Oct
Evangelio del día
“ Por la fe en Cristo viene la justicia de Dios a todos los que creen ”
Primera lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (3,21-30a)
Hermanos:
Ahora, sin la ley se ha manifestado la justicia de Dios, atestiguada por la Ley y los Profetas; justicia de Dios por la fe en Jesucristo para todos los que creen. Pues no hay distinción, ya que todos pecaron y están privados de la gloria de Dios, y son justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención realizada en Cristo Jesús.
Dios lo constituyó medio de propiciación mediante la fe en su sangre, para mostrar su justicia pasando por alto los pecados del pasado en el tiempo de la paciencia de Dios; actuó así para mostrar su justicia en este tiempo, a fin de manifestar que era justo y que justifica al que tiene fe en Jesús.
Y ahora, ¿dónde está la gloria? Queda eliminada. ¿En virtud de qué ley? ¿De la ley de las obras? No, sino en virtud de la ley de la fe.
Pues sostenemos que el hombre es justificado por la fe, sin obras de la Ley.
¿Acaso Dios lo es solo de los judíos? ¿No lo es también de los gentiles? También lo es de los gentiles, si es verdad que no hay más que un Dios.
Salmo de hoy
Salmo 129,1-2.3-4.5 R/. Del Señor viene la misericordia, la redención copiosa
Desde lo hondo a ti grito, Señor;
Señor, escucha mi voz;
estén tus oídos atentos
a la voz de mi súplica. R/.
Si llevas cuenta de los delitos, Señor,
¿quién podrá resistir?
Pero de ti procede el perdón,
y así infundes temor. R/.
Mi alma espera en el Señor,
espera en su palabra;
mi alma aguarda al Señor,
más que el centinela la aurora.
Aguarde Israel al Señor,
como el centinela la aurora. R/.
Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Lucas (11,47-54)
En aquel tiempo, dijo el Señor:
«¡Ay de vosotros, que edificáis mausoleos a los profetas, a quienes mataron vuestros padres!
Así sois testigos de lo que hicieron vuestros padres, y lo aprobáis; porque ellos los mataron y vosotros les edificáis mausoleos.
Por eso dijo la Sabiduría de Dios: “Les enviaré profetas y apóstoles: a algunos de ellos los matarán y perseguirán”; y así a esta generación se le pedirá cuenta de la sangre de todos los profetas derramada desde la creación del mundo; desde la sangre de Abel hasta la sangre de Zacarías, que pereció entre el altar y el santuario.
Sí, os digo: se le pedirá cuenta a esta generación.
¡Ay de vosotros, maestros de la ley, que os habéis apoderado de la llave de la ciencia: vosotros no habéis entrado y a los que intentaban entrar se lo habéis impedido! ».
Al salir de allí, los escribas y fariseos empezaron a acosarlo implacablemente y a tirarle de la lengua con muchas preguntas capciosas, tendiéndole trampas para cazarlo con alguna palabra de su boca.
Reflexión del Evangelio de hoy
Por la fe en Cristo viene la justicia de Dios a todos los que creen
La competencia, de por sí vana, entre quién aventaja a quién, si el judío al pagano o éste a aquél, Pablo la sustancia señalando los puntos débiles de la aparente superioridad del judío, pues éste no puede gloriarse ni de la circuncisión ni de haber sido fiel a la alianza, con lo que se igualan, viene a decirles, con los paganos. Unos y otros están privados de la gracia de Dios, los unos por incumplir lo que quisieron y los otros por no ver en la creación la mano hacedora de Dios. Entonces ¿qué? Sólo queda una salida, a juicio de Pablo: confiar en Jesucristo, creer en su Palabra, seguir el llamamiento del Maestro, para experimentar así la salvación que nos viene de la fe en Cristo, y no por el cumplimiento de unos mandatos. Por el Hijo de Dios somos justificados y liberados de la esclavitud de nuestra debilidad y pecado. Vivir por la fe el inmenso amor gratuito de Dios que se nos ha entregado en Jesús de Nazaret genera una dinámica de caridad y fraternidad que necesita nuestra iniciativa y cooperación, lo cual se traduce más pronto que tarde, en hechos concretos de compasión y caridad con los iguales. El creyente así se ve involucrado en la aventura de la gracia a la que Dios Padre nos llama por medio de Jesucristo el Señor.
Lo acosaron para cogerlo con sus propias palabras
En la prolongada diatriba de Jesús contra los fariseos los juristas ocupan un espacio preferente pues al decir del Maestro oprimen a los ciudadanos invocando la Ley, aparentan honrar a los profetas y persisten en una acción deicida silenciando el mensaje de Dios. La generación que no solo no acoge el mensaje de Juan ni de Jesús, sino que a los dos los elimina con vesania y arbitrariedad. No es nuevo que a Jesús intenten cazarlo sus detractores en todas y cada una de sus palabras, porque, por más que lo intentaron en el terreno de los hechos, nada consiguieron, a pesar de que se inventaran la falsía de que carecía de espíritu religioso por no cumplir el sábado. La belleza del evangelio de Jesús, aun en medio de tanta vileza farisaica en nombre de Dios, consiste en que la mejor palabra es el propio Hijo de Dios que hace lo que dice y dice lo que hace y, además, el corazón del necesitado y del buscador de Dios bien pronto que sintoniza con sus pasos luminosos, con su palabra compasiva, con una esperanza que levanta el ánimo y da gloria a Dios.
La misma que personalizó Ignacio de Antioquía, sucesor de Pedro en la sede antioquena, que signó con tinta y sangre en las siete cartas que dirigió a diversas comunidades camino de su natalicio martirial.