Mié
22
Dic
2010

Evangelio del día

Cuarta semana de Adviento

Rey de las naciones y piedra angular de la Iglesia, ven a liberarnos, ¡Señor, no tardes más!

Primera lectura

Lectura del primer libro de Samuel 1,24-28:

En aquellos días, una vez que Ana hubo destetado a Samuel, lo subió consigo, junto con un novillo de tres años, unos cuarenta y cinco kilos de harina y un odre de vino. Lo llevó a la casa del Señor a Siló y el niño se quedó como siervo.
Inmolaron el novillo, y presentaron el niño a Elí. Ella le dijo:
«Perdón, por tu vida, mi Señor, yo soy aquella mujer que estuvo aquí en pie ante ti, implorando al Señor. Imploré este niño y el Señor me concedió cuanto le había mi pedido. Yo, a mi vez, lo cedo al Señor. Quede, pues, cedido al Señor de por vida».
Y se postraron allí ante el Señor.

Salmo de hoy

1S 2,1.45.6-7.8abcd R/. Mi corazón se regocija en el Señor, mi Salvador

Mi corazón se regocija en el Señor,
mi poder se exalta por Dios.
Mi boca se ríe de mis enemigos,
porque gozo con tu salvación. R/.

Se rompen los arcos de los valientes,
mientras los cobardes se ciñen de valor.
Los hartos se contratan por el pan,
mientras los hambrientos engordan;
la mujer estéril da a luz siete hijos,
mientras la madre de muchos queda baldía. R/.

El Señor da la muerte y la vida,
hunde en el abismo y levanta;
da la pobreza y la riqueza,
humilla y enaltece. R/.

Él levanta del polvo al desvalido,
alza de la basura al pobre,
para hacer que se siente entre príncipes
y que herede un trono de gloria. R/.

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Lucas 1,46-56

En aquel tiempo, María dijo:
«Proclama mi alma la grandeza del Señor,
“se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humildad de su esclava”.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes en mí:
“su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación”.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
“derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia”
—como lo había prometido a “nuestros padres”—
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre».
María se quedó con Isabel unos tres meses y volvió a su casa.

Reflexión del Evangelio de hoy

Ana, mujer estéril, había pedido a Dios, insistentemente, un hijo, y el Señor se lo concedió.
Reconociendo al hijo como don de Dios, sube al templo, no sólo para dar gracias por él, quiere consagrarlo al Señor, y se lo entrega al sacerdote Elí, para que sirva a Dios mientras viva.

Samuel sirvió y escuchó la voz de Dios cuando le llamó:”Samuel,Samuel”, respondiendo:”Habla Señor, que tu siervo escucha”.

Ana, que entregó al hijo con gran alegría, entona un cántico de alabanza a la grandeza del Dios: “Que da pan a los hambrientos y a la estéril le hace madre de muchos hijos…”

Aprendamos también nosotros, a reconocer los dones que Dios nos da, respondiendo con generosidad y poniéndolos al servicio de Dios y de los hermanos.

  • “Proclama mi alma la grandeza del Señor”

Hoy, la Palabra de Dios nos presenta el canto de gratitud de dos mujeres: Ana madre de Samuel en el Antiguo Testamento y María Madre de Jesús, en el N.T.

El contenido es el mismo, ambas reconocen la acción de Dios en ellas, una estéril, la otra virgen, las dos conciben por la acción de Dios, la da a luz a un gran profeta Samuel, María por obra del Espíritu Santo, a Cristo, el Hijo de Dios”. Ana entrega a Samuel para el servicio del templo. María entrega al Hijo para la salvación del mundo.

Ambas reconocen el Don y entonan un cántico de gratitud.

En el magníficat, cántico de acción de gracias y de humildad María reconoce que Dios ha mirado la pequeñez de su esclava, pero también proclama que ha hecho obras grandes en ella, Por eso será alabada por todas las generaciones.

Así es la verdadera humildad, reconoce las cualidades no para vanagloria, sino como don de Dios, para servicio de los demás, no olvidemos, la acción de Dios se manifiesta en nuestras vidas.