Feb
Evangelio del día
“ Amad a vuestros enemigos, y rezad por los que os persiguen ”
Primera lectura
Lectura del libro del Deuteronomio 26, 16-19
Moisés habló al pueblo, diciendo:
«Hoy el Señor, tu Dios, te manda que cumplas estos mandatos y decretos. Acátalos y cúmplelos con todo tu corazón y con toda tu alma.
Hoy has elegido al Señor para que él sea tu Dios y tú vayas por sus caminos, observes sus mandatos, preceptos y decretos, y escuches su voz. Y el Señor te ha elegido para que seas su propio pueblo, como te prometió, y observes todos sus preceptos.
Él te elevará en gloria, nombre y esplendor, por encima de todas las naciones que ha hecho, y serás el pueblo santo del Señor, tu Dios, como prometió».
Salmo de hoy
Salmo 118, 1-2. 4-5. 7-8 R/. Dichoso el que camina en la ley del Señor
Dichoso el que, con vida intachable,
camina en la ley del Señor;
dichoso el que, guardando sus preceptos,
lo busca de todo corazón. R/.
Tú promulgas tus mandatos
para que se observen exactamente.
Ojalá esté firme mi camino,
para cumplir tus decretos. R/.
Te alabaré con sincero corazón
cuando aprenda tus justos mandamientos.
Quiero guardar tus decretos exactamente,
tú no me abandones. R/.
Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Mateo 5, 43-48
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Habéis oído que se dijo: “Amarás a tu prójimo’ y aborrecerás a tu enemigo”.
Pero yo os digo: amad a vuestros enemigos y rezad por los que os persiguen, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos.
Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y, si saludáis solo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto».
Reflexión del Evangelio de hoy
Un corazón consagrado al Señor
Leemos uno de los discursos del Deuteronomio donde Dios a través de Moisés muestra la Alianza con el pueblo de Israel, recordando las exigencias que ha de vivir: dar culto al Señor, guardar sus leyes y cumplir sus decretos.
Los judíos al “elegir que el Señor sea su Dios” entran en un sistema muy particular de relaciones con Dios y la Alianza, ya que el Señor también los elije para ser “especialmente su pueblo”.
La expresión de la Alianza es una reciprocidad de elecciones y supone mucha responsabilidad, pues al “ser un pueblo consagrado al Señor” nos comprometemos al proyecto de Dios y sus designios, con todo nuestro ser, para poder decir con el salmista que somos dichosos al caminar en la voluntad del Señor.
Ver con los ojos de Jesús
Este pasaje evangélico es el final de la primera parte del Sermón de la montaña, donde Jesús anuncia el mandamiento nuevo del amor, recogiendo el mandato del Antiguo Testamento y ampliándolo con un amor sin medida.
La perfección de Dios consiste en su mismo ser, en su misterio. En su revelación a los hombres nos dice: “Yo soy Dios y no hay otro”. Dios es amor, gratuito y universal, ya que ama a todos sin excepción. Dios es misericordia en Jesucristo, ya que ama a sus enemigos, hace el bien a quienes le aborrecen y reza por los que le persiguen.
Jesucristo lo ve todo desde un punto de vista distinto al nuestro. Ve la humanidad desde el punto de vista de Dios. Sus palabras son reveladoras: amar, hacer el bien, orar. Es natural amar a las personas que nos aman pero Dios nos pide más, a fin de tener una mentalidad como la suya, de llegar a parecernos a Él, de ser verdaderamente sus hijos. Jesús predica una fraternidad y una paternidad universales, un amor sin fronteras.
Pidamos que la Iglesia promueva en el mundo la civilización del amor y que todos los hombres busquemos con sinceridad a Dios y descubramos en Cristo el camino hacia la vida eterna. Una propuesta para vivir la Cuaresma: alabar al Señor con sincero corazón, observando sus decretos “que son llevaderos”. Jesús nos trae a Dios y nos lleva a Dios, con Él toda nuestra vida se transforma, se renueva, de modo que nosotros podemos ver la realidad con ojos nuevos, desde el punto de vista de Jesús.