Ene
Evangelio del día
“ ¿Qué está permitido en sábado? ¿Hacer lo bueno o lo malo? ¿Salvarle la vida a un hombre o dejarlo morir? . ”
Primera lectura
Lectura del primer libro de Samuel 17, 32-51
En aquellos días, Saúl mandó llamar a David, y éste le dijo:
«Que no desmaye el corazón de nadie por causa de ese hombre. Tu siervo irá a luchar contra ese filisteo».
Pero Saúl respondió:
«No puedes ir a luchar con ese filisteo. Tú eres todavía un joven y él es un guerrero desde su mocedad».
David añadió:
«El Señor, que me ha librado de las garras del león y del oso, me librará también de la mano de ese filisteo».
Entonces Saúl le dijo:
«Vete, y que el Señor esté contigo».
Agarró el bastón, se escogió cinco piedras lisas del torrente y las puso en su zurrón de pastor y en el morral, y avanzó hacia el filisteo con la honda en mano. El filisteo se fue acercando a David, precedido de su escudero. Fijó su mirada en David y lo despreció, viendo que era un muchacho, rubio y de hermoso aspecto.
El filisteo le dijo:
«¿Me has tomado por un perro, para que vengas a mí con palos?».
Y maldijo a David por sus dioses.
El filisteo siguió diciéndole:
«Acércate y echaré tu carne a las aves del cielo y a las bestias del campo».
David le respondió:
«Tú vienes contra mí con espada, lanza y jabalina. En cambio, yo voy contra ti en nombre del Señor del universo, Dios de los escuadrones de Israel al que has insultado. El Señor te va a entregar hoy en mis manos, te mataré, te arrancaré la cabeza y hoy mismo entregaré tu cadáver y los del ejército filisteo a las aves del cielo y a las fieras de la tierra. Y toda la tierra sabrá que hay un Dios de Israel. Todos los aquí reunidos sabrán que el Señor no salva con espada ni lanzas, porque la guerra es del Señor y os va a entregar en nuestras manos».
Cuando el filisteo se puso en marcha, avanzando hacia David, este corrió veloz a la línea de combate frente a él. David metió la mano en el zurrón, cogió una piedra, la lanzó con la honda e hirió al filisteo en la frente. La piedra se le clavó en la frente y cayó de bruces en tierra.
Así venció David al filisteo con una honda y una piedra. Lo golpeó y lo mató sin espada en la mano.
David echó a correr y se detuvo junto al filisteo. Cogió su espada, la sacó de la vaina y lo remató con ella, cortándole la cabeza. Los filisteos huyeron, al ver muerto a su campeón.
Salmo de hoy
Salmo 143, 1. 2. 9-10 R/. ¡Bendito el Señor, mí alcázar!
Bendito el Señor, mi Roca,
que adiestra mis manos para el combate,
mis dedos para la pelea. R/.
Mi bienhechor, mi alcázar,
baluarte donde me pongo a salvo,
mi escudo y refugio,
que me somete los pueblos. R/.
Dios mío, te cantaré un cántico nuevo,
tocaré para ti el arpa de diez cuerdas:
para ti que das la victoria a los reyes,
y salvas a David, tu siervo, de la espada maligna. R/.
Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Marcos 3, 1-6
En aquel tiempo, Jesús entró otra vez en la sinagoga y había allí un hombre que tenía una mano paralizada. Lo estaban observando, para ver si lo curaba en sábado y acusarlo.
Entonces le dice al hombre que tenia la mano paralizada:
«Levántate y ponte ahí en medio».
Y a ellos les pregunta:
«¿Qué está permitido en sábado?, ¿hacer lo bueno o lo malo?, ¿salvarle la vida a un hombre o dejarlo morir?».
Ellos callaban. Echando en torno una mirada de ira y dolido por la dureza de su corazón, dice al hombre:
«Extiende la mano».
La extendió y su mano quedó restablecida.
En cuanto salieron, los fariseos se confabularon con los herodianos para acabar con él.
Reflexión del Evangelio de hoy
Goliat y David. La fuerza y la debilidad
El relato de David y Goliat es uno de los más conocidos del AT. Tanto que ha pasado a convertirse en aforismo de una lucha desigual y desproporcionada entre los contendientes y, por otra parte, en proverbio referido a la necesidad de no despreciar nunca a enemigo alguno por más insignificante que nos parezca.
Se trata de mostrar la fuerza divina en la debilidad humana. La victoria no es de David, sino de Yahvé. Este fue quien hizo que aquel muchacho pudiera vencer a un enemigo mucho más preparado y mejor armado que él. Hay que prepararse, hay que confiar en el estudio, en la formación, en la técnica, porque todo eso es importante. Pero, decisivo sólo Dios. “Sin mí –nos dijo Jesús- no podéis hacer nada” (Jn 15,5). Y, con él, como David, lo podemos todo.
Letra y espíritu
El espíritu de la letra es la liberación de la persona humana. Así entendida, la Ley es buena y necesaria, porque orienta a la persona y pone luz en la selva de las acciones humanas. Cuando no se entiende así la Ley, se convierte en legalismo. Y eso no es bueno porque, en lugar de ayudar y orientar, ata y deshumaniza. El espíritu prevalece sobre la letra, y al aplicar ésta hay que tener en cuanta aquél. Por eso, hay que hacer siempre el bien y lo bueno, incluso en sábado. Y, si es necesario, hay que salvar la vida a una persona, aunque sea sábado. La letra mata, el espíritu vivifica. Lo dice san Pablo y Jesús lo atestigua hoy curando al paralítico en sábado.
Otra vez la compasión de Dios
Lo dice el Evangelio repetidamente: “Jesús se compadece” y trata de aliviar, como sea, el sufrimiento de los que se encuentra en el camino. Jesús no pasa de largo, como el sacerdote y el levita que, por casualidad o sin ella, pasan por la misma senda. Unas veces son leprosos, otras madres que entierran a sus hijos, otras son ciegos, sordos, poseídos por demonios.; hoy, un paralítico. Y Jesús siempre “se compadece”. Ayer, dice el periódico, murieron 13 personas en Afganistán, en definitiva un número, no conocemos ni siquiera sus nombres. Para Jesús, para Dios, nunca los humanos somos números o estadísticas. Este es Jesús, según el Evangelio. Este es el Dios mostrado por Jesús.