Jue
2
Jun
2016
Acuérdate de Jesucristo

Primera lectura

Lectura de la segunda carta de san Pablo a Timoteo 2, 8-15

Querido hermano:

Acuérdate de Jesucristo, resucitado de entre los muertos, nacido del linaje de David, según mi evangelio, por el que padezco hasta llevar cadenas, como un malhechor; pero la palabra de Dios no está encadenada.

Por eso lo aguanto todo por los elegidos, para que ellos también alcancen la salvación y la gloria eterna en Cristo Jesús.

Es palabra digna de crédito:
Pues si morimos con él, también viviremos con él;
si perseveramos, también reinaremos con él;
si lo negamos, también él nos negará.
Si somos infieles, él permanece fiel,
porque no puede negarse a sí mismo.

Esto es lo que has de recordar, advirtiéndoles seriamente delante de Dios que no discutan sobre palabras; no sirve para nada y es funesto para los oyentes.

Procura con toda diligencia presentarte ante Dios como digno de aprobación, como un obrero que no tiene de qué avergonzarse, que imparte con rectitud la palabra de la verdad.

Salmo de hoy

Salmo 24 R/. Señor, enséñame tus caminos.

Señor, enséñame tus caminos,
instrúyeme en tus sendas:
haz que camine con lealtad;
enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador. R/.

El Señor es bueno y es recto,
y enseña el camino a los pecadores;
hace caminar a los humildes con rectitud,
enseña su camino a los humildes. R/.

Las sendas del Señor son misericordia
y lealtad para los que guardan su alianza y sus mandatos.
El Señor se confía a los que lo temen,
y les da a conocer su alianza. R/.

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Marcos 12, 28b-34

En aquel tiempo, un escriba se acercó a Jesús y le preguntó:
«¿Qué mandamiento es el primero de todos?».

Respondió Jesús:
«El primero es: “Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor: amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser”. El segundo es este: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. No hay mandamiento mayor que estos».

El escriba replicó:
«Muy bien, Maestro, sin duda tienes razón cuando dices que el Señor es uno solo y no hay otro fuera de él; y que amarlo con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todo el ser, y amar al prójimo como a uno mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios».

Jesús, viendo que había respondido sensatamente, le dijo:
«No estás lejos del reino de Dios».

Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas.

Reflexión del Evangelio de hoy

  • El Evangelio de Pablo

Pablo, Apóstol de Jesucristo, utiliza el modo imperativo del tiempo presente para dar a Timoteo un consejo muy importante: “Acuérdate de Jesucristo el Señor, resucitado de entre los muertos, nacido del linaje de David”, indicándole con ello que, de esta manera, le imitará porque Jesucristo es el ejemplo de vida por excelencia.

Jesucristo, Hijo de David, vino al mundo, sufrió, murió y resucitó de entre los muertos. Este gran hecho histórico es el corazón del evangelio que Pablo predicaba.

Si nosotros seguimos el consejo de Pablo y tenemos en la mente y en el corazón el recuerdo de Jesucristo, también saldremos victoriosos de los enemigos de Dios.

Destacamos que el nombre de “Jesús” hace referencia a su humanidad: “linaje de David”, y, el nombre “Cristo”, refiere su divinidad: “resucitado de los muertos”.

Para ser el Mesías, Jesús de Nazaret nació “del linaje de David”.

La resurrección de Jesús es “la señal de las señales de su divinidad”: Como hombre, Cristo murió; como Dios, Cristo resucitó.

Este es el corazón del evangelio que Pablo es ¡Cristo resucitado!

Aunque Pablo estaba encarcelado y encadenado, su predicación lo estaba, porque la verdad no puede ser encadenada por cadenas de hierro. Callar al predicador no calla su mensaje, porque el hombre puede callar al hombre, pero el hombre no puede olvidar que nunca podrá acallar a Dios.

El amor motivaba a Pablo a sufrir trabajos como evangelista enviado a los elegidos, es decir, a los que están dispuestos a obedecer el evangelio escuchándolo con el corazón y la mente abiertos a la Verdad de Dios.

Lo que Pablo quiere transmitir a Timoteo es que para “vivir” hay que “morir”.

La resurrección espiritual y la vida espiritual son prenda de la resurrección de los muertos en el día final, y, de la vida eterna en el cielo.

Reflexionar “considerar”, y acordarse de Jesucristo, es lo que debemos hacer también los cristianos de hoy para tener valor en lugar de cobardía en la lucha por mantenernos y crecer en el amor a Cristo Jesús.

  • No hay mandamiento mayor que estos

“Señor, enséñame tus caminos”, pide el salmista a Yahvé. Siglos más tarde “un letrado” hace la misma pregunta al Señor Jesús, aunque con un enunciado diferente: “¿Qué mandamiento es el primero de todos?”. La respuesta de Jesús es rápida y clara:

• Escucha…, amarás… y añade
• Amarás a tu prójimo como a ti mismo.

El Señor dijo al letrado que para amar a Dios es imprescindible usar la mente, porque ¿cómo podremos amar y adorar a Dios sino le conocemos?

Si no conocemos a Dios, nuestro amor a él no pasará de ser un sentimiento momentáneo, una atracción vaga y fácilmente pasajera.

Amar a Dios nos proporciona la única meta que, en último término, es lo suficientemente grande como para satisfacer nuestro intelecto, sus emociones y sus esfuerzos. Cualquier otra alternativa nos deja siempre con una profunda sensación de insatisfacción, que termina degradándonos y esclavizándonos.

Por esta razón, en su respuesta a la pregunta del letrado, Jesús volvió al propósito inicial por el que el hombre ha sido creado, y que no es otro que el de disfrutar de todas las cosas en una relación plena de amor con Dios.

Aunque el letrado sólo había preguntado cuál era el principal mandamiento, Jesús fue más allá en su contestación y también le indicó cuál era el segundo mandamiento en importancia.

Jesús nos indica que si primeramente no amamos a Dios, tampoco podremos amar correctamente a nuestro prójimo, porque la fuente del amor verdadero no se encuentra en nosotros mismos, sino que proviene de Dios y fluye a través de nosotros.

Podemos preguntarnos:

¿Qué ocupa constantemente mi mente y mi corazón?
¿Soy consciente de que mi amor a los hermanos verifica mi amor a Dios?
¿Pido a Dios que me enseñe su camino?