Sáb
21
Feb
2015
Leví, dejándolo todo, se levantó y lo siguió

Primera lectura

Lectura del libro de Isaías 58, 9b-14

Esto dice el Señor:
«Cuando alejes de ti la opresión, el dedo acusador y la calumnia, cuando ofrezcas al hambriento de lo tuyo y sacies el alma afligida, brillará tu luz en las tinieblas, tu oscuridad como el mediodía.

El Señor te guiará siempre, hartará tu alma en tierra abrasada, dará vigor a tus huesos.

Serás un huerto bien regado, un manantial de aguas que no engañan.

Tu gente reconstruirá las ruinas antiguas, volverás a levantar los cimientos de otros tiempos; te llamarán “reparador de brechas”, “restaurador de senderos”, para hacer habitable el país.

Si detienes tus pasos el sábado, para no hacer negocios en mi día santo, y llamas al sábado “mi delicia” y lo consagras a la gloria del Señor; si lo honras, evitando viajes, dejando de hacer tus negocios y de discutir tus asuntos, entonces encontrarás tu delicia en el Señor.

Te conduciré sobre las alturas del país y gozarás del patrimonio de Jacob, tu padre.

Ha hablado la boca del Señor».

Salmo de hoy

Salmo 85, 1-2. 3-4. 5-6 R/. Enséñame, Señor, tu camino, para que siga tu verdad

Inclina tu oído, Señor, escúchame,
que soy un pobre desamparado;
protege mi vida, que soy un fiel tuyo;
salva, Dios mío, a tu siervo, que confía en ti. R/.

Piedad de mí, Señor,
que a ti te estoy llamando todo el día;
alegra el alma de tu siervo,
pues levanto mi alma hacia ti, Señor. R/.

Porque tú, Señor, eres bueno y clemente,
rico en misericordia con los que te invocan.
Señor, escucha mi oración,
atiende a la voz de mi súplica. R/.

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Lucas 5, 27-32

En aquel tiempo, vio Jesús a un publicano llamado Leví, sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo:
«Sígueme».

Él, dejándolo todo, se levantó y lo siguió. Leví ofreció en su honor un gran banquete en su casa, y estaban a la mesa con ellos un gran número de publicanos y otros. Y murmuraban los fariseos y sus escribas diciendo a los discípulos, de Jesús:
«¿Cómo es que coméis y bebéis con publicanos y pecadores?».

Jesús les respondió:
«No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores a que se conviertan».

Reflexión del Evangelio de hoy

Un buen tema de reflexión en este tiempo de cuaresma que estamos comenzando es el seguimiento, la llamada al seguimiento. Hoy el modelo y ejemplo es Leví, antes lo habían sido otros, y los seguirá habiendo después. Aunque sólo fuera por cristianos, nosotros pertenecemos a ese grupo. Y lo somos tanto en cuanto seguidores de Jesús.

  •  Mateo se levantó y lo siguió. Seguir y pasar.

“En aquel tiempo, al salir Jesús… al pasar Jesús, vio a Leví”. Otra vez, “pasando junto al lago, vio a Simón y a su hermano, Andrés… Y a Santiago y a Juan”. Jesús siempre pasa. Interesa al hombre encontrarse en el lugar y el momento oportunos. No necesariamente en el Templo, sino en la vida, en los quehaceres habituales que nos humanizan y nos sirven para humanizar. Dios sabe que esos son los sitios que, normalmente, usamos; y allí es donde él se hace el encontradizo.

Y allí llama: “Sígueme”, o “Venid conmigo y os haré pescadores de hombres”. Otras veces, la llamada no es tan explícita, nosotros la solemos apodar con nombres como coincidencia, casualidad, pero es él. Él, que va buscando el encuentro que lo cambiará todo. Porque en el encuentro es donde oímos: “Se ha cumplido el tiempo”, ya no hay marcha atrás, “el Reino de Dios está tan cerca, que ya está aquí”. Todo va a ser nuevo. Y la única respuesta tiene que ser y, en el caso de Mateo es, una inmensa alegría y una enorme responsabilidad.

  •  Mateo, dejándolo todo, lo siguió. Dejar y encontrar.

Cuando Jesús pasa, cuando Dios se hace el encontradizo con la persona humana, ya nada es lo mismo. Mateo, “dejándolo todo…” como inservible, siguió al único que, desde aquel momento merecía la pena seguir; Pedro, Andrés, Juan y Santiago dejan familia, barcas, redes, oficio, amigos y socios, porvenir, sólo porque Jesús les ha dicho que le sigan. Pero, ¿para qué? ¿A qué conduce abandonarlo todo por seguir a Jesús?

No se trata de dejar por dejar, sino abandonar lo viejo por algo que, creemos, infinitamente mejor y más valioso. Todo comienza por una irresistible y profunda intimidad con Jesús, a quien no se entiende del todo, pero que se intuye como alguien que nos puede explicar y aclarar el sentido de la vida y de la muerte; el porqué del sufrimiento y cómo se puede armonizar con la felicidad del Reino de Dios. De esta intimidad surge espontáneamente una confianza total en Jesús y en su Padre Dios. Intimidad y confianza que generan un cambio de mentalidad, unas actitudes nuevas, unos valores distintos, que llamamos evangélicos, y un sentido de pertenencia al Reino, que, sin desvincularnos del mundo al que pertenecemos, nos sitúan en la órbita de lo divino, donde el Espíritu tendrá el papel más importante.

Mateo, consciente de lo que deja y, sobre todo, de lo que encuentra, invita a Jesús y a sus amigos a un banquete. Es su forma de dar gracias y agradecer el don que acaba de recibir. Agradecimiento que le ayudará a dar testimonio de Jesús, de sus vivencias con él y de la Buena Noticia del Reino.

¿Y yo a quién busco? ¿Qué es para mí lo más valioso? ¿Estoy dispuesto, por agradecido, a dar testimonio como Mateo?

Fray Hermelindo Fernández Rodríguez

Fray Hermelindo Fernández Rodríguez
(1938-2018)