Así será el que amasa riquezas para sí y no es rico ante Dios

Primera lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 4,20-25

Hermanos:
Abrahán, ante la promesa divina no cedió a la incredulidad, sino que se fortaleció en la fe, dando gloria a Dios, pues estaba persuadido de que Dios es capaz de hacer lo que promete; por lo cual le fue contado como justicia.
Pero que “le fue contado” no está escrito solo por él; también está escrito por nosotros, a quienes se nos contará: nosotros, los que creemos en el que resucitó de entre los muertos a Jesucristo nuestro Señor, el cual fue entregado por nuestros pecados y resucitó para nuestra justificación.

Salmo de hoy

Lc 1,69-70.71-72.73-75 R/. Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado a su pueblo

Suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas. R/.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza. R/.

Y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán
para concedernos
que, libres de temor, arrancados de la mano
de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días. R/.

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Lucas 12,13-21

En aquel tiempo, dijo uno de entre la gente a Jesús:
«Maestro, dije a mi hermano que reparta conmigo la herencia».
Él le dijo:
«Hombre, ¿quién me ha constituido juez o árbitro entre vosotros?».
Y les dijo:
«Mirad: guardaos de toda clase de codicia. Pues, aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes».
Y les propuso una parábola:
«Las tierras de un hombre rico produjeron una gran cosecha. Y empezó a echar cálculos, diciéndose:
“¿Qué haré? No tengo donde almacenar la cosecha”.
Y se dijo:
“Haré lo siguiente: derribaré los graneros y construiré otros más grandes, y almacenaré allí todo el trigo y mis bienes. Y entonces me diré a mí mismo: alma mía, tienes bienes almacenados para muchos años; descansa, come, bebe, banquetea alegremente”.
Pero Dios le dijo:
“Necio, esta noche te van a reclamar el alma, y ¿de quién será lo que has preparado?”.
Así es el que atesora para sí y no es rico ante Dios».

Evangelio de hoy en audio

Reflexión del Evangelio de hoy

Abrahán no fue incrédulo

Yahvé hizo una desbordante promesa a Abrahán: “Vete de tu tierra, y de tu patria y de la casa de tu padre, a la tierra que yo te mostraré. De ti haré una nación grande y te bendeciré. Engrandeceré tu nombre; y sé tú una bendición”.

La reacción de Abrahán fue la de no dudar de Dios, sabiendo que era Dios y que era capaz de cumplir lo prometido. Por eso, creyó de arriba a abajo en la promesa de Dios. Dios nunca engaña, va siempre por el camino de  la verdad. Cumple lo que promete. Esta actitud de Abrahán le valió la justificación ante Dios, estar a bien con Dios. Abrahán es padre y modelo de los creyentes.

Eso mismo debemos  hacer los seguidores de Jesús, como explica San Pablo. Nuestra fe cristiana consiste en aceptar amorosamente a una Persona, que nos ha convencido que es el Hijo de Dios, y que tiene un poder que traspasa los límites humanos, y aceptamos por ello todas las promesas que nos hace, entre ellas la de resucitarnos a la vida de plena felicidad, para la que está hecho nuestro ancho corazón humano.     

¿Dónde apoyamos nuestra vida?

Muy importante saber dónde apoyamos nuestra vida, a qué damos más importancia para encontrar el sentido y la felicidad que todos siempre vamos buscando. La persona que dialoga con Jesús, en el evangelio de hoy, está preocupada por la herencia que le corresponde con su hermano y que han de repartir. Algo que parece que su hermano no está dispuesto a hacer. Por lo que dice a Jesús que pida a su hermano que cumpla con esa obligación hereditaria. Porque en ello parece que le va la vida. Cree que su vida depende del dinero y los bienes materiales.

Jesús aprovecha esta ocasión para recordar a su interlocutor y a todos nosotros que “aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes”. Y lo ilustra con la parábola del hombre rico que tuvo una gran cosecha acumulando más y más bienes,  creyendo que así tendría la vida resuelta y gozar de ella. Por eso, se dijo: “Hombre, tienes bienes acumulados para muchos años: túmbate, come, bebe y date buena vida”. Pero esa misma noche Dios le pidió su  vida, y le llegó la muerte sin ser rico ante Dios.  

De lo que se trata, sin descuidar la vida material, es de ser rico ante Dios, que es lo mismo que adentrarse por los caminos que nos señala Jesús, los que nos llevan a la felicidad parcial en esta vida y la total después de nuestra muerte. Esos caminos, bien los sabemos, son los caminos del amor, del perdón, de la entrega, de la sencillez, de la limpieza de corazón, de la amistad con Dios y los hermanos…algo que no llena la cartera de dinero pero sí el corazón de la felicidad deseada.