Ene
Evangelio del día
“ A vino nuevo, odres nuevos ”
Primera lectura
Lectura del primer libro de Samuel 15, 16-23
En aquellos días, Samuel dijo a Saúl:
«Voy a comunicarte lo que me ha manifestado el Señor esta noche».
Saúl contestó:
«Habla».
Samuel siguió diciendo:
«¿No es cierto que siendo pequeño a tus ojos eres el jefe de las doce tribus de Israel? El Señor te ha ungido como rey de Israel. El Señor te envió con esta orden: “Ve y entrega al anatema a esos malvados amalecitas y combátelos hasta aniquilarlos”. ¿Por qué no has escuchado la orden del Señor, lanzándote sobre el botín, y has obrado mal a sus ojos?».
Saúl replicó:
«Yo he cumplido la orden del Señor y he hecho la campaña a la que me envió. Traje a Agag, rey de Amalec, y entregué al anatema a Amalec. El pueblo tomó del botín ovejas y vacas, lo más selecto del anatema, para ofrecérselo en sacrificio al Señor, tu Dios, en Guilgal».
Samuel exclamó:
«¿Le complacen al Señor los sacrificios y holocaustos tanto como obedecer su voz?
La obediencia vale más que el sacrificio, y la docilidad, más que la grasa de carneros.
Pues pecado de adivinación es la rebeldía y la obstinación, mentira de los terafim.
Por haber rechazado la palabra del Señor, te ha rechazado como rey».
Salmo de hoy
Salmo 49, 8-9. 16bc-17. 21 y 23: R/. Al que sigue buen camino le haré ver la salvación de Dios
No te reprocho tus sacrificios,
pues siempre están tus holocaustos ante mi.
Pero no aceptaré un becerro de tu casa,
ni un cabrito de tus rebaños. R/.
¿Por qué recitas mis preceptos
y tienes siempre en la boca mi alianza,
tú que detestas mi enseñanza
y te echas a la espalda mis mandatos? R/.
Esto haces, ¿y me voy a callar?
¿Crees que soy como tú?
Te acusaré, te lo echaré en cara.
El que me ofrece acción de gracias,
ése me honra;
al que sigue buen camino
le haré ver la salvación de Dios». R/.
Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Marcos 2, 18-22
En aquel tiempo, como los discípulos de Juan y los fariseos estaban ayunando, vinieron unos y le preguntaron a Jesús:
«Los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos ayunan. ¿Por qué los tuyos no?».
Jesús les contesta:
«¿Es que pueden ayunar los amigos del novio, mientras el novio está con ellos? Mientras el novio está con ellos, no pueden ayunar.
Llegarán días en que les arrebatarán al novio, y entonces ayunarán en aquel día.
Nadie echa un remiendo de paño sin remojar a un manto pasado; porque la pieza tira del manto -lo nuevo de lo viejo- y deja un roto peor.
Tampoco se echa vino nuevo en odres viejos; porque el vino revienta los odres, y se pierden el vino y los odres; a vino nuevo, odres nuevos».
Reflexión del Evangelio de hoy
La figura el rey Saúl, en la Primera Lectura, no resulta atrayente ni muy aleccionadora. Es cierto que el botín que tomaron sus soldados pudo ser destinado en sacrificio a Dios. Pero, Dios, más que sacrificios, y menos de este tipo, lo que quiere y busca es el sacrificio interior, la confianza personal en él, la búsqueda de su voluntad y el empeño en cumplirla.
En el Evangelio, la excusa hoy de los fariseos para enfrentarse a Jesús es el ayuno, que, según ellos, sus discípulos no practican. Jesús defenderá el ayuno, pero a su tiempo, en su momento. Porque, mientras esté el Novio, los discípulos están de fiesta. Dentro de unos días, en cuaresma, reflexionaremos sobre su conveniencia, su valor y su oportunidad.
“¿Por qué los tuyos no?” ¿Por qué nosotros no?
Jesús podía haber contestado: “Porque son discípulos míos”. Porque Juan predicaba penitencia y conversión para huir de la ira de Dios, en un juicio terrible del que nadie podía librarse. Y Jesús predicaba perdón y salvación para todos. Jesús se centra más en mostrarnos el rostro de un Padre que, más que terribles juicios, ofrece sus brazos y, con ellos y en ellos, toda la felicidad de que es capaz el ser humano. Por eso, Jesús y sus discípulos ayunan, pero no viven ayunando como Juan y sus discípulos; bautizan, pero prefieren perdonar, liberar, acoger, mostrar el rostro amable de un Dios hasta entonces desconocido.
¿Y nosotros, qué? ¿Qué dicen de nosotros, seguidores de Jesús, los que no creen lo que nosotros creemos? ¿Qué contestamos a los enviados de turno cuando nos preguntan por qué nosotros no hacemos lo que ellos hacen? ¿O es que no nos preguntan porque no hace falta, porque nos consideran de los suyos, pensando que creemos y hacemos lo mismo que ellos?
A vino nuevo, odres nuevos, hombres nuevos
Al vino nuevo del Evangelio no le sirven los odres viejos, magníficos en la misión que cumplieron, pero viejos, de Juan y sus discípulos. Dios es para nosotros liberación, perdón incondicional. Dios quiere odres nuevos que contengan personas acogedoras como acogedor se mostró Jesús. Personas que, antes de acoger a los demás y para que sepan cómo hay que hacerlo, acojan a un Padre que sólo piensa en hacer nuestra vida más humana, más gratificante, más justa. Una vida donde las coordenadas sean la paz, la verdad y la justicia. Y, como fruto maduro, la misericordia y la bondad, sinónimo de santidad.
El modelo en nuestro trabajo de “alfareros” es Jesús, su persona, su vida, su enseñanza. Nuestros nuevos valores, los evangélicos; las actitudes que buscamos, las que mostró Jesús a lo largo y ancho de su vida. Y no nos preocupemos por el vino, sino sólo por el continente.