Feb
Evangelio del día
“ ¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos a menudo…? ”
Primera lectura
Lectura del libro de lsaías 58, 1-9a
Esto dice el Señor Dios:
«Grita a plena pulmón, no te contengas, alza la voz como una trompeta, denuncia a mi pueblo sus delitos, a la casa de Jacob sus pecados.
Consultan mi oráculo a diario, desean conocer mi voluntad. Como si fuera un pueblo que practica la justicia y no descuida el mandato de su Dios, me piden sentencias justas, quieren acercarse a Dios.
"¿Para qué ayunar, si no haces caso; mortificarnos, si no te enteras?"
En realidad, el día de ayuno hacéis vuestros negocios y apremiáis a vuestros servidores; ayunáis para querellas y litigios, y herís con furibundos puñetazos.
No ayunéis de este modo, si queréis que se oiga vuestra voz en el cielo.
¿Es ése el ayuno que deseo en el día de la penitencia: inclinar la cabeza como un junco, acostarse sobre saco y ceniza, ¿A eso lo llamáis ayuno, día agradable al Señor?
Este es el ayuno que yo quiero: soltar las cadenas injustas, desatar las corras del yugo, liberar a los oprimidos, quebrar todos los yugos, partir tu pan con el hambriento, hospedar a los pobres sin techo, cubrir a quien ves desnudo y no desentenderte de los tuyos.
Entonces surgirá tu luz como la aurora, enseguida se curarán tus heridas, ante ti marchará la justicia, detrás de ti la gloria del Señor.
Entonces clamarás al Señor, y te responderá; pedirás ayuda y te dirá: "Aquí estoy"».
Salmo de hoy
Salmo 50, 3-4. 5-6ab. 18-19 R/. Un corazón quebrantado y humillado, oh, Dios, tú no lo desprecias
Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado. R/.
Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado.
Contra ti, contra ti solo pequé,
cometí la maldad en tu presencia. R/.
Los sacrificios no te satisfacen:
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
El sacrificio agradable a Dios
es un espíritu quebrantado,
un corazón quebrantado y humillado,
tú, oh, Dios, tú no lo desprecias. R/.
Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Mateo 9, 14-15
En aquel tiempo, los discípulos de Juan se le acercan a Jesús, preguntándole:
«¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos a menudo y, en cambio, tus discípulos no ayunan?».
Jesús les dijo:
«¿Es que pueden guardar luto los amigos del esposo, mientras el esposo está con ellos? Llegarán días en que les arrebatarán al esposo, y entonces ayunarán».
Reflexión del Evangelio de hoy
¿Es ese el ayuno que deseo?
Mis queridos hermanos empezamos la cuaresma y en estos días de comienzo el Señor nos dice “Rasgad los corazones y no las vestiduras: convertíos al Señor Dios vuestro; porque es compasivo y misericordioso””Dejarse reconciliar con Dios; ahora es el tiempo de la gracia”, nos dirá san Pablo en la carta de los (Corintios 5, 20-6,2) y san (Mt 6,1-6,16-18) tu Padre, que ve lo escondido, te recompensará. Y ayer veíamos en el (Deuteronomio 30,15-20) como Dios pone ante nosotros la bendición y la maldición, nos da libertad para elegir. Y san (Lucas9, 22-25) nos dice el que pierda su vida por mi causa, la salvará ¿de qué le sirve a uno ganar el mundo entero si se perjudica a sí mismo?
Y después de recordar lo que nos dice el Señor al comenzar la cuaresma, hoy nos dice cual es el ayuno que él quiere. Pues que gritemos a plena voz y denunciemos los delitos del pueblo. Esto en tiempo de Isaías, pero en nuestro tiempo también hay que gritar a plena voz las injusticias que hay a nuestro alrededor. Dios nos dice que ayunamos entre riñas y disputas y esto es una verdad muy grande, porque nos privamos de cosas que no nos cuesta, muchas veces de alguna comida o nos disciplinamos porque estamos en cuaresma y buscamos nuestras mortificaciones. Pero de que nos sirve estos ayunos cuando no hablo o no trato con verdadero amor a mi herma o hermano que está a mi lado que vive conmigo. O no soy capaz de decir a mi vecino buenos días o visitarlo porque esté enfermo o necesitado solo porque es más inferior que yo. Y después nos vamos a la Iglesia damos limosna para que se nos perdone los pecados o así cumplimos con el ayuno. Todo no lo arregla la limosna, si no tenemos un corazón arrepentido y sincero con Dios. Dios quiere un ayuno interior y no exterior, rasgar nuestros corazones y no las vestiduras, convertirnos al Señor Dios nuestro desde lo más intimo de nuestro ser, limpiar nuestro interior de toda injusticia, pues esta conversión solo la ve Dios que ve en lo secreto en lo más intimo de nosotros mismos y a él no le podemos engañar.
Hermanos ahora es tiempo de la gracia aprovechémosla.
Llegará un día en que se lleven al esposo y entonces ayunarán.
En este evangelio vemos cómo si Jesús estuviera en desacuerdo con el ayuno, pero no es así, porque él mismo ayunó para prepararse a su misión. Pero vemos cómo a los ojos de los fariseos y los discípulos de Juan es llamativo el comportamiento de Jesús y sus discípulos. En su respuesta, a la pregunta de los discípulos de Juan, Jesús distingue el ahora –los discípulos no ayunan, porque la alegría de la presencia del (novio) Jesús se lo impide—y el después, que refleja la práctica del ayuno en la Iglesia de Mateo. Pero el evangelista insiste en que los cristianos deben dar un sentido nuevo a esta práctica del ayuno, evitando sobre todo la ostentación exterior. En resumen practicar el ayuno interior. Necesitamos un cambio y una renovación radical; requiere la conversión. Y esta conversión interior no produce tristeza, si lo hacemos por amor y para seguir a Jesús “quien pierda su vida por mí la salvará”
Nuestra conversión debe ser alegre, no podemos estar tristes ni poner caras tristes como los hipócritas, sino que nuestro corazón se sienta feliz al ser despojado de tanto mal como puede haber en él, gozoso de sentirse limpio y libre de toda atadura, a Satanás, y al pecado, que nos apartan de ti y destruye la vida y apaga la fe.
Que esta cuaresma hermanos la vivamos con intensidad y que no sea una cuaresma más; sino que trabajemos con fuerza por la conversión de los hombres y la nuestra, para que no se apague nuestra fe, sino que arda junto al cirio pascual con fuerza y alumbre así a los hombres. Así sea.