Feb
Evangelio del día
“ Vosotros rezad así… ”
Primera lectura
Lectura del libro de Isaías 55, 10-11
Esto dice el Señor:
«Como bajan la lluvia y la nieve desde el cielo,
y no vuelven allá sino después de empapar la tierra,
de fecundarla y hacerla germinar,
para que dé semilla al sembrador
y pan al que come,
así será mi palabra que sale de mi boca:
no volverá a mí vacía,
sino que cumplirá mi deseo
y llevará a cabo mi encargo».
Salmo de hoy
Salmo 33, 4-5. 6-7. 16-17. 18-19 R/. Dios libra a los justos de sus angustias
Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió,
me libró de todas mis ansias. R/.
Contempladlo, y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
El afligido invocó al Señor,
él lo escuchó y lo salvó de sus angustias. R/.
Los ojos del Señor miran a los justos,
sus oídos escuchan sus gritos;
pero el Señor se enfrenta con los malhechores,
para borrar de la tierra su memoria. R/.
Cuando uno grita, el Señor lo escucha
y lo libra de sus angustias;
el Señor está cerca de los atribulados,
salva a los abatidos. R/.
Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Mateo 6, 7-15
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Cuando recéis, no uséis muchas palabras, como los gentiles, que se imaginan que por hablar mucho les harán caso. No seáis como ellos, pues vuestro Padre sabe lo que os hace falta antes de que lo pidáis. Vosotros orad así:
“Padre nuestro que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre,
venga a nosotros tu reino,
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo,
danos hoy nuestro pan de cada día,
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden,
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal”.
Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, también os perdonará vuestro Padre celestial, pero si no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras ofensas».
Reflexión del Evangelio de hoy
“Así será mi palabra… no volverá a mí vacía”.
Estamos estrenando una NUEVA Cuaresma. Una nueva Cuaresma porque las circunstancias de nuestra vida de hoy son nuevas y por tanto, la Palabra que resuena en ellas también. Este tiempo de preparación para la Pascua de Resurrección es una llamada continua a la conversión. ¿Qué pistas nos da Isaías para vivir esta conversión? Nos dice hoy que “conversión” es creer en el poder de la Palabra de Dios.
Hay un dicho que afirma que “las palabras se las lleva el viento”, así son las nuestras. En cambio la Palabra que Dios envía es siempre creadora de vida, “no volverá a Él vacía, sino que hará su voluntad y cumplirá su encargo”. Su Palabra es enviada al mundo para fecundarlo, revelándole la “verdad”, y retorna a Dios después de haber cumplido su misión.
Convertirnos, es tener hambre de oír la Palabra de Dios. Escuchar la Palabra para obedecerla. Si cae en tierra buena, en un corazón que se deja empapar por ella, germinará y cumplirá su misión dando fruto. Pero si nuestro corazón está duro como una piedra o forrado con un plástico, por mucho agua que se eche encima, resbalará sin absorber nada. Nuestra libertad siempre está presente: podemos rechazar la Palabra o dejar que nos empape y de fruto abundante. ¡Danos, Señor, un corazón nuevo, danos hambre de tu Palabra!
“Vosotros rezad así…”
Una de las armas para combatir contra el enemigo es la ORACIÓN. Jesús nos enseña cómo orar: “Vosotros rezad así…”. Nos da el “Padre nuestro” como modelo de oración, presentando a nuestro Padre que está en el cielo siete peticiones que recogen todas nuestras verdaderas necesidades. Y “no uséis muchas palabras…” recemos con plena confianza sabiendo que “nuestro Padre sabe lo que nos hace falta antes de que lo pidamos”.
También Jesús hoy nos muestra un obstáculo que nos podemos encontrar en la oración. Cuando no creemos o no vemos el perdón de Dios por nuestros pecados es señal de que tenemos a algún hermano, familiar o conocido… al que aún no hemos perdonado, o incluso a nosotros mismos. Nuestra falta de perdón es ese plástico que se coloca alrededor del corazón, y que impide recibir la Palabra y sea fecunda.
Señor Jesús, enséñanos a orar el “Padre nuestro”, no a rezarlo de carrerilla… Ayúdanos a comprender la grandeza de cada petición.