Vie
22
Mar
2019

Evangelio del día

Segunda semana de Cuaresma

La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular

Primera lectura

Primera lectura: Libro del Génesis 37, 3-4. 12-13a. 17b-28

Israel amaba a José más que a todos los otros hijos, porque le había nacido en la vejez, y le hizo una túnica con mangas. Al ver sus hermanos que su padre lo prefería a los demás, empezaron a odiarlo y le negaban el saludo.

Sus hermanos trashumaron a Siquén con los rebaños de su padre. Israel dijo a José:

«Tus hermanos deben de estar con los rebaños en Siquén; ven, que te voy a mandar donde están ellos».
José fue tras sus hermanos y los encontró en Dotán. Ellos lo vieron desde lejos y, antes de que se acercara, maquinaron su muerte. Se decían unos a otros:

«Ahí viene el soñador. Vamos a matarlo y a echarlo en un aljibe; luego diremos que una fiera lo ha devorado; veremos en qué paran sus sueños».

Oyó esto Rubén, e intentando salvarlo de sus manos, dijo:
«No le quitemos la vida».

Y añadió:
«No derraméis sangre; echadlo en este aljibe, aquí en la estepa; pero no pongáis las manos en él».

Lo decía para librarlo de sus manos y devolverlo a su padre.

Cuando llegó José al lugar donde estaban sus hermanos, lo sujetaron, le quitaron la túnica, la túnica con mangas que llevaba puesta, lo cogieron y lo echaron en un pozo. El pozo estaba vacío, sin agua.

Luego se sentaron a comer y, al levantar la vista, vieron una caravana de ismaelitas que transportaban en camellos goma, bálsamo y resina de Galaad a Egipto. Judá propuso a sus hermanos:

«¿Qué sacaremos con matar a nuestro hermano y con tapar su sangre? Vamos a venderlo a los ismaelitas y no pongamos nuestras manos en él, que al fin es hermano nuestro y carne nuestra».

Los hermanos aceptaron.

Al pasar unos mercaderes madianitas, tiraron de su hermano; y, sacando a José del pozo, lo vendieron a unos ismaelitas por veinte monedas de plata. Estos se llevaron a José a Egipto.

Salmo de hoy

Salmo 104, 16-17. 18-19. 20-21 R/. Recordad las maravillas que hizo el Señor

Llamó al hambre sobre aquella tierra:
cortando el sustento de pan;
por delante había enviado a un hombre,
a José, vendido como esclavo. R/.

Le trabaron los pies con grillos,
le metieron el cuello en la argolla,
hasta que se cumplió su predicción,
y la palabra del Señor lo acreditó. R/.

El rey lo mandó desatar,
el señor de pueblos le abrió la prisión,
lo nombró administrador de su casa,
señor de todas sus posesiones. R/.

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Mateo 21, 33-43, 45-46

En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo:

«Escuchad otra parábola:
“Había un propietario que plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó en ella un lagar, construyó una torre, la arrendó a unos labradores y se marchó lejos.

Llegado el tiempo de los frutos, envió sus criados a los labradores para percibir los frutos que le correspondían. Pero los labradores, agarrando a los criados, apalearon a uno, mataron a otro y a otro lo apedrearon.

Envió de nuevo otros criados, más que la primera vez, e hicieron con ellos lo mismo. Por último, les mandó a su hijo diciéndose: ‘Tendrán respeto a mi hijo’.

Pero los labradores, al ver al hijo se dijeron: ‘Este es el heredero: venid, lo matamos y nos quedamos con su herencia’.

Y agarrándolo, lo sacaron fuera de la viña y lo mataron.

Cuando vuelva el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?”».

Le contestan:
«Hará morir de mala muerte a esos malvados y arrendará la viña a otros labradores que le entreguen los frutos a su tiempo».

Y Jesús les dice:
«¿No habéis leído nunca en la Escritura:
“La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente”?

Por eso os digo que se os quitará a vosotros el reino de Dios y se dará a un pueblo que produzca sus frutos».

Los sumos sacerdotes y los fariseos, al oír sus parábolas, comprendieron que hablaba de ellos.

Y, aunque intentaban echarle mano, temieron a la gente, que lo tenía por profeta.

Reflexión del Evangelio de hoy

"Ahí viene ese soñador"

La primera parte de la historia de José nos introduce en toda una prefiguración del Misterio de Cristo al que Dios, su Padre, envía pleno de amor a salvar a los hombres, pero éstos no le reconocen, ni le respetan en su dignidad, tratando de matarlo. José es un “soñador”, mira siempre más allá y confía en la Providencia a pesar del odio y la incomprensión que suscita en sus hermanos. Él es y se siente responsable, sin embargo, de todos y cada uno: les hace partícipe de sus sueños, los busca con afán y, finalmente, soporta sus infamias convencido de que todo será para bien.

En José nos podemos sentir identificados un poco todos, pero también en los hermanos que quieren matarlo e incluso en el mayor que trata de buscar una solución de compromiso. Soñar es como ver con los ojos de Dios más allá de las realidades tangibles… pero ¡tantas veces estamos ciegos con nuestro pragmatismo que tampoco queremos que nadie “vea”!... o simplemente entibiamos la Palabra para hacerla digerible, tibia, sin sustancia…

"Se os quitará a vosotros el Reino de los Cielos"

La parábola de los viñadores homicidas es una durísima crítica de Jesús a los sumos sacerdotes y fariseos, es decir, a los dirigentes de Israel, el Pueblo de Dios, porque, lejos de cultivar adecuadamente la “viña” para que diera los “frutos” esperados por Él, se preocupaban solo de su propio interés y estaban convencidos de que la viña les pertenecía, que Dios, en definitiva, también. Y por conseguirlo, estaban dispuestos a todo, incluso a matar a todo aquel que, en su nombre, viniera a pedirles cuentas: los profetas del Antiguo Testamento, Juan el Bautista y finalmente su Hijo.

Pero ¿solo a los dirigentes judíos se dirige la parábola? Me temo que no. Cristo fundó la Iglesia para cuidar bien de la viña, que es el Reino de Dios, para que abarcara a toda la humanidad redimida por su sangre, pero no pocas veces tenemos la impresión de que sus pastores, el clero, han buscado y conseguido el control exclusivo movidos por intereses propios y ante la pasividad de los fieles. A veces olvidamos que la Iglesia solo tiene sentido y es sacramento de salvación cuando sirve al Reino de Dios y no se sirve de él, cuando hace presente a Cristo en el Espíritu Santo que la habita y santifica.

Pidamos al Señor la gracia de ser y sentirnos trabajadores responsables de la viña que nos ha encomendado, que la cultivemos con los talentos que de Él hemos recibido y que seamos siempre dóciles al Espíritu .

¿Me considero un “soñador” como José o soy más bien pragmático como el hermano mayor o incluso los demás hermanos? Trata de explicarlo ¿Reconozco mi parcela en la viña del Señor? ¿La trabajo para mí o para Él? ¿Qué frutos descubres del trabajo de la Iglesia en la viña del Señor?