Lun
25
Feb
2013

Evangelio del día

Segunda semana de Cuaresma

Perdonad y seréis perdonados

Primera lectura

Lectura de la profecía de Daniel 9, 4b-10

¡Ay, mi Señor, Dios grande y terrible, que guarda la alianza y es leal con los que lo aman y cumplen sus mandamientos!

Hemos pecado, hemos cometido crímenes y delitos, nos hemos rebelado apartándonos de tus mandatos y preceptos. No hicimos caso a tus siervos los profetas, que hablaban en tu nombre a nuestros reyes, a nuestros príncipes, a nuestros padres y a todo el pueblo de la tierra.

Tú, mi Señor, tienes razón y a nosotros nos abruma la vergüenza, tal como sucede hoy a los hombres de Judá, a los habitantes de Jerusalén y a todo Israel, a los de cerca y a los de lejos, en todos los países por donde los dispersaste a causa de los delitos que cometieron contra ti.

Señor, nos abruma la vergüenza: a nuestros reyes, príncipes y padres, porque hemos pecado contra ti.

Pero, mi Señor, nuestro Dios, es compasivo y perdona, aunque nos hemos rebelado contra él. No obedecimos la voz del Señor, nuestro Dios, siguiendo las normas que nos daba por medio de sus siervos, los profetas.

Salmo de hoy

Salmo 78, 8. 9. 11. 13 R/. Señor, no nos trates como merecen nuestros pecados

No recuerdes contra nosotros las culpas de nuestros padres;
que tu compasión nos alcance pronto,
pues estamos agotados. R/.

Socórrenos, Dios, Salvador nuestro,
por el honor de tu nombre;
líbranos y perdona nuestros pecados
a causa de tu nombre. R/.

Llegue a tu presencia el gemido del cautivo:
con tu brazo poderoso, salva a los condenados a muerte. R/.

Nosotros, pueblo, ovejas de tu rebaño,
te daremos gracias siempre,
cantaremos tus alabanzas de generación en generación. R/.

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Lucas 6, 36-38

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso; no juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados; dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante, pues con la medida con que midiereis se os medirá a vosotros».

Reflexión del Evangelio de hoy

  • “…pero, aunque nosotros nos hemos rebelado, el Señor, nuestro Dios, es compasivo y perdona”

Vemos en esta lectura un corazón penitente que reconoce la fidelidad de Dios ante la ingratitud del pueblo. A pesar de la infidelidad de Israel, Dios siempre le concede su perdón.
Si la lectura del lunes pasado nos invitaba a ser santos como lo es Dios, la de hoy nos recuerda que el mayor impedimento para alcanzar la santidad es el pecado de infidelidad al amor de Dios. Daniel recuerda la lealtad de Dios con su pueblo y, por contraste, la infidelidad del pueblo para con su Dios. Hemos pecado, nos hemos revelado contra Dios, no hemos escuchado su voz cuando nos habló por medio de los profetas. Tú sólo tienes toda la razón, nosotros hemos pecado contra ti y el único camino que nos queda es el arrepentimiento.

Nosotros también hemos sido infieles muchas veces. La cuaresma es tiempo de conversión, de pedir perdón por nuestra infidelidad, pero a la vez es tiempo de esperanza, de confianza en el Dios fiel, compasivo y misericordioso, siempre dispuesto a perdonar. No le hemos obedecido, pero queremos volver a Él, con plena confianza de que él nos recibirá. No desperdiciemos su perdón, a la vez aprendamos de Él a perdonar siempre a los demás.

  • “Perdonad y seréis perdonados”

El Evangelio nos lleva en la misma línea de reconciliación. La bondad de Dios nos da la seguridad de su perdón, pero esta bondad exige que actuemos de la misma manera que Él, perdonando generosamente a los que nos ofenden.

La conversión es reconciliación con Dios, que es siempre fiel, con nosotros mismos, reconociéndonos pecadores, sabiendo que Dios nos perdona siempre que volvemos a Él con un corazón contrito, aceptando con humildad nuestras miserias. De esta manera, comprendiendo también los problemas de los otros, para perdonarlos como Dios nos perdona, el comportamiento cristiano debe estar inspirado en el corazón de Dios, que siempre acoge, y nos ayudará a no juzgar, a acoger con generosidad, perdonando las debilidades de los hermanos. Que esta cuaresma nos lleve a esta transformación profunda, y así, al llegar a la Pascua, podremos celebrarla, resucitando con Cristo a la vida de la gracia, que Él nos regala. Preparémonos para celebrarla plenamente.