dios y le fue contado como justicia».
A alguien que trabaja, el jornal no se le cuenta como gracia, sino como algo debido; en cambio, a alguien que no trabaja, sino que cree en el que justifica al impío, la fe se le cuenta como justicia.
Del mismo modo, también David proclama la bienaventuranza de aquel a quien Dios le cuenta la justicia independientemente de las obras.
«Bienaventurados aquellos a quienes se les perdonaron sus maldades y les sepultaron sus delitos; bienaventurado aquel a quien el Señor no le ha contado el pecado».
Salmo de hoy
Salmo 31,1-2.5.11 R/. Tú eres mi refugio, me rodeas de cantos de liberación
Dichoso el que está absuelto de su culpa,
a quien le han sepultado su pecado;
dichoso el hombre a quien el Señor no le apunta el delito.
y en cuyo espíritu no hay engaño. R/.
Había pecado, lo reconocí,
no te encubrí mi delito;
propuse: «Confesaré al Señor mí culpa»,
y tú perdonaste mi culpa y mi pecado. R/.
Alegraos, justos, y gozad con el Señor;
aclamadlo los de corazón sincero. R/.
Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Lucas (12,1-7)
En aquel tiempo, miles y miles de personas se agolpaban. Jesús empezó a hablar, dirigiéndose primero a sus discípulos:
«Cuidado con la levadura de los fariseos, que es la hipocresía, pues nada hay cubierto que no llegue a descubrirse, ni nada escondido que no llegue a saberse.
Por eso, lo que digáis en la oscuridad será oído a plena luz, y lo que digáis al oído en las recámaras se pregonará desde la azotea.
A vosotros os digo, amigos míos: no tengáis miedo a los que matan el cuerpo, y después de esto no pueden hacer más.
Os voy a enseñar a quién tenéis que temer: temed al que, después de la muerte, tiene poder para arrojar a la “gehenna”. A ese tenéis que temer, os lo digo yo.
¿No se venden cinco pájaros por dos céntimos? Pues ni de uno solo de ellos se olvida Dios.
Más aún, hasta los cabellos de vuestra cabeza están contados. No tengáis miedo: valéis más que muchos pájaros».
Reflexión del Evangelio de hoy
Ya Pablo en su Carta a los Romanos da un mensaje de ESPERANZA para aquellos que a priori deberían haberla perdido por ser, en principio, desmerecedores del Amor de Dios. Es este un mensaje muy relevante en una sociedad como la nuestra en la que tendemos a dividir el mundo entre dicotomías de izquierdas y derechas, blanco o negro, buenos y malos, ricos y pobres, en definitiva: culpables o inocentes.
Cuando Pablo se dirige a los romanos, posiblemente acostumbrados, como todos nosotros ahora, a juzgar desde los hechos y no desde el amor, habla de que “Dios hace justo al impío” por su fe y no por sus obras, y pone de relieve algo sorprendente y que aún hoy nos cuesta asimilar: la poca fuerza que tienen ante Dios las narraciones o hechos que podrían ensalzarnos o hundirnos ante nuestros semejantes, porque al final, lo que nos salva no son las obras sino la fe, el encuentro con Dios.
Así, Jesús de Nazaret, en el Evangelio de hoy, no se dedica a descalificar y realizar una crítica destructiva, sino que va más allá del juicio de valor y hace, con mucho amor, una propuesta de esperanza ante los miles de personas que se “pisaban” para poder escuchar dicha propuesta.
Una vez más, ante la multitud de gente, Jesús nos sorprende con un discurso en el que cambia el tono. Primero, firmemente nos advierte del peligro de la hipocresía, que nos mata poco a poco convirtiéndonos en aquello que ni somos ni Dios quiere para nosotros. Y luego, nos llama “amigos” utilizando un lenguaje lleno de cariño y afectividad que denota el deseo de establecer una relación cercana y sin miedo de Dios con sus hijos e hijas, resaltando así el paso de un Dios justiciero a un Dios amor.
Y es esa (el pasar de una relación de miedo a una relación de amor) la propuesta activa que Jesús de Nazaret nos hace también hoy a los hombres y mujeres de este mundo. Porque esa fe que nos salva, es por un lado, un regalo, una gracia que Dios nos da a pesar de nuestras pequeñeces y de nuestro “ser impío”; y por otro lado, ese regalo de la fe, es a su vez lo que las personas creyentes hemos de ser capaces de generar en nuestro entorno: una fe dinámica, pro-activa y protagónica, creadora de vida, de amor, de paz y de alegría, ya que Dios nos quiere libres de temores, de narraciones destructivas y de desesperanzas. El encuentro con Dios, padre y madre, lo construiremos más fácilmente en tanto en cuanto seamos capaces de liberarnos del miedo y de aumentar la fe, la entrega, la alegría, la oración, la amistad y la misericordia. De lo contrario corremos el riesgo de hacernos injustos y alejarnos de Dios.
Interioricemos hoy la Palabra y sigamos la propuesta de Jesús de Nazaret.