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Feb
Evangelio del día
“ Estaba curado y veía todo con claridad ”
Primera lectura
Libro del Génesis 8,6-13.20-22
Pasados cuarenta días, Noé abrió la claraboya que había hecho en el arca y soltó el cuervo, que estuvo saliendo y retornando hasta que se secó el agua en la tierra.
Después soltó la paloma, para ver si había menguado el agua sobre la superficie del suelo. Pero la paloma no encontró donde posarse y volvió al arca, porque todavía había agua sobre la superficie de toda la tierra. Él alargó su mano, la agarró y la metió consigo en el arca.
Esperó otros siete días y de nuevo soltó la paloma desde el arca. Al atardecer, la paloma volvió con una hoja verde de olivo en el pico.
Noé comprendió que el agua había menguado sobre la tierra. Esperó todavía otros siete días y soltó la paloma, que ya no volvió.
El año seiscientos uno, el día primero del mes primero se secó el agua en la tierra. Noé abrió la claraboya del arca, miró y vio que la superficie del suelo estaba seca.
Noé construyó un altar al Señor, tomó animales y aves de toda especie pura y los ofreció en holocausto sobre el altar.
El Señor olió el aroma que aplaca y se dijo:
«No volveré a maldecir el suelo a causa del hombre, porque la tendencia del corazón humano es mala desde la juventud. No volveré a destruir a los vivientes como acabo de hacerlo. Mientras dure la tierra no han de faltar siembra y cosecha, frío y calor, verano e invierno, día y noche».
Salmo de hoy
Salmo 115,12-13.14-15.18-19 R/. Te ofreceré, Señor, un sacrificio de alabanza
¿Cómo pagaré al Señor
todo el bien que me ha hecho?
Alzaré la copa de la salvación,
invocando el nombre del Señor. R/.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo.
Mucho le cuesta al Señor
la muerte de sus fieles. R/.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo,
en el atrio de la casa del Señor,
en medio de ti, Jerusalén. R/.
Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Marcos 8,22-26
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos llegaron a Betsaida.
Y le trajeron a un ciego pidiéndole que lo tocase.
Él lo sacó de la aldea, llevándolo de la mano, le untó saliva en los ojos, le impuso las manos y le preguntó:
«Ves algo?».
Levantando los ojos dijo:
«Veo hombres, me parecen árboles, pero andan».
Le puso otra vez las manos en los ojos; el hombre miró: estaba curado y veía todo con claridad.
Jesús lo mandó a casa diciéndole que no entrase en la aldea.
Evangelio de hoy en audio
Reflexión del Evangelio de hoy
Ponte siempre en las manos de Dios
Noé fue un hombre de fe. Dios le anuncia los terribles acontecimientos que van a ocurrir y él, sin dudarlo, se pone a trabajar para cumplir los planes del Señor. Los que le rodeaban le tuvieron que tener por loco: ¡Construir una nave donde no llegaba el mar! Pero Noé hizo lo que se le pedía y puso a salvo a los suyos y a los animales de la tierra, confiando plenamente en la Palabra recibida.
Muchas veces Dios nos pide cosas que no entendemos. En nuestro camino van apareciendo situaciones inesperadas que nos parecen absurdas, y pensamos que nosotros solos somos capaces de salir adelante. Gran error por nuestra parte. Sin Él no somos nada. Noé confió, seguramente sin entender, porque su fe era grande. Tras el diluvio comprobó que todo volvía a la vida al ver la rama de olivo. Y lo primero que hizo fue dar gracias a Dios mediante sacrificios y oraciones. Y el Señor le hace la promesa de no volver a destruir el mundo. Noé confió, obró y recibió la recompensa de la alianza del Señor. Así nosotros, a ejemplo de él, debemos confiar siempre en lo que Dios nos pida en cada momento, sin dudarlo, por absurdo que nos parezca, teniendo la certeza de que será para nuestro bien y el del Reino. Para eso debemos acrecentar nuestra fe día a día mediante la oración y la meditación de la Palabra.
Nuestra oración debe ser generosa
Nos encontramos con una nueva curación realizada por Jesús, un signo más de su unión con el Padre y de la misericordia que su corazón derrama sobre el que sufre. En este caso el poder de Dios se nos manifiesta en la figura de un ciego. De su encuentro con Cristo saldrá sanado, y seguramente fortalecido en su fe. Ha sido un encuentro personal, íntimo (Jesús se lo llevó aparte) y a partir de ese momento el ciego es un hombre nuevo.
El ciego no vino solo: “se lo trajeron pidiendo que lo tocase”. Alguien intercedió por él alguien que conocía la fama de Jesús y que confiaba en que podría ayudarle. Tal vez aquel hombre no sabía quién era el Maestro, pero hubo quien se preocupó en presentárselo, en hablarle de Él, con el convencimiento de que su vida iba a cambiar para bien. ¿Te das cuenta de la importancia que tiene presentar a Cristo a los demás? Puede que no seamos conscientes de que nuestra amistad con Él puede hacer mucho bien a los que nos rodean. Sería muy egoísta por nuestra parte guardarnos para nosotros el tesoro de nuestro corazón, la fortuna de nuestra fe, el sabernos hijos de Dios y no compartirlo. Nuestra oración no debe ser solo para nosotros, debe ser para todos. La generosidad del ser humano se basa en no quedarnos para nosotros mismos los bienes que recibimos, y el bien más preciado es Cristo Jesús.
Hoy celebramos al dominico San Álvaro de Córdoba. Él estuvo en Tierra Santa y conoció los lugares de la Pasión de Cristo. Al regresar quiso compartir su experiencia con todos e ideó el Via Crucis como forma de oración, reproduciendo en los alrededores de su convento la Vía Dolorosa mediante pequeñas capillas, para que todos pudieran revivir lo que él experimentó en Jerusalén. Practicó la Caridad en todas sus formas. Pues a imitación de San Álvaro, y de los que acercaron al ciego a Jesús, seamos generosos y hablemos del Evangelio a nuestros hermanos cercanos y pidamos confiadamente por ellos a Cristo, el Maestro Bueno.