Sep
Evangelio del día
“ Algunas mujeres acompañaban a Jesús ”
Primera lectura
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 15, 12-20
Hermanos:
Si se anuncia que Cristo ha resucitado de entre los muertos, ¿cómo dicen algunos de entre vosotros que no hay resurrección de muertos?
Pues bien: si no hay resurrección de muertos, tampoco Cristo ha resucitado. Pero si Cristo no ha resucitado, vana es nuestra predicación y vana también vuestra fe; más todavía: resultamos unos falsos testigos de Dios, porque hemos dado testimonio contra él, diciendo que ha resucitado a Cristo, a quien no ha resucitado... si es que que los muertos no resucitan.
Pues si los muertos no resucitan, tampoco Cristo ha resucitado; y, si Cristo no ha resucitado, vuestra fe no tiene sentido, seguís estando en vuestros pecados; de modo que incluso los que murieron en Cristo han perecido.
Si hemos puesto nuestra esperanza en Cristo solo en esta vida, somos los más desgraciados de toda la humanidad.Pero Cristo ha resucitado de entre los muertos y es primicia de los que han muerto.
Salmo de hoy
Salmo 16, 1. 6-7. 8 y 15 R/. Al despertar me saciaré de tu semblante, Señor
Señor, escucha mi apelación,
atiende a mis clamores,
presta oído a mi súplica,
que en mis labios no hay engaño. R/.
Yo te invoco porque tú me respondes, Dios mío;
inclina el oído y escucha mis palabras.
Muestra las maravillas de tu misericordia,
tú que salvas de los adversarios
a quien se refugia a tu derecha. R/.
Guárdame como a las niñas de tus ojos,
a la sombra de tus alas escóndeme.
Yo con mi apelación vengo a tu presencia,
y al despertar me saciaré de tu semblante. R/.
Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Lucas 8, 1-3
En aquel tiempo, Jesús iba caminando de ciudad en ciudad y de pueblo en pueblo, proclamando y anunciando la Buena Noticia del reino de Dios, acompañado por los Doce y por algunas mujeres, que habían sido curadas de espíritus malos y de enfermedades: María la Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, mujer de Cusa, un administrador de Herodes; Susana y otras muchas que les servían con sus bienes.
Reflexión del Evangelio de hoy
San Pablo insiste en que “si los muertos no resucitan, Jesucristo tampoco resucitó”. Pero los discípulos lo vieron antes de morir, lo vieron morir y lo volvieron a ver repetidas veces, después. Por eso, ellos son testigos de la resurrección.
En el Evangelio, Jesús aparece acompañado de discípulos y discípulas en sus correrías apostólicas. Sabemos que fueron muchos los curados por Jesús de diversas enfermedades; con seguridad que también habría hombres entre sus seguidores que quisieran, de esa forma agradecer los dones recibidos. Pero, hoy solo constan mujeres, incluso con sus nombres. Agradecemos a Lucas estos detalles que nos ayudan mucho a comprender y a admirar a Jesús.
Jesús con discípulos y discípulas
Antes de decir una palabra sobre el Reino y su anuncio, voy a enmarcarlo. El marco de referencia no sólo ayuda a comprender el mensaje sino que de alguna manera forma parte del mismo. El marco hoy es Jesús con sus discípulos y sus discípulas, con nombres y con detalles de lo que hacían unos y otras.
Ciñéndome a las mujeres, dado que de los discípulos sabemos mucho más por el Evangelio, lo primero que llama la atención es lo chocante que tuvo que ser para los contemporáneos de Jesús. No era normal que los maestros tuvieran discípulas; y Jesús las tuvo, en algún momento con un papel un tanto predominante, y siempre recibiendo gustoso su ayuda y su colaboración. No eran personas ilustres, aunque una, Juana, estuviera casada con un administrador de Herodes. De María Magdalena sabemos lo que Jesús había hecho por ella y su agradecimiento; y de Susana, ni eso siquiera, sólo que le seguía y que le ayudaba con sus bienes, lo mismo que las otras. Fueron tan fieles a Jesús que, incluso cuando al pie de la cruz casi todos los discípulos huyeron por miedo, ellas siguieron allí acompañándolo con María, su madre. Y lo mismo hicieron después, sobresaliendo María Magdalena a quien Jesús se aparece resucitado, enviándola a los discípulos.
Elevemos hoy un canto a las mujeres que, llamadas por Jesús como los apóstoles, lo acompañan, le sirven y cooperan con él en la implantación del Reino. Y elevemos también un canto agradecido a las mujeres que, a lo largo de la historia y, en particular, hoy, llamadas o no por nosotros, siguen acompañando, sirviendo y amando a Jesús, y que, sin ellas, el Reino no sería el mismo.
Predicaba la Buena Noticia del Reino
Jesús ya había estado en las sinagogas predicando el Reino. Ahora le vemos ”yendo de pueblo en pueblo” predicando, y haciendo discípulos y discípulas para cuando él falte. Predica la Buena Noticia del Reino. Los discípulos predican con el seguimiento; las mujeres con el seguimiento y compartiendo con él sus bienes, una de las notas del Reino de Dios.
Quizá tan importante como lo que hacía Jesús era cómo lo hacía. Me refiero a las actitudes que mostraba siempre que hablaba o actuaba. Su predilección –no exclusividad- por los pobres, los niños, los enfermos, los, de la forma que fuera, sufrientes y maltratados. Mostraba a flor de piel compasión y misericordia, y la gente lo notaba. Quizá se notaba más por el contraste entre el comportamiento de los poderes fácticos, sacerdotes, levitas, escribas, fariseos, y el de Jesús, respetando siempre la Ley pero poniendo siempre a la persona por delante. Por eso, la gente decía de él “que hablaba con autoridad, o sea, con credibilidad”. Lo mismo que dice hoy la gente del Papa Francisco: lo mismo que él nos pide hoy a sus discípulos y discípulas.