Sep
Evangelio del día
“ Vino Juan Bautista y dijisteis que tenía un demonio; viene el Hijo del hombre, y decís: Mirad qué comilón y qué borracho ”
Primera lectura
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a Timoteo (3, 14-16):
Querido hermano:
Aunque espero estar pronto contigo, te escribo estas cosas por si tardo, para que sepas cómo conviene conducirse en la casa de Dios, que es la Iglesia del Dios vivo, columna y fundamento de la verdad.
En verdad es grande el misterio de la piedad,
el cual fue manifestado en la carne,
justificado en el Espíritu,
mostrado a los ángeles,
proclamado en las naciones,
creído en el mundo,
recibido en la gloria.
Salmo de hoy
Salmo 110,1-2.3-4.5-6 R/. Grandes son las obras del Señor
Doy gracias al Señor de todo corazón,
en compañía de los rectos, en la asamblea.
Grandes son las obras del Señor,
dignas de estudio para los que las aman. R/.
Esplendor y belleza son su obra,
su generosidad dura por siempre.
Ha hecho maravillas memorables,
el Señor es piadoso y clemente. R/.
Él da alimento a los que lo temen
recordando siempre su alianza.
Mostró a su pueblo la fuerza de su obrar,
dándoles la heredad de los gentiles. R/.
Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Lucas (7,31-35)
En aquel tiempo, dijo el Señor:
«A quién, pues, compararé los hombres de esta generación? ¿A quién son semejantes?
Se asemejan a unos niños, sentados en la plaza, que gritan a otros aquello de:
“Hemos tocado la flauta
y no habéis bailado,
hemos entonado lamentaciones,
y no habéis llorado”.
Porque vino Juan el Bautista, que ni come pan ni bebe vino, y decís: “Tiene un demonio”; vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y decís: “Mirad qué hombre más comilón y borracho, amigo de publicanos y pecadores”.
Sin embargo, todos los hijos de la sabiduría le han dado la razón».
Reflexión del Evangelio de hoy
Acogida de Jesús
San Pablo, aunque piensa ir a Éfeso, mientras llega el momento y por si se retrasa da unos consejos a Timoteo, que está al frente de aquella iglesia. Hoy les habla de la comunidad, como “templo de Dios”, como “asamblea del Dios vivo”; y de Jesucristo, que es quien da vida a la comunidad a través de ese “credo” reducido, desde el nacimiento de Jesús hasta su resurrección.
Pero, para eso hay que acogerlo. Y Jesús se queja en el Evangelio de su incoherencia y rechazo tanto de Juan como de él mismo. La escena de los niños que invitan con su música a otros niños a participar y colaborar sin lograrlo, hace referencia a la actitud de escribas y fariseos que no aceptaron a Juan por creerlo endemoniado en su austeridad, y ahora hacen lo mismo con Jesús, que come y bebe, tachándole de comilón, borracho y amigo de pecadores.
Le han visto curar milagrosamente a leprosos, ciegos, sordos, endemoniados. Le han visto volver a la vida al hijo de la viuda de Naín, pero no creen. No admiten que Dios pueda ser como lo describe Jesús en sus parábolas y alegorías. Y Jesús, una vez más, les dice que no son sinceros; que son incoherentes.
Santos Cornelio y Cipriano
Cornelio, Papa, y Cipriano, Obispo, ambos mártires a mediados del siglo III, son celebrados conjuntamente hoy por la Iglesia, porque ambos confesaron con el testimonio de sus vidas, la fe que profesaban en Jesús de Nazaret.
Cornelio fue elegido Papa el año 251, después de un largo período de “sede vacante” por la persecución de Decio. Una vez elegido, siguieron los problemas externos por las persecuciones, y se incrementaron por la falta de aceptación desde dentro de la Iglesia a su persona y cargo. El Emperador Galo mantuvo “detenido” al Papa en Civitavecchia hasta que murió.
Cipriano nació en Cartago en el año 200. A la muerte del obispo de Cartago, por aclamación popular, fue ordenado obispo. Sobresalió por su magisterio y predicación. Es famoso su comentario al Padrenuestro.
Sufre persecuciones. Tiene que gobernar desde la clandestinidad, por medio de cartas que animen a los creyentes a permanecer fieles. Se ve envuelto en los sufrimientos de la peste que ataca y mata a centenares de cristianos, vendiendo sus posesiones por aliviar sus problemas. Por último, es condenado a muerte en la persecución del Emperador Valeriano.
Actas del juicio:
Juez: “El emperador Valeriano ha dado órdenes de que no se permita celebrar ningún otro culto, sino el de nuestros dioses. ¿Vd. qué responde?
Cipriano: “Yo soy cristiano y soy obispo. No reconozco a ningún otro Dios, sino al único y verdadero Dios que hizo el cielo y la tierra”.